(Enviado Especial a Buenos Aires)
Hizo un golazo de tiro libre y salió cuando faltaban minutos para el final. Algo infrecuente pero que encendió una luz amarilla. ¿Irá a La Paz?
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Extrañó a propios y extraños. Al principio se pensó en una “estrategia” para que la gente lo ovacione. Y que estaba acordado. Después, las palabras de Scaloni prendieron la luz amarilla de alerta. “Me pidió el cambio”, dijo el entrenador. ¿Qué pasó?. Cuanto menos, una rareza absoluta, algo infrecuente, impensado, inusual e inesperado.
Messi tuvo una molestia física y, en realidad, su presencia en la altura de La Paz para jugar el martes con Bolivia está en duda. Más que eso, está en riesgo y por razones que no son comunes, tratándose de Messi.
Al margen de esto, nunca la altura fue amigable con él. Como toda regla, tiene su excepción. Fue en aquel inolvidable 3 a 1 en Quito cuando nos metimos en el Mundial de Rusia. En La Paz, a Messi no le fue bien. No se sintió cómodo, en algunos casos se lo vio sufriendo el partido y esto va más allá del resultado en sí.
El, más que nadie, sabe cómo y de qué forma cuidar su cuerpo. Quiere jugar todo, hasta un “barrio contra barrio” si se lo proponen. Pero hay límites. Empiezan a haberlo. A pesar de que él se encargue siempre de superarlos.
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