"Milei expresa y radicaliza las ideas de las derechas argentinas"
"Hay un orgullo por ser de derecha inimaginable hace diez años", dice Sergio Morresi, autor junto con Ernesto Bohoslavsky de "Historia de las derechas argentinas. Desde fines del siglo XIX hasta Milei".
"Durante la década del 20 se termina de conformar esa familia liberal conservadora y al mismo tiempo en su mismo núcleo social empieza a formarse algo mucho más chiquitito, a lo que nosotros llamamos la familia nacionalista reaccionaria". Crédito: Archivo El Litoral.
El investigador Sergio Morresi traza, en diálogo con El Litoral, una línea histórica que abarca desde el nacimiento de las ideas "de derecha" en el país, su desenvolvimiento en distintos períodos, la categorización social y hasta terminológica de sus implicancias, y el actual período de reivindicación y auge.
- ¿Desde cuándo podemos decir que Argentina tiene una derecha?
-Desde que hay elecciones libres a partir de la reforma electoral de 1912. Antes se puede pensar en elites más o menos cerradas, con ciertas orientaciones. Pero también desde el momento en que la inmigración empieza a difundir el socialismo, el comunismo y el anarcosindicalismo. Partes de esas élites dijeron esto no. Ahí empieza a desarrollarse una sensibilidad que uno podría llamar de derecha, en respuesta a lo que en aquella época se llamaba la amenaza maximalista y también ante el avance del radicalismo, que se sentía en cierto sentido representante de la Patria, la Constitución y las libertades, pero que estos sectores veían como mucho más tolerante ante el maximalismo, el juvenilismo, la idea del cambio desbocado, además de considerarlo incapaz, venal y poco apto para gobernar a la patria.
- ¿La derecha cómo reacción al aluvión inmigratorio?
-Lo modularía un poco, porque eran esas mismas élites las que lo habían impulsado. Lo que no aceptaban tan fácilmente era que tuvieran sus propias ideas, proyectos y no se asimilaran políticamente del modo que ellos pretendían, aunque sí lo hicieron culturalmente. Las actividades de los primeros sindicatos y la reforma electoral que permite la expresión del socialismo en Buenos Aires y del radicalismo en todo el país marca el inicio de lo que uno puede llamar una derecha política en Argentina.
-La reforma de 1912 la hace la élite porque veían que el régimen como estaba no funcionaba bien. Pero lo hicieron pensando que ellos lo iban a conducir. ¿Qué pasó cuando ganó Irigoyen en 1916?
-Fue sorprendente para quienes habían impulsado la reforma porque entendían que ellos eran de alguna manera los que debían mantener una tutela sobre la sociedad. Pero más que el triunfo de Irigoyen lo que hace a continuación, que es empezar a hacer política de un modo muy similar a cómo se venía haciendo, interviniendo las provincias en las que los conservadores seguían siendo fuertes y ninguneando al parlamento donde la elite tradicional consideraba que tenía algo para decir, buscando sacarse la tutela de la elite de encima y dándole a la presidencia un lugar de mucha fuerza. Entonces empieza a pensarse la política de otra manera porque ven que con las nuevas reglas del juego este nuevo actor, reprochable por su procedencia y sus modos, juega a la política mejor que ellos. Hay una especie de desesperación frente a algo que se les escapa de las manos.
Familias
- La derecha argentina tiene dos familias: una conservadora-liberal y otra nacionalista-reaccionaria. ¿Empezó siendo liberal-conservadora?
-Durante la década del 20 se termina de conformar esa familia liberal conservadora y al mismo tiempo en su mismo núcleo social empieza a formarse algo mucho más chiquitito a lo que nosotros llamamos la familia nacionalista reaccionaria que se nutre en buena medida de ideas que estaban circulando por el mundo, sobre todo en Europa, de un nacionalismo más orientado a la derecha. Lo que empieza a verse en los años 20 es una vertiente reaccionaria e iliberal del nacionalismo que entendía que las elites liberales habían permitido desnaturalizar a la Nación, dictando una Constitución que no era propia para nuestra patria, dejando entrar a fuerzas como el radicalismo que desmerecía su espíritu y dejando que camparan a sus anchas los maximalistas, socialistas, comunistas y anarcosindicalistas. Empiezan a pensar que quizá la solución no estaba dentro de la democracia liberal, sino en otro lado.
- ¿Quién da el golpe del 30 y cuáles son las condiciones a partir de las cuales crece el nacionalismo reaccionario?
-Durante todos los años 20 hubo circulación restringida y relevante de ideas en las élites, pero también en las Fuerzas Armadas que a partir de entonces van a ser un actor fundamental en la política argentina hasta la última dictadura. El liberalismo conservador empieza a desesperarse porque el radicalismo parecía imbatible, principalmente la vertiente que ellos más resistían que era la de Irigoyen. Yo diría que al golpe lo dan todos los sectores opuestos a Irigoyen, excepto las izquierdas: los nacionalistas reaccionarios, los liberales conservadores y sobre todo la UCR Antipersonalista. Hay muy poca presencia militar, porque si bien la primera etapa del gobierno la encabeza Uriburu, ese fue un golpe cívico. Hay un intento muy breve de implementar las ideas más nacionalistas, corporativistas, integristas, pero que no tienen éxito porque los otros aliados de ese gobierno golpista son sectores liberales y conservadores que sienten que ellos están para revalidar la Constitución de 1853 y para tutelar a la sociedad.
-En la década del 30 aparece el tema de la corrupción, que como ustedes señalan es muy importante para el crecimiento del nacionalismo reaccionario y que se convierte en una tradición de la historia argentina.
- El problema no es tanto el hecho de corrupción sino la forma de comprenderlo. Los nacionalistas reaccionarios la veían no solamente como el acto venal de algún edil o funcionario, sino como la expresión de que Argentina estaba en decadencia y que solo podía salvarse por medio de un golpe de timón que lograra regenerar la moral social. Cuando estos actores señalan actos de corrupción lo que dicen es que el sistema está mal. Algo muy similar a lo que va a suceder mucho más adelante, cuando se diga que el problema es la casta.
"Quienes se sentían de derecha preferían otros nombres como nacionalista o conservador. Había una impugnación muy fuerte de la que participaban todos los actores. Pero el ciudadano, el votante, no tiene ningún problema en usar las palabras y entenderlas". Crédito: Archivo El Litoral.
Peronismo
- ¿Cuál fue la relación de la derecha con Perón?
-La familia liberal conservadora, en general, estuvo en contra. Muchos de ellos no pudieron formar parte de la Unión Democrática pese a que la apoyaron porque los radicales los vetaron. También hay que pensar que, en algunas provincias, varios líderes conservadores que habían tenido relevancia en años anteriores fueron fundamentales para que el peronismo tuviera una red propia en esos lugares. Pero los dirigentes de la primera línea estuvieron en la vereda de enfrente y van a dejar de ser antirradicales o anticomunistas, para pasar a ser antiperonista. Con los nacionalistas reaccionarios pasan diferentes cosas al mismo tiempo. Algunos van a pensar en Perón como aquel que viene a realizar sus sueños ansiados. Algunos incluso se van a integrar al peronismo. Otros van a entender que la adopción de sus ideas es demasiado selectiva, por lo tanto, incompleta y destinada a fracasar, aunque no se oponen. Finalmente hay sectores más elitistas que entienden que Perón le sacó sus banderas para pervertirlas, que hace un uso estético del nacionalismo y que por más que algunas políticas parezcan hacer avanzar al nacionalismo, lo que están haciendo es estancarlo, destruirlo, pervertirlo y ellos sí se quedan afuera. Hay temas de esta familia que Perón no toma, como el antisemitismo, por el contrario, es uno de los primeros países que reconoce la creación del Estado de Israel en 1949, tiene un ministro judío y lanza una campaña contra el antisemitismo.
- ¿Qué papel jugo en estas décadas y hasta el golpe de 1955 la Iglesia Católica?
-Tuvo una especie de reverdecer doctrinario y de inserción en la religiosidad popular en la década del 30 donde seguramente tuvieron mucho que ver los medios de comunicación, con una prensa más accesible, una población más letrada, la posterior aparición de la radio, y finalmente, con el peronismo, la concreción del sueño tan ansiado de que la educación religiosa vuelva a ser obligatoria. Buena parte de la Iglesia desde el año 45 apoyaba a Perón y llamaba a sus feligreses a votarlo. Ahora, en la medida en que el peronismo se iba desarrollando como un gobierno que se pensaba y se presentaba revolucionario, fundador de una nueva Argentina, muchos sectores eclesiásticos empezaron a tomar distancia. Después de la muerte de Eva empieza una relación de jugadas tácticas en las cuales Perón va tratando de minar a esa iglesia que se le quiere autonomizar, mientras que sectores católicos entienden que hay una suerte de paganismo en el culto al líder, a la jefa espiritual de la Nación, que hay una apertura inconveniente a nuevas espiritualidades como la autorización a los evangélicos y otras religiones. Y que eso es percibido como un ataque. Muchos han señalado el nacimiento del Partido Demócrata Cristiano como lo que finalmente terminó de romper la relación. Pero claramente era algo que venía tensionándose desde antes porque la Iglesia se pensaba a sí misma con un rol mucho mayor que el peronismo le adjudicaba.
- ¿El golpe del 55 puede ser interpretado como una restauración de los liberales conservadores?
-Al golpe lo dan las dos derechas juntas, con un apoyo civil mucho más amplio. Los meses de Lonardi son el intento de que los nacionalistas reaccionarios vuelvan a tener la oportunidad que habían perdido en el gobierno de Uriburu, pero tampoco funciona. Ahí arranca un proceso de liberales conservadores en el poder y también tutelando desde afuera los gobiernos civiles.
Ideario
-En el libro cuentan que en la segunda mitad de la década del 50 empiezan a aparecer institutos y economistas que difunden las ideas neoliberales que son las que van a alimentar y condicional a los gobiernos.
-Dentro del liberalismo conservador, claro, empieza a haber una renovación intensa a nivel intelectual, con un mayor peso de Buenos Aires, pero también en algunas provincias hay partidos tradicionales, como el viejo Partido Demócrata, que mantienen sus redes. En otros casos empiezan a surgir nuevas redes partidarias como el Autonomismo Liberal en Corrientes. Acá uno podría empezar a hablar de dos familias liberal conservadoras, una de Buenos Aires, muy vinculada a estas nuevas ideas que recién están empezando a circular de una forma más rápida, y otra vinculada al modelo agroexportador pampeano.
- ¿Son las décadas de oro del liberal conservadurismo, donde los nacionalistas reaccionarios quedan expresados por situaciones puntuales como el surgimiento de Tacuara?
-El mundo del nacionalista reaccionario siempre fue más pequeño, más peleado entre sí, a diferencia del liberalismo conservador que, a pesar de sus tensiones y peleas, podían convivir. El nacionalista reaccionario es un mundo de muchos caciques y pocos indios, que después de la experiencia de Lonardi se ve que no tienen futuro y el hemisferio derecho de la política quedó claramente hegemonizado por el liberalismo.
- ¿El golpe de 1976 vuelve a marcar la integración de las dos familias de la derecha en el gobierno sintetizados por Martínez de Hoz en Economía y Díaz Bessone en Planeamiento? ¿También clausura la manera de acceder al poder de las derechas en Argentina, que fue a través de militares?
-Eso terminaba siendo un problema porque cada vez que había elecciones la derecha no tenía un partido o tenía demasiados partidos y entonces no podía funcionar. Eso no quiere decir que no había gente dispuesta a votar a la derecha. En la elección de 1973 sacó el 20% de los votos, cerca de los que sacó el radicalismo. No eran los suficientes para ganar una elección, pero eran un piso importante.
Los '80 y '90
-¿A partir de la década del 80 se ven obligados a generar una herramienta electoral?
-Después de la última dictadura la derecha entiende que hay que jugar con las nuevas reglas y ven que el esfuerzo anterior no fue en vano porque la sociedad se había transformado, lo que Martínez de Hoz llamó un cambio de mentalidad. Además, con el triunfo de Alfonsín se cae el mito de que el peronismo era imbatible en las urnas y por lo tanto había incentivos para ir por allí. La Ucede, que fue la apuesta liberal conservadora, fue creciendo durante toda la década del 80 con una mirada de apego a las reglas democráticas y al mismo tiempo una oposición muy cerril al gobierno radical y a la vertiente demócrata cristiana del peronismo que parecía encarnar el liderazgo de Cafiero.
-Ustedes destacan lo buenos comunicadores que son los dirigentes de la derecha que, como alguna vez admitió Lorenzo Pepe, ganaron la batalla ideológica.
-En un momento comunicacional distinto como era el de los 80, lo que pasaba en los pocos canales de televisión que había se mostraba en todo el país que repetían los programas de Buenos Aires. La Ucede había conseguido dos diputados, pero lo que decían se convertía en tema de discusión nacional. Alsogaray diciendo que le dan a la maquinita de imprimir pesos quedó en el imaginario general y sirvió para que los siguieron votando. También decía que el argentino medio pensaba como como un liberal en su vida cotidiana pero después votaba el radicalismo o al peronismo porque la educación política es otra cosa. Pero poco a poco fue horadando.
- ¿Qué pasó en le década del 90 con las ideas liberales? ¿Por qué terminan hegemonizando el gobierno de Menem?
-Es difícil meterse en la cabeza de Menem, pero es parte del espíritu de época también. Cuando gana se cae el Muro de Berlín, se disuelve la Unión Soviética y en un mundo hegemonizado por Estados Unidos, se ofrece como vía de inserción a las políticas promercado en una sociedad que también se había transformado desde el Rodrigazo en adelante. Pero además el efecto de la hiperinflación del 89 y del coletazo de 1990 hace que, como dice Mariana Heredia, todos nos convirtamos en el sujeto de la teoría económica, nos comportemos como maximizadores de beneficios, a que no le importe más nada porque la inflación te lleva a eso. Hay un punto donde la sociedad estaba preparada para ese cambio de timón, más la situación internacional. De hecho, la Ucede se incorpora al gobierno de Menem, pero también se incorporan al peronismo los nacionalistas reaccionarios, el Modin que se incorpora al gobierno de Duhalde.
Kirchnerismo y PRO
- ¿Para las derechas el kirchnerismo fue un paréntesis?
-No se si un paréntesis, porque en realidad nunca se fueron, siempre estuvieron ahí. En las elecciones de 2003, Menem ganó con un discurso de dolarizar la economía y volver a los 90 y el tercer lugar fue para Ricardo López Murphy, que venía a reivindicar su plan de ajuste fallido durante el gobierno de la Alianza. Sumados sacaron el 41% de los votos con la crisis presente en la vida cotidiana, lo que quiere decir que para ese porcentaje de gente el problema no era el modelo sino alejarse del modelo. También es cierto que parte de la ciudadanía va a terminar apoyando a Kirchner, sobre todo en los primeros años, donde efectivamente hay un muy buen manejo de la economía que permite lanzar políticas reparadoras.
-Mientras eso sucedía empieza a constituirse el PRO…
-Meses antes del estallido de la convertibilidad y del voto bronca empiezan las primeras reuniones. Kirchner fue un paréntesis porque a diferencia de lo que pasó en otros gobiernos como los de Menem, Frondizi, Illia y Alfonsín, el gobierno de Kirchner fue muy impermeable a que entrara esa gente porque su identidad estaba puesta en decir nosotros no somos eso. Entonces, ante esa falta de permeabilidad, la única opción que quedaba era la electoral. Y a diferencia de otros emprendimientos anteriores, el PRO aprende la lección que es que no se puede tener un partido de ideas, hay que tener un partido que gobierne en algún lugar. Y qué mejor lugar que el de la ciudad de Buenos Aires, que además es un bastión antiperonista donde a las terceras fuerzas siempre les va bien. Lo había intentado hacer Cavallo con Beliz en los años 90.
- ¿Al PRO lo incluyen dentro de la familia liberal-conservadora?
-Si, aunque permeada por muchas ideas nuevas. Nosotros polemizamos con ese gran escritor y analista político que es Jorge Asis que lo llamaba el Tercer Gobierno Radical porque si bien el radicalismo era importante, fue un gobierno sobre todo del PRO que pertenece a la familia liberal conservadora que tradicionalmente desprecia el radicalismo. Sucede ahora con Milei que puede tener aliados del radicalismo, pero al mismo tiempo toda su manera de entender la política es en contra del radicalismo.
Milei
- ¿Qué es Milei? ¿Pertenece a alguna de las familias? ¿Es una tercera nueva?
-Nosotros usamos en el libro la palabra fusionismo, que era utilizada por la derecha norteamericana en las décadas del 50 y 60. En Argentina si bien eran muy desiguales las dos familias se fue produciendo un fusionismo pero no desde el punto de vista intelectual o partir de una persona, sino que le fue pasando a la gente. Es difícil decir desde cuándo, aunque hay algunos atisbos en las marchas contra el campo. Yo creo que es a partir de las marchas autoconvocadas de 2012-2013 en grandes ciudades donde empieza a verse gente muy distinta. También lo vimos en la desilusión que generó el macrismo en una parte de sus votos que no lo consideraban un gobierno de derecha, sobre todo cuando Macri manda a discutir el aborto legal. Ese fue un parteaguas para una parte de su base electoral de derecha. Milei es el producto de este fusionismo, porque si bien él se presenta como un anarcocapitalista libertario, es una fusión y una radicalización de todas las derechas, que solo funciona en la medida en que siempre se esté apostando un poco más. Pongo siempre los mismos ejemplos. En los 70 en toda América Latina había dictadura, todas eran sangrientas, ahora tantos muertos y robarse a los bebés, solo acá. En los 90 toda América Latina estaba privatizando, pero a la petrolera estatal solo en Argentina. Y ahora, en esta ola de nuevas derechas, la nuestra también tiene un poquitito más.
- ¿Por qué le ha costado tanto a los argentinos identificarse de derecha?
-Es una palabra manchada por años de dictaduras terribles no solamente para las izquierdas, también para toda la sociedad por represivas, malos resultados económicos y por desastres militares. Pero incluso antes de las últimas dos dictaduras, uno podía ver que la palabra derecha no se usaba mucho en Argentina. Quienes se sentían de derecha preferían otros nombres como nacionalista o conservador. Había una impugnación muy fuerte de la que participaban todos los actores. Pero el ciudadano, el votante, no tiene ningún problema en usar las palabras y entenderlas. Es más un problema de la dirigencia política. Ahora eso también volvió a cambiar. Así como en 1928 existió una Confederación de Derecha ahora La Libertad Avanza, al menos sus dirigentes medios, se identifican como orgullosamente de derecha. El presidente no solo se participa del Cpac sino también del Derecha Fest. Hay un orgullo por ser de derecha inimaginable hace 10 años.