Este domingo desde las 12:00 (hora argentina) se disputa la final del Mundial de fútbol de Qatar 2022 entre Argentina y Francia en el estadio Icónico de Lusail, con un sinfín de temas relacionados que se meten en la agenda.
El tradicional cuestionamiento hacia el plantel de "Les Blues" durante los últimos años habla de que "son todos nacionalizados". A pesar de la ascendencia africana predominante, podría no ser tan acertada esta crítica.
Este domingo desde las 12:00 (hora argentina) se disputa la final del Mundial de fútbol de Qatar 2022 entre Argentina y Francia en el estadio Icónico de Lusail, con un sinfín de temas relacionados que se meten en la agenda.
En medio de la emoción por este partido y la ilusión de que finalmente Lionel Messi pueda levantar la Copa Mundial de la FIFA, surgen ciertas críticas hacia la confección del plantel francés dirigido por Didier Deschamps.
Una de las más fuertes recae en el reclamo de que, supuestamente, la mayoría de los jugadores no son nacidos en Francia, sino que se trata de futbolistas africanos nacionalizados.
A pesar de la fuerte ascendencia africana ya establecida en la comunidad francesa consecuencia de los gigantescos procesos migratorios hacia Europa, producto en parte de las repudiables épocas coloniales que aún mantienen vigentes algunos vestigios, los datos dictaminan lo contrario a los reclamos.
De los 26 jugadores convocados por el cuerpo técnico francés para Qatar 2022, sólo tres deportistas nacieron fuera del país al que representan:
Steve Mandanda, arquero de 37 años nacido en Kinshasa, República Democrática del Congo. Actualmente en el Stade Rennais F. C., se mudó a Francia en su adolescencia y se nacionalizó para jugar en la selección sub-21.
Eduardo Camavinga, mediocampista de 20 años nacido en Cabinda, Angola. Actualmente en el Real Madrid, se mudó a Francia con un año de edad y recién obtuvo el reconocimiento como francés a los 17.
Marcus Thuram, delantero de 25 años nacido en Parma, Italia. Hijo del campeón del mundo Lilian Thuram, nacido en Guadalupe, un departamento de ultramar francés, y que se mudó a Francia de niño.
Por otro lado, 11 jugadores son nacidos en Francia, pero poseen ascendencia directa con algún país de África:
Decir que “Les Blues” hacen “trampa” no sería una crítica acertada al 100%. Resultaría injusto que un joven nacido y criado en un país, que adoptó su cultura y se siente identificado con sus emblemas, no tenga el derecho a representarlo.
Esto no quita el hecho de que exista una “zona gris” de deportistas nacidos en países europeos y con raíces africanas que deben escoger entre dos seleccionados y terminan optando por aquel que posee mayores aspiraciones.
Tampoco se debe dejar de lado en el análisis de este cuestionamiento el hecho de que los procesos migratorios en cuestión resultan una consecuencia de las políticas colonialistas que implementaron las naciones europeas en los siglos pasados, tal como se mencionó anteriormente.
A pesar de que en el caso de Francia no hay estrictamente un alto número de nacionalizados, se trata de una problemática que atraviesa a varias selecciones y cada vez es más cuestionada.
De momento, la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación) no ha puesto límites a la cantidad de jugadores nacionalizados que una selección pueda ubicar en su plantilla. Un ejemplo de esto es el de la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto), que sólo permite un jugador nacionalizado por cada equipo a lo largo de todo el torneo.
En Qatar 2022, contrariamente a lo que se suponía, Marruecos es el seleccionado con mayor cantidad de miembros no nacidos en su país: 14. Le siguen Senegal y Túnez con 12.
Cabe destacar que en estos casos, el proceso es inverso. Se trata mayoritariamente de hijos o nietos de inmigrantes africanos que en las últimas décadas arribaron al continente europeo.
Argentina es uno de los únicos cuatro equipos que no cuenta con jugadores no nacionalizados. Brasil, Arabia Saudita y Corea del Sur son los otros con plantilla 100% nativa.