En 2009, Santa Rosa (La Pampa) se convirtió en la primera ciudad del país en prohibir el funcionamiento de cabarets y whiskerías. “Hasta ese momento, éramos un municipio proxeneta”, afirmó Mónica Molina, funcionaria municipal de Santa Rosa, en el Congreso de la Red Infancia Robada.
“El primer paso fue descabezar al equipo de inspectores municipales por corrupción, ya que gozaban de favores sexuales a cambio de las actas que labraban”, contó. Según las “libretas de pases”, se descubrió que al menos 480 mujeres habían pasado por esos prostíbulos en sólo dos años.
La prohibición se replicó en otras localidades pampeanas, Neuquén, Mar del Plata y Villa María.
En abril de 2012, Paraná también aprobó una ordenanza que prohibe los locales -no importa la denominación- que son pantallas de prostíbulos. “Había 8 prostíbulos, de los cuales 4 estaban habilitados. Los cerramos a todos, aunque los dos últimos nos costaron bastante”, relató Cristina Melgarejo, directora de la Mujer de la Municipalidad de Paraná.
Actualmente, 45 mujeres participan de los cursos de capacitación laboral para encontrar una alternativa a la explotación sexual. “Es un proceso largo y complejo, pero con el apoyo del Estado, ellas pueden hacer otra cosa de sus vidas”, concluyó.
En agosto pasado, Santo Tomé aprobó una ordenanza que prohibe los cabarets o whiskerías. Los locales que ya están habilitados tendrán dos años para dejar de desarrollar estas actividades.




