La selección de Placente perdió el partido que no había que perder, bajó mucho el rendimiento que había mostrado en el resto del torneo y se quedó con el subcampeonato ante un rival que lo superó y le ganó bien.
Tristeza: Maher Carrizo, sentado en césped tras la derrota ante Marruecos. Reuters.
Aquella decisión de Julio Grondona de hacer un “casting” en 1994 para ver quién tenía el mejor proyecto de juveniles para nuestro país, provocó la aparición de un hombre clave en la historia del viejo y glorioso fútbol argentino: José Néstor Pekerman. Un jugador correcto, que desarrolló gran parte de su carrera en Argentinos Juniors pero que luego se destacó con su trabajo de base, recorriendo el país y generando un proceso inédito y exitoso.
Placente ha sido, precisamente, uno de los “hijos” del proceso. Campeón del mundo en Malasia con Riquelme, Aimar, Scaloni, Samuel y compañía, este jugador que se destacó considerablemente como un lateral de mucho juego y llegada, tanto en River como en Argentinos Juniors, se quedó con la responsabilidad de conducir a un equipo que interpretó aquellos postulados que se hicieron carne en todo el proceso de Pekerman.
Pero se encontró, en esta final, con un rival que lo complicó desde el arranque. 1) Hubo una planificación del entrenador de Marruecos que superó a la de Placente. 2) Esto fue “reconocido” por Placente cuando pasada la media hora del primer tiempo, ya con el partido 2 a 0, sacó a un volante (Acuña) para poner un delantero (Silvetti) para no solo cambiar y jugar con dos centrodelanteros, sino también modificar el esquema defensivo y dejar de lado esa línea de 3/5 que no le estaba dando resultado.
Marruecos puso a Maamma bien abierto por derecha y no se pusieron de acuerdo Soler y Villalba para ver quién lo tenía que marcar. Y Maamma hizo estragos por derecha, como también ocurrió con Zabiri, el centrodelantero, que marcó los dos goles de ese primer tiempo. El primero, luego de una jugada muy dudosa en la que el DT marroquí pidió VAR para analizar tarjeta roja para Barbi, que salió desesperado a marcar a Zabiri luego de un pelotazo largo que encontró mal parada a la defensa argentina. Zabiri definió por arriba, la pelota no llegó al arco pero luego hubo una infracción de Barbi en la raya del área. Podría haber cobrado penal, pero el árbitro decidió que sea tiro libre y amarilla. De ese tiro libre llegó el gol de Zabiri, que le pegó muy bien y encontró una inadecuada respuesta de Barbi.
Precisamente, un desborde de Maamma por derecha, ganándole en el mano a mano a Villalba (de flojo partido), finalizó con un lindo centro al segundo para que Zabiri la empuje al gol. Fue el 2 a 0 que le estaba dando una clara e inobjetable victoria a Marruecos en ese primer tiempo favorable al equipo africano.
Fotos: Reuters
Tomó nota Placente y sacó a Villalba y a Pérez, que había pasado al mediocampo, para poner a Fernández en el fondo y a Andrada en el medio, ya con un decidido 4-4-2 y obligando a Soler a retroceder y a ser el encargado de marcar a una de las grandes figuras que tuvo el primer tiempo.
Cuando se jugaba el cuarto de hora, Placente echó mano a Subiabre para colocarlo en reemplazo de Sarco, tratando de encontrar jugadores con desequilibrio individual. El equipo de Placente hacía todo de manera muy forzada, sin frescura ni claridad y mucho menos inteligencia.
Fotos: Reuters
Todos los intentos de Argentina se desvanecían por la impotencia propia y también por el buen ordenamiento defensivo de un Marruecos que no sufría y se aprovechaba de una Argentina que apenas llevaba algo de peligrosidad cuando la pelota pasaba por los pies de Prestianni, que en el segundo tiempo se volcó por derecha y dejó el costado izquierdo para que por allí se tire Subiabre.
Nada cambió hasta el final. Argentina siguió teniendo la pelota y el terreno, pero le faltaron ideas y ni siquiera hubo presión física, en el final, para vender cara la derrota. Las dos veces que Placente utilizó la tarjeta verde, tampoco recibió el guiño del árbitro, por lo que no pudo aprovechar tampoco esa posibilidad.
El festejo final fue para Marruecos, que es el país que más ha crecido en el mundo si de fútbol se habla. Semifinales en el Mundial de Qatar, ganador de torneos en su continente (Africa), medalla de bronce en los Juegos Olímpicos del año pasado en París y este título mundial en juveniles, con un juego atildado, inteligencia táctica y un par de jugadores de gran partido, como Zabiri y Maamma, que fue el mejor de todos.
Argentina hizo un gran torneo, pero falló en el que no podía fallar. El rendimiento de la final no se acercó ni en lo más mínimo al de los otros partidos. Se perdió en todo y hubo un justo ganador. En un país exitista como el nuestro, es difícil ponderar cuando se pierde el partido que no se podía perder. Pero el respeto por el juego que hizo esta selección de Placente no merecía esta final en la que claudicó ante un rival que fue mejor.
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