"Acá estoy": el libro que ayuda a los chicos a entender la muerte
Con ternura y poesía, Magela Demarco aborda el duelo infantil desde el amor, la permanencia emocional y la posibilidad de seguir acompañando desde otro lugar.
Un fragmento del libro de Magela Demarco. Foto: Editorial La Brujita de Papel
Hablar de la muerte con las infancias es un terreno difícil. Pero también necesario. Eso lo sabe bien la escritora y periodista Magela Demarco, que acaba de publicar"Acá estoy", un libro infantil que nace desde la herida, pero se convierte en abrigo.
Ilustrado por Caru Grossi, el cuento aborda el dolor por la pérdida física de un ser querido y propone una narrativa sensible, amorosa y poética para acompañar el duelo.
Con más de una decena de títulos publicados en Argentina, España, Colombia, México y Perú, Demarco admite que este libro fue el más difícil de escribir.
"Hace muchos años que quería hacerlo, pero no pude hasta hace relativamente poco. Desde chica vivencié varias muertes físicas de personas muy importantes en mi vida que me llenaron de enojo y una profunda tristeza", señala.
Editorial La Brujita de Papel
Entre esas pérdidas está la más dura de todas: la de su papá. "Murió cuando yo tenía 27 años. Fue el golpe más duro porque él era mi lugar seguro en la vida. Cuando él murió, me sentí desabrigada por completo".
Un cuento que contiene
"Acá estoy" es mucho más que un cuento sobre la muerte: es un relato sobre la permanencia emocional de quienes nos marcaron con su amor.
"Cuando un ser querido se va, nos inundan las preguntas. Y sentimos que nuestro mundo se oscurece, se detiene, se desmorona. Este libro habla del dolor de las pérdidas, pero también cuenta que las personas que se van nos siguen acompañando: en el viento, en el aroma de las flores, en las mariposas, en las canciones compartidas", dice la autora en la contratapa del libro.
Sostener la esperanza
Demarco logra poner en palabras lo que a muchas personas adultas les cuesta: cómo hablar de la muerte sin asustar, sin ocultar, sin negar el dolor, pero también sin perder la esperanza.
Gentileza de la autora
"Este libro, que me llevó muchos años poder escribir, surge como un deseo profundo de intentar ser abrigo para aquellas personas que atravesaron o están atravesando la pérdida de algún ser querido", explica.
"Cuando sienten que su mundo se desmorona y que no pueden volver a pararse, que puedan vislumbrar una lucecita a lo lejos, una mariposa, una vaquita de San Antonio, unos pasos, un sendero, un abrazo calentito", asegura.
Seres que siguen presentes
-En el libro se percibe una espiritualidad que no responde necesariamente a una religión, sino más bien a un vínculo emocional y simbólico con quienes ya no están. ¿Cómo construiste esa mirada y cuánto influyó tu propia historia familiar en esa construcción?
-Si bien soy católica, una católica del siglo XXI, aggiornada en algunas cuestiones en las que la religión quedó vetusta, fue recién después de publicado que caí en la cuenta de que la historia nos albergaba a todos, más allá de las creencias.
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Siento que a veces somos canales para transmitir mensajes universales, que les sirven a todos o, por lo menos a muchos.
Lo que yo quería era transmitirles a esas personas que pierden a un ser querido es que tuvieran la tranquilidad de que esos seres las siguen acompañando, de diferentes y múltiples formas.
Que amplíen su mirada, que miren la vida en detalle y los van a encontrar. Porque eso es lo que no pude ver, en lo que no me pude detener por mucho tiempo.
Y si lo hubiera podido percibir antes, lo hubiera podido haber transitado mejor. Pero, a veces los tiempos tienen su razón de ser, y hoy, el regalo a mí misma y a quien pueda ayudar es "Acá estoy".
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Puentes al alma
-¿Sentís que en el mundo adulto hay una dificultad para acompañar los duelos de niños y niñas? ¿Cómo creés que los libros como "Acá estoy" pueden ayudar a abrir esas conversaciones en las casas, en las escuelas, incluso en los consultorios?
-Creo que a muchos adultos nos faltan palabras para hablarles y comunicarnos con los niños. Y los adolescentes. Sobre todo en temas más profundos, complejos o angustiantes para nosotros mismos, como puede ser la muerte.
Entonces, preferimos evitarlo. Pero su necesidad de hablarlo está. Lo veo cada vez que voy a las escuelas. Visito muchos colegios y noto esta necesidad de ser escuchados, tienen muchas preguntas y reflexiones.
Gentileza de la autora
Creo que los libros son puentes directos al alma y lo veo en cada persona que se contacta para agradecerme este u otros de mis libros como “Sola en el bosque”, que aborda el abuso sexual infantil y la violencia familiar o “Un papá intermitente”, que habla sobre los padres ausentes.
No le llegás de la misma forma a un peque dándole información dura que leyéndole un libro. Un libro les permite conocer distintas historias, identificarse con algunas, que reconozcan situaciones, les dispara preguntas, reflexiones, proyecciones.
Poner palabras a las cosas
-Ya con el recorrido de "Palabras semilla" como antecedente, ¿qué te enseñó el contacto con lectores sobre lo que buscan y necesitan hoy de los libros infantiles?
Siento que las historias les permiten ponerle palabras a las cosas que les pasan, que sienten y que tal vez les cuesta expresar, pero que en su mayoría nos pasan a todos.
Editorial La Brujita de Papel
Hay frases del libro "Palabras semilla" que las adoptaron como propias: las "palabras flecha", las "palabras mariposa", las "bocas picaflor", que digan "esa palabra me hace doler el corazón", "esa palabra me lastima" para mí es gratificante.
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