Nadie ha podido contar mejor que Cherquis Bialo la vida de Monzón. Y tampoco nadie, con una precisión “quirúrgica”, reflejó la historia de aquél 7 de noviembre de 1970, cuando Carlos derrotó al campeonísimo Nino Benvenuti en Roma.

Contó sus anécdotas con el campeón (escribió su biografía) y dijo que “su relación con Locche era muy buena y con Bonavena era muy mala”.

Nadie ha podido contar mejor que Cherquis Bialo la vida de Monzón. Y tampoco nadie, con una precisión “quirúrgica”, reflejó la historia de aquél 7 de noviembre de 1970, cuando Carlos derrotó al campeonísimo Nino Benvenuti en Roma.
—Ernesto, siempre digo que esa fecha, hasta que alguno de los dos equipos salga campeón, es la más importante de la historia de Santa Fe. ¿Exagero?
—¡De ninguna manera...! Es una de las fechas más importante de la historia del deporte argentino. Mirá, Fangio fue la suma de éxitos producto de su genialidad incomparable.. Y después Monzón... Lamentablemente, la mini serie ha mancillado la historia deportiva de Monzón.
—No le gustó...
—¡Es una ofensa a la memoria del deporte! Se ha degradado la gesta deportiva de un campeón incomparable para priorizar el drama del final. El guionista pensó: “¿tenemos un criminal?, ¡hablemos del criminal!”. Monzón defendió 14 veces su corona, se retiró campeón, desechó millonarias ofertas para seguir, pero no les interesó el deportista. Es cruel, injusta y subjetiva.
—¿Nota el favoritismo entre lo que marcó el final y lo que fue el resto de su historia?
—Mirá, el tipo que ponen con el faso en la boca y la botella de whisky, el que le pega al cieguito porque le pide limosna y a la señora que quiere subir al colectivo, es el tipo que fue campeón del mundo, que vino de la nada, salvándose de inundaciones en San Javier, que construyó su casa con sus propias manos, que desafió al raquitismo, a una fístula anal, a una insuficiencia respiratoria y a unas manos débiles con las que hizo todas sus peleas, que retiró a todos sus rivales, que está en el hall de la fama y es uno de los mejores boxeadores de la historia. Es una ofensa a la historia deportiva de la Argentina y una inadmisible degradación del deportista.
—¿Cómo era la relación de Carlos con Locche y Bonavena?
—Extraordinaria con Locche y muy mala con Bonavena. Con Locche tenía un diálogo frívolo, campeonatos de cuentos, trucos extraordinarios y el tema de las mujeres estaba sobre la mesa porque eran dos muchachos rapiditos...
—Le gustaban mucho las mujeres, ¿no?
—¿Con las mujeres?... Eran más rápidos que sobre el ring.
—Otra mentira entonces de la mini serie: su supuesta enemistad con Locche...
—En nombre de la licencia del drama, aparece Monzón yendo a buscar a Locche a un cabaret, con sus dos “barras”. ¡Y está Brusa allí! ¿Te imaginás a Brusa en un cabaret con Monzón?
—Habiéndolo conocido a Amílcar, de ninguna manera...
—Mirá, Monzón es un producto de la cultura Brusa, que fue el verdadero padre de Monzón. El único que podía darle órdenes a Monzón, era Brusa. Cuando Amílcar fue a visitarlo a la cárcel de Batán, después de mucho tiempo sin verlo, lo encontró con un faso en la mano. ¿Sabés lo primero que se le ocurrió a Brusa?, gritarle: “¡Carlos, ¿qué está haciendo?, largue ese cigarrillo!”... ¿Brusa en un cabaret con Monzón?, ¡por favor!
—¿Por qué se llevaba mal con Ringo?
—Porque Ringo era difícil, celoso, tenía cierta envidia, muy “gorila”, muy pro-militar... Bonavena no podía entender cómo Monzón era campeón de los medianos y colgaba el buzo en el balcón del hotel Astoria en San Remo... Bonavena llamaba a los fotógrafos para que le tomaran fotos al buzo que había usado ese día y el día anterior... Bonavena defendía a Galíndez...
—Carlos fue a la pelea de Locche con Pambelé...
—Fue después de ese famoso balazo en el omóplato... Yo viajé con Carlos. Había que sacarlo del país aquella vez y fuimos a Venezuela. Fue la noche que en la que le hizo frente a los policías en el medio de la calle, se desabrochó la camisa y les gritó “Ahora, tiren”... Llegamos al hotel después de la pelea y veníamos con cuidado por si había alguno a las vueltas. Y Carlos le dijo al conserje: “Lo peor es que sacaron las armas y no tiraron!... ¡Un loco! En los códigos de Monzón, si sacás no tirás.
—Una vez, en San Justo, peleó el Zurdo Herrera y Amílcar lo vio desconcentrado y le tiró fuerte de las patillas para hacerlo reaccionar. ¿Alguna vez lo hizo con Carlos?
—Sí, en la revancha con Emile Griffith en Montecarlo. Fue después de la muerte del hermano, en un año traumático... Carlos estaba extenuado, le tiró de las patillas y le dijo: “¡Vamos Carlos, carajo... Que el Abel te está viendo!”. Fueron palabras mágicas... Por eso me da bronca lo de la mini serie, porque toma el objeto delincuencial de la vida de Monzón pero no toma la parte del deportista, que fue el más grande de todos...
—¿Está al tanto de lo que ocurrió con sus monumentos?
—Mirá, debemos respetar que Monzón es un símbolo idealizado para la configuración del femicida. Esto es inevitable y no admite más juicios de valor. Pregunto: ¿Monzón fue a la cárcel?, ¿se defendió con armas legítimas, con el código y sin utilización de subterfugio político ni chicanas?, ¿estuvo en tres establecimientos penales?, ¿cumplió la condena?, todas las respuestas son afirmativas. ¿Utilizó las influencias para irse del país?, no... Entonces, ¿qué hay que reclamar?. Monzón fue el único argentino preso en una época de privatizaciones de empresas, grandes negocios, dólar a un peso y donde se compraba todo; Aerolíneas, el gas, el agua... No digo que Monzón era un señor inocente, pero se comió toda la galletita de punta a punta. Y murió trágicamente, mejor para él porque su vida hubiese sido un tormento.
—¿Alguna vez lo encaró mal?
—Uff... Mirá, yo me opuse terminantemente a la separación de Monzón del Luna Park porque sacarlo a Monzón del lado de Tito Lectoure fue una locura... Monzón se enojó... ¡Estaba tan enojado que empecé a entrenar para amortiguar el primer golpe! (risas)... Cuando se retiró del boxeo, dejó a Susana Giménez y los amigos del campeón empezaron a desaparecer, tuvo un gesto extraordinario: nos invitó a cenar, a mí y a Tito. A su manera, pidió disculpas de su enojo. Terminó el encuentro invitándonos a conocer su departamento en O’Higgins y Sucre, el que compartió con Susana... ¡Con un mal gusto! ¡Tenía un yacuzzi al borde de los pies de la cama! (risas).