También hubo que esperar largos años para volver a sentir su magia con el balón en los pies en suelo santafesino. Y fue una revolución la ciudad con su llegada, como seguramente sucederá mañana cuando ingrese a la Tecnológica para jugar showbol. En 1991, un Diego Armando Maradona que en ese momento estaba purgando una condena de 15 meses por doping y por lo tanto se encontraba lejos del fútbol profesional, llegó a Santa Fe para ser la estrella en la apertura del estadio de fútbol 5 Nery Alberto Pumpido, ubicado en el club Ateneo Inmaculada.
Desde 1981, cuando jugaba en Boca Juniors y con su pelo enrulado y sus jóvenes años dibujaba con la pelota, que Diego no visitaba nuestra ciudad. En el medio, había conseguido el título mundial en México 1986 y el subcampeonato en Italia 1990 con la selección, y se había cansado de festejar campeonatos con el Nápoli italiano. Por eso, cuando el 23 de diciembre de 1991 entró al estadio, los mil presentes explotaron en aplausos. Era el ídolo máximo y todos estaban a la espera de su regreso al fútbol profesional, más allá de que en ese momento él afirmaba que esa idea no estaba en sus planes.
Los encargados de traerlo fueron Miguel Torres del Sel, Nery Pumpido y Ricardo Giusti -ambos jugaban en la primera de Unión en aquella época. Incluso, Giusti después fue uno de los gestores de que Diego jugara en Newell's de Rosario en 1993.
Pero, como sucederá mañana en la Tecnológica con el showbol, Maradona fue el centro de un grupo de estrellas que se acercaron a Santa Fe para compartir con el “10” un rato de distensión y alegría junto a una pelota. Así, también jugaron en el Ateneo Oscar Ruggeri -quien era el capitán de la selección nacional dirigida por Alfio Basile y trajo a Diego en su auto particular-, Ricardo Gareca, Alejandro Mancuso, Esteban González, Sergio Batista, el mismo Pumpido, Domenech, Bisconti y Boggio, entre otros.
Partidos con estrellas
En la calurosa noche santafesina previa a la Navidad de aquel año, se disputaron dos partidos amistosos, ante un marco de público que se deleitó con la habilidad de los protagonistas.
En primer término, jugaron los integrantes del ya famoso trío Midachi, con Miguel, Dady y el “Chino”, más el árbitro Carlos Mastrángelo, Carlos Toyé, Troncone, el “Oreja” Fernández y el arquero de Unión Varisco, quienes se enfrentaron a un combinado de veteranos de Unión y Colón, con Nepote en el arco, Zimmerman, el “Chango” Cárdenas, el “Turco” Alí, “Copito” Andrada y Lheritier. Ganaron los veteranos en un apretado partido, por 9 a 8.
Y luego fue el turno de las máximas figuras. Con la camiseta de Vélez se presentó el equipo de Maradona, obviamente con él al frente, y acompañado por Pumpido, Ruggeri, los hermanos Batista (“Checho” y “Bocha”), Gareca, Esteban González, Mancuso, Boggio, Cuffaro Russo, Miguel Torres del Sel. A ellos se enfrentó un combinado de jugadores profesionales de Unión y Colón, conformado por Oscar Passet, Siviero, Ferrer, la “Pepa” Armando, Leguizamón, Dante Fernández, Darío Cabrol, Cornaglia y Luis Tomé, entre otros. Como puede notarse, en los dos equipos había una gran mayoría de jugadores en plena actividad, por lo que el encuentro resultó muy atractivo. A pesar de eso, Diego no estaba entrenando y por lo tanto se cansó. Muchos recuerdan un momento en el que paró en una esquina y dijo con total sinceridad, entre la agitación y las sonrisas: “¿Cuándo termina esto, che?”.
Al final, ganaron las estrellas, con un Maradona que fue creciendo de a poco y terminó jugando un segundo tiempo bárbaro, en el que anotó tres goles. En el primero, la “mató” con el pecho y, antes de que caiga el balón al piso, le pegó en el aire y convirtió, quedando tirado y festejando. Después, anotó otro de “cucharita”, por encima del arquero, y el mejor fue el tercero: pared con Torres del Sel y luego una definición bárbara por debajo del cuerpo del arquero Passet.
Lo más lindo se vio en cada festejo del “10”, que se acercó a los muchos chicos presentes a un costado de la cancha para compartir la alegría con ellos.
Después, llegó el turno de los autógrafos y de las fotos multiplicadas, a las que Diego se prestó con simpatía. Fue la última vez que estuvo en Santa Fe. Ya pasaron 16 años. Y mañana, la historia volverá a encontrarlo con la ciudad que fundó Garay.






