"Como en casa": residencias de la UNL, una oportunidad para estudiar y vivir en Santa Fe
Entre rutinas, apuntes y mates compartidos, estudiantes universitarios cuentan cómo fue dejar su ciudad y encontrar en la beca de la Universidad Nacional del Litoral no solo un techo, sino un espacio donde habitar el presente y proyectarse a futuro.
Convivencia, estudio y el valor de tener un hogar propio para un joven que viene a cursar de afuera a Santa Fe, valores que los estudiantes destacan de las becas de residencias de UNL. Foto: Flavio Raina.
De un departamento sale el aroma del almuerzo de unos jóvenes antes de salir a cursar. Por la ventana de otro se puede ve a una chica repasar apuntes sobre la mesa, mientras toma un mate, con la ropa de fondo secándose en la estufa. En el pórtico de entrada entra un chico montando su bicicleta, con auriculares colgando en el cuello y mochila colgando sobre los hombros. Mientras, por los parasoles verdes de la fachadas se cuela un hilo de sol de una de las primeras frías mañanas del otoño santafesino.
En ese ir y venir de tareas, tiempos y sueños, se desenvuelven los jóvenes que habitan las residencias de la Universidad Nacional del Litoral. Espacio que, según relatan los propios estudiantes, se vuelve algo más que un lugar para vivir: un hogar compartido.
Las residencias de la UNL, ubicadas en Ciudad Universitaria sobre la Ruta 168, ofrecen 240 plazas para estudiantes que acceden mediante becas.
Un lugar que cambia todo
Micaela tiene 28 años, estudia Licenciatura en Terapia Ocupacional en la Facultad de Bioquímica. Desde que en 2021 accedió a una de las becas de residencia de la UNL, su experiencia universitaria cambió por completo. "Había venido a vivir a Santa Fe un tiempo antes, pero pagando alquiler, servicios, comida... Cuando entré a vivir a la residencia fue otra historia. Para como un nuevo comienzo para mí", cuenta.
Lautaro se vino a Santa Fe de Esperanza a los 19 años para cursar la Licenciatura en Obstetricia en la Facultad de Medicina. Desde hace tres años, también vive en la Ciudad Universitaria. "Cuando me mudé a la ciudad fue un poco caótico. Al principio vivía en otra residencia paga, más alejada. Cuando pude acceder a la beca de la UNL y mudarme acá, sentí que por fin me hacía mi propio huequito", relata.
"Acá me pude organizar, vivir y ser estudiante en plenitud", cuenta Micaela, quien convive con otras dos compañeras en el departamento. Foto: Flavio Raina.
Las becas de residencia de la UNL permiten a estudiantes del interior y de otros puntos del país poder cursar sus carreras en Santa Fe sin tener que afrontar los altos costos de alquiler. Cada departamento alberga a cuatro jóvenes, y están equipados con cocina, habitaciones, baño, calefacción y espacios de estudio.
"Vengo de una familia numerosa y un hogar chica", cuenta Micaela. "Volverme los fines de semana no me servía para estudiar. Acá encontré estabilidad y pude ser estudiante en plenitud. Tengo todo lo que necesito. No tener que viajar todos los días, ni pensar en pagar el alquiler... Todo eso te da otra cabeza para estudiar. Hasta tenemos el predio para hacer deportes. En las residencias me siento cómoda, como en casa", sintetiza Micaela.
"En ese lío, yo me encuentro", resume Lautaro valorando el escritorio como su espacio propio dentro de la residencia. Foto: Flavio Raina.
Lautaro coincide en la comodidad que encontró para vivir y dedicarse al estudio: "Antes volvía todos los fines de semana. Ahora ya me quedo casi siempre. Mis amigos están acá. Incluso ahora los que vienen son mis viejos, a visitarme. Formé mi rutina acá y ya estoy cerca de terminar la carrera"
Vivir con otros, aprender de todos
La vida compartida en los departamentos requiere acuerdos, respeto y autogestión. Así lo comentan los propios jóvenes. De parte de la gestión institucional de las residencias, les indican también que deben establecer criterios de organización y limpieza para hacer amena la convivencia.
Micaela Lescano cursa Terapia Ocupacional y cuenta que en la residencia encontró su lugar para estudiar y hasta darle rienda a su emprendimiento de costura. Foto: Flavio Raina.
"Con el tiempo armamos una relación muy linda. Para cuestiones de limpieza nos repartimos las tareas por días. Y si alguien viaja el fin de semana, deja todo limpio antes. Para comer no tenemos pautas fijas, cada una respeta el tiempo de la otra", explica Micaela.
En su casa compartida, cada una tiene su "lugar designado". En el caso de Micaela, es la mesa del comedor. "Acá estudio, como, miro series y puedo poner mi máquina de cocer de mi emprendimiento", dice. "La mesa ya tiene mi nombre", comenta entre risas.
En el complejo habitacional, cada departamento aloja a cuatro estudiantes y está equipado para la vida académica. Foto: Flavio Raina.
Lautaro también se encontró en su lugar: el escritorio de la planta baja. "Ahí tengo todas mis cosas: apuntes, libros, la compu, auriculares y hasta ropa", cuenta, a la vez que reconocer que "está un poco desordenado porque estamos en época de exámenes, pero es este caos yo me encuentro", dice mientras ríe.
En cuenta a la convivencia, explica Lautaro, "se fue construyendo con el tiempo". "Nos sentamos al principio y pusimos algunas reglas para evitar malos ratos: ruidos, visitas, horarios. Ahora casi todas las noches cenamos juntos. Somos de distintas carreras, pero ese momento de la noche lo compartimos para ponernos al día sobre en qué anduvo cada uno".
Una beca que hace la diferencia
La UNL cuenta con 240 plazas de residencia, otorgadas mediante becas gestionadas por la propia universidad y por ATE. Los departamentos se encuentran junto a la Ciudad Universitaria, por ruta 168.
Las residencias de la UNL, ubicadas en Ciudad Universitaria sobre la Ruta 168, ofrecen 240 plazas para estudiantes que acceden mediante becas. Foto: Flavio Raina.
Para acceder a una de las plazas, hay que cumplir requisitos socioeconómicos y de rendimiento académico -deben aprobar el 50% de las materias del año anterior-, y las pueden solicitar tanto jóvenes que vienen a Santa Fe a estudiar del interior de la provincia, como de otros lugares del país y de la propia ciudad, en caso de que se requieran por situaciones de especial vulnerabilidad social. Aquellos que resultan beneficiaros solo pagan los servicios que consumen.
Cristian E. Vázquez, secretario de Bienestar Universitario de la UNL, explicó que las becas de residencias son una herramienta estratégica de inclusión que va más allá de facilitar un techo.
En el complejo habitacional, cada departamento aloja a cuatro estudiantes y está equipado para la vida académica.
"La UNL, a través de la Secretaría de Bienestar Universitario, tiene la responsabilidad de acompañar la trayectoria académica y garantizar el bienestar integral", subraya. En ese sentido, enumera los comedores universitarios con menús accesibles, la oferta deportiva en el predio UNL‑ATE, los programas de salud mental y los sistemas de movilidad sostenible. "Entendemos al estudiante como una persona con múltiples dimensiones", agrega.
Según Vázquez, el valor de las residencias adquiere "un soporte vital". "Brindan un espacio digno y seguro para enfocarse en la formación. Además promueven comunidad, sentido de pertenencia y redes entre jóvenes que comparten una etapa clave de sus vidas. Estudiar lejos de casa implica un esfuerzo económico y emocional; por eso acompañamos con equipos sociales y de salud que hacen seguimiento permanente", define.
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