Prohibicionismo: leyes que penan la actividad. Castiga, pero no previene. Las penas recaen sobre las mujeres explotadas, casi nunca sobre los proxenetas.
Reglamentarismo: busca darle un marco legal y regular la actividad, que es considerada un trabajo. La realidad no cambia y se legaliza el sistema prostituyente: los tratantes y rufianes pasan a llamarse comerciantes.
Abolicionismo: pretende que ningún ser humano sea explotado, prostituido u oprimido. Busca un cambio social. La esclavitud actual superó con creces las cifras históricas, pero bajo una forma más civilizada.




