La estimación del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA ratificó que la pobreza y la indigencia bajaron en 2025, aunque en menor magnitud que la mejora marcada por los datos oficiales.
Informe
La UCA ratificó una caída en la pobreza, aunque por encima de los datos oficiales
El Observatorio de la Deuda Social Argentina ubicó la pobreza en 36,3% en el tercer trimestre de 2025, por debajo del pico de 2024, pero más que las cifras del INDEC. El trabajo advierte que persisten las deficiencias estructurales en las condiciones de vida de los argentinos.
En su informe anual “Nuevo escenario político-económico: Estrés y bienestar en una Argentina en transición”, presentado este jueves, el organismo dirigido por Agustín Salvia, indicó que la pobreza medida por ingresos se ubicó en el 36,3% de la población al cierre del tercer trimestre de 2025, mientras que la indigencia en el 6,8%.
Sin embargo, marcó distancia con la medición del INDEC. Las estadísticas oficiales habían ubicado la pobreza al 31,6% en 2025 y la indigencia en 6,9%, con una baja de casi 10 puntos frente a 2023. Para la UCA, la mejora existe, pero es más modesta. De todos modos, la institución privada marcó que el registro es el más bajo desde 2018.
El estudio se realiza en base a la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) realizada en aglomerados urbanos de más de 80.000 habitantes, con 3.000 hogares relevados y un error muestral del 1,8%.
Estabilización parcial
El trabajo de la UCA liga la caída de la pobreza a tres movimientos de la economía en el último año: la estabilización inflacionaria después del shock de 2023, una recuperación parcial de los ingresos y el despliegue de programas de transferencias.
En el corto plazo, el freno a la escalada de precios y cierta recomposición de salarios y haberes —sumada al refuerzo de ayudas en los segmentos más castigados— se tradujeron en menos hogares por debajo de la línea de pobreza y menos personas en indigencia.
Pero el Observatorio pidió “matizar las mejoras”. "La mejora relativa observada entre 2024 y 2025 no constituye, al menos por ahora, evidencia de un cambio estructural en las condiciones de vida", señala el informe.
“Su sostenibilidad en el tiempo y su capacidad para generar cambios persistentes al interior de la estructura social aún deben ser evaluadas. En este sentido, persisten dudas respecto de si estas mejoras representan una recuperación duradera o solo un alivio transitorio”, plantearon.
Estratos y modelos
El informe vuelve sobre un dato incómodo que recorre todo el período 2010-2025: la pobreza y la indigencia muestran “pisos estructurales” que la economía argentina no logra perforar.
En estos 20 años, la indigencia se movió en torno al 5% de la población y la pobreza nunca bajó del 25%, incluso en fases de crecimiento y con fuerte expansión del gasto social. Al mismo tiempo, entre el 30% y el 40% de los hogares urbanos pasó a depender, en distintos momentos, de programas de transferencia de ingresos.
La radiografía por estratos indica que en el sector medio alto, la pobreza alcanza al 3,5%. En el sector medio bajo, trepa al 28,4%; el estrato “bajo” llega al 57,1% y en el “muy bajo” sube al 71,8%.
Siete de cada diez personas en el escalón más vulnerable siguen siendo pobres, aun con la mejora global de los indicadores. La pobreza crónica —los hogares que fueron pobres en 2024 y siguen siéndolo en 2025— afecta al 29,9% y se concentra en esos estratos bajo y muy bajo.
Durante la presentación del informe, Agustín Salvia buscó desmarcar el diagnóstico de la disputa partidaria de coyuntura y planteó dos modelos sin “importar quién gobernó".
El modelo de la "posconvertibilidad" con fuerte protección social pero alto nivel de informalidad nunca logró perforar el núcleo de pobreza ni integrar al 50% de la fuerza de trabajo desempleada o en empleos precarios. Identificó, en segundo lugar, la emergencia de un “modelo libertario” al que definió como “proinversión y proexportación”, marcado por las desregulaciones de estructuras previas para favorecer la inversión privada, pero que “no está consolidado”.
“Aparece la crisis de un modelo agotado y la emergencia de un nuevo modelo libertario. Hay un cambio evidente de paradigma. Pero no está consolidado. Hasta acá es la expresión de un deseo. Se está desarmando lo viejo, pero no se está construyendo lo nuevo”.
Canastas desfasadas y distintas encuestas
La discusión estadística dio lugar a un planteo de método. El equipo que encabeza Salvia pone el foco en dos cambios que, a su juicio, distorsionan la película social que muestra el INDEC.
Por un lado, el Observatorio señala que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) redujo el subregistro de ingresos desde fines de 2023. Es decir: los encuestados declaran hoy más ingresos que antes, por cambios en la forma de relevar y procesar datos. Eso hace que la pobreza “baje más” en los papeles, aun cuando la mejora real sea menor.
Por otro lado, la UCA vuelve sobre un reclamo de larga data: la Canasta Básica Total (CBT) que usa el INDEC para medir quién es pobre y quién no sigue basada en patrones de consumo de 2004/2005, en lugar de la estructura relevada en 2017/2018.
Si se aplicara esa canasta actualizada —que pondera de otro modo el peso de los servicios en el presupuesto familiar—, el umbral de ingreso para no ser pobre subiría con fuerza: de 1,213 millones a 1,942 millones de pesos, según el ejercicio que hace el equipo de ODSA.
“En la coyuntura, la mejora relativa reciente en la pobreza por ingresos podría estar sobreestimada por cambios en el sistema de precios (tarifas y servicios), que modificaron la proporción de gastos fijos y variables de los hogares y redujeron la capacidad real de consumo”, subraya el informe.
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