En noviembre de 1979, el Jockey Club Santa Fe organizó una muestra de doce artistas santafesinos (jóvenes y de mediana edad) que, con el tiempo, se convertirían en presencias habituales de las páginas culturales de El Litoral.

Pasteles, grabados, témperas y experimentos visuales confluyeron en una exposición que, medio siglo más tarde, contiene un fuerte valor histórico. La reseña de El Litoral y la lista de los artistas que presentaron sus trabajos.

En noviembre de 1979, el Jockey Club Santa Fe organizó una muestra de doce artistas santafesinos (jóvenes y de mediana edad) que, con el tiempo, se convertirían en presencias habituales de las páginas culturales de El Litoral.
El evento, reseñado el 23 de noviembre de 1979 por el crítico Jorge Taverna Irigoyen, se puede leer en perspectiva como un relevamiento del estado de la producción de la plástica local en un momento de recambio generacional.
Taverna Irigoyen fue claro en su diagnóstico. "Una muy acertada selección de invitados y una menos plausible de obras a exponer", planteó.

La exposición reunió trabajos nunca antes exhibidos, un dato que permite comprender el espíritu del evento. Según Taverna, las obras eran signo de "un noble sentido dentro del siempre complejo camino de la investigación creadora".
Muchas de esas búsquedas, todavía en etapa formativa, terminarían consolidándose durante las décadas siguientes.

Entre los artistas presentes, Oscar Esteban Luna expuso un ramo de flores al pastel que el crítico definió como "realizado impecablemente". En esa misma línea técnica, Zulma Electra Palacín presentó una figura que se destacaba por "delicados juegos de valores".
La obra de mayor tamaño correspondió a Myriam Robbiano, cuya pieza ratificaba, según Taverna, “sus amplias condiciones para la concepción muralística”. Ana María Paris sumó un dibujo acuarelado de matices sensibles, mientras que Julio César Botta presentó "Cazador de búhos", una obra en técnica mixta de carácter "vigoroso".

La muestra también incluyó piezas que aportaron un registro más experimental. La témpera de Kazutaka Ishikawa, basada en "abiertas signologías", fue resaltada por su impacto visual.
El grabado ocupó un espacio destacado: Rosa Renk exhibió "Los amantes", un intaglio valorado por su diseño más libre. Roberto Favaretto Forner presentó por su parte un dibujo de la serie de la fauna, con un trazo que Taverna caracterizó como “refinado”.
Y María Antonia Caporizzo mostró un intaglio de técnica limpia y atmósfera cálida, que confirmaba la vigencia del lenguaje gráfico en la escena local de la época.

Tres artistas completaron la selección con trabajos centrados en el dibujo. Graciela González Mir, con una composición en lápices de colores que trabajaba figuras de modo sugerente.
Mario Konigheim, con tres pequeños grafitos de estética cercana a la ciencia ficción. Y María Cristina Lasso, con una obra poética que, pese a resultó valiosa por su elaboración.

A la distancia, la muestra del Jockey Club puede considerarse un antecedente importante para comprender la configuración del campo artístico santafesino en las décadas siguientes.
Muchos de los artistas incluidos continuaron vinculados a instituciones, galerías y espacios públicos de la región, y varios fueron objeto de análisis recurrentes en las columnas de arte de El Litoral.
