Ciclo de entrevistas de El Litoral y Santa Fe Arte
César López Claro: influencias universales y sensibilidad santafesina
Su pintura se nutrió de diversos movimientos como el cubismo, pero alcanzó una voz propia forjada por las calles, los objetos y los cuerpos de la ciudad que eligió para vivir. Gabriela “Pisca” Garrote cuenta detalles de una obra formidable.
"Pisca" Garrote durante la entrevista. Foto: Guillermo Di Salvatore
Con el objetivo de difundir el trabajo de artistas plásticos santafesinos de distintas épocas, Diario El Litoral y Santa Fe Arte, inició un ciclo de entrevistas con especialistas. ¿La premisa? tender puentes entre las generaciones actuales y las figuras que marcaron la pintura de la provincia.
Entrar en la obra de César López Claro es para Gabriela "Pisca" Garrote (su alumna y confidente), el equivalente a ingresar en una casa que respiró, en vida de sus dueños, imágenes y vestuarios, ecos de danza y retazos urbanos.
"Siempre que me convocan a difundir la obra de un artista nuestro, la verdad es que sirve. Porque de eso se trata, de dar a conocer la obra de los artistas", dice "Pisca" al iniciar la entrevista, realizada en el edificio de El Litoral.
Ese impulso a "dar a conocer" es, en el caso de López Claro, un acto político: la donación de su casa y más de 300 obras a la Municipalidad fue algo más que filantropía. Podría definirse como la voluntad de contribuir al patrimonio colectivo.
La entrevistada en El Litoral. Foto: Guillermo Di Salvatore
Un cuadro que abre puertas
"Mujeres cubista" de 1992 (que forma parte de la colección de Santa Fe Arte y es el disparador de la entrevista) coincide en su gestación con la etapa fundacional del Museo López Claro.
En ella se advierten detalles del taller del pintor (la modelo, la pose, la geometrización del cuerpo) y, a la vez, una decisión estética: transformar la figura humana en síntesis y signo.
"Pisca" recuerda que la modelo es Mercedes Burgos, "una linda colorada de Santa Fe con una piel muy blanca y un pelo muy rojo, muy anaranjado". Esa presencia es reclamada por el pintor y, al mismo tiempo, alterada por su procedimiento.
Lo que se ve en el cuadro es un doble movimiento: la fidelidad a la modelo y la libertad para deformar sus facciones, exagerar las caderas y cambiar los colores. De esa forma, la figura se vuelve objeto pictórico.
Esta mujer "geometrizada" no es una copia de modelos europeos, lo que hace López Claro es incorporar la experiencia del taller santafesino, sus relatos, sus telas de danza y sus materiales reciclados.
Continúa el ciclo de entrevistas en El Litoral. Foto: Guillermo Di Salvatore
Influencia y apropiación
La filiación con Picasso es explícita y honesta. López Claro buscó a Picasso en bibliotecas y museos, consumió su bibliografía y se dejó atravesar por su manera de afrontar la figura femenina. Pero no se dejó eclipsar por él.
"Yo siempre respeto mucho al artista que sigue a su gran maestro y que de su gran maestro toma lo mejor y después hace su propia obra con su propia línea", dice "Pisca".
Esa tensión es central: en la obra de López Claro están las fracturas cubistas, pero también hay una sensibilidad local que le da nuevos significados a los temas y a los materiales.
Un caso paradigmático es la obra que "Pisca" menciona como un homenaje a Chiapas, cercana en su forma al Guernica, tal vez el trabajo más conocido del malagueño. “Tiene el mismo tamaño que Guernica, pintado de la misma manera”.
Garrote respondió preguntas en El Litoral. Foto: Guillermo Di Salvatore
Objetos, ensambles y el testimonio de la ciudad
Si "Mujeres cubista" habla desde el taller, la etapa que López Claro denomina Nueva Realidad habla desde la calle. Inspirado por artistas conceptuales, el arte pobre italiano y el informalismo, suma materiales que son testimonios de procesos sociales.
"La chapa de una casilla, el respaldo de una cama, un trozo de una remera roja colgada en el respaldo, trozos de madera quemada", enumera Pisca. Esos objetos son sinónimos de desplazamiento, expulsión, incluso precariedad urbana.
En esa transición, resulta imposible eludir a Antonio Berni. Así como Berni tuvo a Juanito Laguna y Ramona Montiel, López Claro compuso sus propias figuras sociales: "el chico de la costa de Santa Fe y Maribel, la madama de los prostíbulos imaginarios", explica Pisca.
Estudio listo. Foto: Guillermo Di Salvatore
Danza, vestuario y escenografía
Una de las claves de la obra de López Claro es su relación con la dramaturgia y la danza. María Brizzi, su compañera de vida, fue bailarina y escenógrafa. De modo que sus vestuarios y telas acabaron convertidos en "materia pictórica".
"Pisca" cuenta cómo el artista le pedía a su mujer que le lleve vestidos y otras prendas para poder incorporarlos al lienzo. Esas telas reaparecen como encajes y medias en muchos de sus trabajos.
Militancia, exilio y la paloma de Helsinki
López Claro fue también un artista atravesado por su tiempo. Cercano a la izquierda, afiliado al Partido Comunista, representó a la Argentina en el Congreso Mundial por la Paz en Helsinki, donde la paloma de Picasso fue ícono.
"Pisca" subraya la intensidad que tuvo esa experiencia. "César volvió más comunista que nunca. Y la paloma aparece en algunas de sus obras”.
Este compromiso político se traduce en episodios concretos como muestras levantadas, censuras y retiradas de salas, incluso en los años de la restauración democrática.
Guillermo Di Salvatore
Donación, gestión y curaduría afectiva
La conversión del taller a la institución se dio por voluntad del propio López Claro: donó su casa y gran parte de su obra a la Municipalidad de Santa Fe. El acto administrativo (y, podría decirse, afectivo) tuvo su escena pública.
Pisca relata la entrevista que pidió con Enrique Muttis, la presencia del crítico Jorge Taverna Irigoyen y la negociación para que la casa se convirtiera en museo.
"Él transmite la intención de donar su casa a la municipalidad de Santa Fe reservándose el usufructo para vivir ahí y donar el resto del edificio y 300 de sus obras", recuerda.
"Y pide mi nombramiento a la municipalidad de Santa Fe. A partir de ahí me hago cargo del Museo López Claro, con el cargo de curadora”.
Guillermo Di Salvatore
Identidad y dolor
A pesar de su prolífica producción, López Claro vivió la contradicción del artista reconocido localmente y subvalorado en las grandes plazas artísticas.
"Siempre sintió que le faltó reconocimiento. Le dolía ser apenas 'uno más' en Buenos Aires", expresó Pisca. Es el dolor de quien produce mucho y siente que su obra merece una lectura que exceda la comarca.
Para la posteridad
López Claro no tuvo descendencia, pero "Pisca" remarca que "los hijos de César son las pinturas". Es una genealogía distinta, que no incluye sangre pero si, metafóricamente, fragmentos de vida. Lo cierto es que Santa Fe heredó dos cosas de este pintor: un museo y una forma de mirar el mundo.
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