El día 5, tras dos jornadas intensos y calurosos en París, similares a los que pasamos en Marsella (allí con el debut de Los Pumas incluido), nuestro próximo destino era la Costa Oeste francesa, más precisamente La Baule-Escoublac, la ciudad base de Los Pumas y de la Misión Francia.
El viaje, otra vez eterno. Tres horas y media en tren a París, escala similar y otras tantas horas hasta llegar a destino. En el medio, una pérdida de valija, que pudo ser recuperada, en primera instancia gracias a Olivier. Un francés que hablaba muy bien español (y muy fuerte, lo retaron por ello ja!) y que nos ofició de traductor del responsable de la estación de trenes de La Baule, que más allá de no entendernos, siempre se puso disposición. Y el otro que se la jugó fue el colega vasco residente en París, Pablo San Román, que fue a buscar el bulto y nos lo trae en unos días.
Más allá de ese contratiempo, llegamos a nuestro departamento. El mismo, ubicado frente al mar. La verdad, pasamos de la locura parisina y marsellesa a la tranquilidad casi total de La Baule. Acá, tipo 18 horas, ya hay muy poca gente en la calle y se empieza a oler comida, porque cenan muy temprano.
Tras recorrerla un poco como para conocer (previa compra en un súper), al menos lo más cercano, con Lichi coincidimos en que La Baule es lo más parecido a Seaheaven, aquella ciudad ficticia que ofició de gran escenografía en la película “Truman Show”.
Una imagen de la Costa Oeste a la altura de La Baule. Crédito: El Litoral.
Día 6 en Francia: Caminata costera
Luego de la primera noche en “nuestra Seaheaven”, nos levantamos con esa tranquilidad que da el mar enfrente. Desayunamos y nos dispusimos a esperarlo a otro amigo y colega, Frankie Deges que está parando en Nantes, distante a unos 70 kilómetros de La Baule. 8.30 debíamos estar en el Centro de Conferencias Jacques Chirac Atlantis, donde un entrenador y dos Pumas iban a hablar.
Cuestión: Frankie nos avisó que estaba en el medio de un embotellamiento (demoró 3 horas y media para hacer esos 70 km), que vayamos. Estábamos a algo más de tres kilómetros y fuera de estado ja.
Así que no quedó otra que calzarnos la mochila y empezar a caminar por la Avenida L´Ocean. No nos quejamos (sí nos cansamos), el camino fue realmente muy lindo.
Por la tarde, ya con Frankie entre nosotros, emocionantes (¿?) quince minutos iniciales de la práctica de Los Pumas en el Complex Sportif des Salines, donde se encuentra la cancha (lookeada con los colores argentinos) del equipo de rugby de La Baule.
Luego, una recorrida por la Villa Batz Sur Mer, cercana a La Baule, que confirmó más aún nuestra teoría inicial: toda la zona es Seaheaven.
Lugares históricos, pintorescos, una catedral del Siglo XIII, un monumento a oficiales caídos en la Primera Guerra Mundial. En fin, historia pura, en lugares remotos.
La Chapelle Notre Dame du Mûrier en Batz Sur Mer. Una capilla que tiene en su costado un recordatorio a militares franceses caídos en la primera guerra mundial. Crédito: El Litoral.
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