La artista albano-británica redobló su apuesta como figura de estadio entre vestuarios, visuales y coreografías, pero con su voz, su carisma y su sensualidad como armas principales. Como en otros países cambió la canción local de una fecha a la otra, con una sorpresa.
Dua en la nube, emergiendo del ascensor que la llevó en el comienzo a la cima del arco que cruza el escenario del Radical Optimism Tour
El sábado por la noche, en el estadio Antonio Vespucio Liberti (hoy rebautizado Más Monumental por el sponsoreo) concretó su segundo concierto en el país la estrella doblemente internacional Dua Lipa: internacional por éxito, pero también por ser británica de padres albanokosovares y nacionalizada albanesa. La hija mayor de Dukagjin Lipa y Anesa Rexha (vinieron con ella, junto con su hermana Rina; el joven Gjin no fue de la partida) llegó en el marco del exitoso Radical Optimism Tour, llegando a la categoría de artista de estadio en nuestro país (su visita anterior había sido en el Hipódromo de Palermo). Desde temprano, un público heterogéneo en edad, género, estética y otras variables sociológicas empezó a colmar la sede millonaria, demostrando que para la morocha visitante rige la transversalidad.
En la ocasión, Yami Safdie fue la soporte elegida para cumplir con lo estipulado en la Ley de la Música. A las 20.30, la juvenil cantautora salió en formato dúo más pista, junto a su guitarrista Nico Sanmartí. De vestido rosa con brillos, botas y tapadito de piel sintética, presentó: esta canción es para agradecer”, antes de “Tengo”. Agradeció a Dua y su equipo por elegirla, contó que el día anterior fue “un showsazo” y “hoy por lo menos no nos mojamos”.
Nuevamente guitarra en mano, contó: “De mí se dicen muchas cosas: hay gente que dice que pagué por este acá, que mi papá es millonario. Yo sé el trabajo que realmente implica”. Dedicó entonces la folk “Luis”, su himno anti hater.
Se puso tropical en “Tu versión de la historia”, con Nico en la eléctrica. Empezó a despedirse: “Esta la compuse para la nueva novia de mi ex: era “De nada”. “Si la Yami de hace unos años viera esto se volvería loca”, comentó antes de “Querida yo”, y pidió linternas para el adiós con “En otra vida”.
Ya con Safdie fuera del escenario, y mientras el equipo preparaba el escenario, la bandeja superior hacia la ola para matar el tiempo.
Llevada en andas cual vedette de revista, pero sin dejar de cantar: la morocha tiene aire para hacer todo bien al mismo tiempo y disfrutarlo. Foto: Gentileza DF Entertainment
Bien arriba
A las 21.25 las luces se apagaron y arrancó el primero de los cuatro actos en los que se divide el show. Una ola gigante apareció en las pantallas y en el escenario, bajo el arco que llevaba a la plataforma de los músicos. Dúa emergió por ascensor en una nube de humo, con body plateado y botas a juego, abriendo con “Training Season”; rodeada de un cuerpo de baile mixto, vestidos en negro y dorado (corsé las chicas, corsé-faja los muchachos), entre fuegos artificiales. Abordó ese upbeat con su voz profunda y personal, administrando la sensualidad de sus movimientos.
En el mismo beat, entre abanicos de plumas, pasó “End of an Era” con sabor disco, enganchada con “Break My Heart”. Pidió “un poco de ruido, por favor” (en castellano), antes de que la levanten en posición horizontal, como vedette de revista. Encaró por primera vez la pasarela, con su clásico gesto de apoyar la lengua en los premolares izquierdos, entre papelitos rojos. Se quedaron bailando ahí “One Kiss”, que supo publicar junto Calvin Harris. El confeti colorido acompañó la prolongación dance, con las coristas tomando las voces y el cuerpo de baile mostrando lo suyo.
Furia disco
Ahí dio paso al segundo segmento, con las bailarinas en lamé plateado y la protagonista en ligas guantes y body calados sobre culotte y corpiño (la base del vestuario). Encaró el midtempo de “Whatcha Doing” desde una silla, sabedora de que su menor contoneo genera reacciones, sumando a los muchachos. Las cámaras fueron al bajista Matthew Carroll (también director de la banda) y las coristas Ciara O’Connor y Naomi Scarlett (coros), cuando dibujaron las primeras líneas del hit “Levitating”, entre más pirotecnia.
La argentinidad afloró en el “Olé, ole olé olé, Dua, Dua; Lipa recorrió la valla sacándose fotos con fans: una fue Pilar, que cuando su ídola le preguntó “¿Quieres saber una foto?” en castizo respondió “of course”. Agustín, vestido de clown vaquero, le preguntó “¿la estás pasando lindo?” y la descolocó. Una brasileña le dio “La hora de la estrella” de Clarice Lispector en inglés, para que lo comente en su podcast literario (sí, además tiene tiempo de leer y recomendar: bien lo sabe Selva Almada).
Se quedó la boa de un tal Mauro y fue junto a la banda a la punta del pasillo, para “These Walls”, con ella en el centro del círculo de intérpretes: Carroll, O’Connor, Scarlett, Sophie Galpin (guitarra, percusión, coros), Alex Lanyon (guitarra, coros), Adam “Smiley” Wade (batería) y Georgie Ward (teclados). “Muchas gracias Buenos Aires por darme esta experiencia. Es la segunda noche acá en River Plate. No puedo creer estos momentos, ayer fue increíble, creo que hoy va a ser mejor. Siempre cantó una canción del país en el que estoy. Descubrí una canción de un grupo que ahora me encanta. Vamos a cantar ‘Tu misterioso alguien’” (dedicando así la segunda noche a Miranda!; el primer día versionó “De música ligera” de Soda Stereo). Una trompeta pisteada convocó a una bailarina solitaria en lo alto, frente a un amanecer/eclipse en la pantalla; abordando “Maria” con sabor acústico desde las guitarras y tumbado salsero en el piano, sobre el beat bailable.
Nuevamente se apagaron las luces: era hora del tercer acto. Las danzarinas en corsé negro y sus compañeros con faja acompañaron un interludio "aerobic" sobre la estructura de “Physical”, con voz en off de la cantante. Pasaron a la canción cuando salió Dua en un body rojo brilloso ceñido en el cuello: como Elektra de la Marvel de caravana en Studio 54; enmarcada en una coreografía que sumó tubos de luz.
Ganaron la catwalk para “Electricity”, colaboración de hace unos años junto a Silk City (Marc Ronson y Diplo): bailaron en ronda, tomados de las manos, y empalmaron “Hallucinate” entre láseres: a pesar del ritmo intenso, la morocha mostró que tenía aire para “pelar” voz, con el ensamble saltando entre el cotillón volador. Subieron y remataron el segmento dance con “Illusion”, en la que la de las cejas con personalidad se acopló a la coreo compleja (sí: hace todo bien y lo disfruta).
Emociones
El Acto IV comenzó con un video de un caballo al trote, como frases de canciones como subtítulos. Volvió la banda y Dua de vestido largo (en realidad otra pieza enteriza con falda de flecos) e infaltables guantes negros, para “Falling Forever”; ahí ganó el centro arriba junto a las coristas, para tirar unas armonías a tres voces. Siguió con “Happy for You” con fondo de cielo azul con nubes, hasta que bajó por el ascensor, dando tiempo para un solo de batería virtuoso (y “palero”, como dicen los jazzeros).
Galpin tomó el violín para unirse a las líneas de “Love Again”: Dua fue sola al corredor, con cowboys en las visuales. Bajó al nivel de las vallas cantando, escoltada por bailarinas que le pusieron un tapado largo. Así fue a una “isla” en la segunda mitad del predio, para estar más cerca del campo trasero y la cabecera popular. Jugó a hacer aullar a un lado y otro, y terminó entre llamaradas. “Muchas gracias por su amor, su energía, su apoyo”, retomó en castellano. De nuevo en inglés pidió: “Para la próxima canción quiero que todos prendan sus luces”. En ese mar de estrellas artificiales arrancó a solas con el piano la baladística “Anything for Love”. Tiró un beso a alguien y se ganó una ovación; puso una carita soñadora, se mordió el labio y dejó cantando al público solo.
Sin el tapado agradeció en inglés a los presentes: “Soy muy afortunada de tenerlos a mi lado. Esta canción me acompañó lo largo de mi carrera, es de mi primer álbum, y la cantaré hasta el final”; así presentó “Be the One”. Recorrió el camino de regreso, se subió a la valla en la mitad y organizó a la gente para que no se apriete, y repasó los estribillos filmándose con el celular de un fan; llegó para terminar la canción en el escenario principal, antes de salir. Pero no era el final.
Last dance
Los bises comenzaron con “New Rules” a pura pista electrónica y nuevo cambio de vestuario: body y accesorios dorados de princesa asiática, con logo de Chanel en la gargantilla. Las bailarinas llevaron un catsuit negro con brillos, y todos saltando entre luces robóticas. Con los músicos de vuelta fueron a “Dance the Night”, que se unió al groove disco de la consagrada “Don’t Start Now”; se sumaron los bailarines en musculosa y pantalón con brillos, como un firmamento. Entre nuevos papelitos, Dua sonrió, poniendo esta vez la lengua sobre los incisivos. La despedida fue con “Houdini”, sus sintes vintage y la atmósfera disco funk, con los últimos fuegos artificiales y un solo de guitarra sobre lluvia de chispas ígneas sobre el escenario.
Esa fue la despedida final, con las luces a negro y la vuelta de la iluminación de estadio. El público encaró la salida mientras sonaba en los parlantes “I Wanna Dance with Somebody (Who Loves Me)” de Whitney Houston, llevándose la magia de haber sido testigos del momento de gracia de una artista: como ver a Madonna en el Blond Ambition World Tour de 1990. Como modelo a seguir, ícono LGBT o la “khe mujer” definitiva, Dua Lipa ha llegado para quedarse.