Farah e Invisibles vuelven a compartir escenario, como en los viejos tiempos
Las renacidas bandas se reencontrarán en Tribus Club de Arte. En diálogo con El Litoral, el Chino Mansutti repasó esta reunión de Farah, un cierre de ciclo pendiente, que acompaña el relanzamiento de su discografía.
Viejos amigos: Carolina Bordón (teclados), Gonzalo “Chino” Mansutti (guitarra, piano y voz), Valentín Macagno (guitarras), Santiago Fairfax (batería) y Gervasio “Russo” Arroyo (bajo). Foto: Gentileza DyM Prensa
El jueves 20 de noviembre, a las 21, dos bandas que marcaron el pulso del rock santafesino de comienzos de este siglo vuelven a los escenarios en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572): Invisibles en la Selva de Cemento y Farah se presentarán para mostrar sus clásicos y nuevas canciones
Con motivo de cumplirse el 20° aniversario de la salida de su primer EP, Farah se vuelve a reunir con su formación (casi) original para reeditar su discografía con material inédito en las plataformas digitales; también grabaron el nuevo/viejo single “Chiki” (compuesto en 2003, en los comienzos). El grupo está integrado por Carolina Bordón (teclados) Gonzalo “Chino” Mansutti (guitarra, piano y voz), Valentín Macagno (guitarras), Santiago Fairfax (batería) y Gervasio “Russo” Arroyo (bajo).
Por su parte, Invisibles en la Selva de Cemento se formó a principios del año 2006 y de a poco logró consolidarse en la escena local. Este grupo se gestó entre zapadas ocasionales en el patio de alguna casa santafesina. Durante esos años la agrupación recorrió gran parte del interior de la provincia. En 2008, luego de ganar el Pre Cosquín Rock, la banda se presentó en la fecha cierre de dicho festival en las sierras cordobesas compartiendo escenario con bandas como Los Piojos, León Gieco, Los Pericos, Dancing Mood, Nonpalidece, entre otras.
En Santa Fe se presentaron en fechas memorables como la Fiesta de la Cerveza (teloneando a Vicentico) y Música en el Río en tres oportunidades (abriendo para Kapanga, Auténticos Decadentes y Vicentico) Tras mucho esfuerzo y dedicación, en 2011 lanzaron su primera producción discográfica denominada “Invisibles en la Selva de Cemento”, grabada en los estudios “Circo Beat” de Fito Páez y Nómade por Alejandro Collados, y en El Pote por Luciano Luggren.
En 2025, y luego de 10 años de ausencia, volvieron al ruedo con la formación original, abriendo el show de Los Pérez García en Santa Fe, y realizando presentaciones en formato acústico. La banda está integrada por Rodrigo “Tato” Romano (guitarra y voz), Paulo Chiavarini (guitarra y coros), Gabriel Espósito (teclado y coros), Iván Gastón Meynet (guitarra), Gastón Tuler (bajo) y Luciano Grazzini (batería).
Las entradas están a la venta en boletería de Tribus y a través de Ticketway (puntos de venta online y físicos). Como anticipo, El Litoral conversó con Mansutti sobre esta idea de cerrar el ciclo de Farah, con todas las emociones que conlleva.
Reencuentro
-Después de 15 años de silencio se junta Farah. ¿Qué fue lo que lo llevó a decir “Ahora sí”?
-Una serie de hechos muy fortuitos. Yo no tenía pensado volver: no porque no quiera ni nada, sino porque hace 15 años que vengo muy enfocado en hacer discos míos, y era algo que había dejado atrás, como toda evolución. Ya estaba pensando en el próximo disco mío; pero pasaron un par de cosas.
La primera es que Valentín volvió de Manchester: él fue miembro fundador y primer guitarrista, vivió muchos años allá, donde hizo su carrera como productor. Cuando volvió a Santa Fe nos juntamos todos los de esa primera formación a comer un asado para recibirlo, eso fue en mi casa.
Lo primero que ocurrió esa noche es que me acordé que tenía el backup de “Del otoño que lastima”, en DVD; en esa época se hacía el backup de las pistas en DVD, porque no existían los pendrives con tanta capacidad o discos externos. Se backupeó entero ese disco en nueve o diez DVD.
Entonces se lo di para que me lo digitalice, me lo ponga a salvo; porque dije “esto se va a romper”, y se lo llevó a la casa. Le dije: “Ahora que estás de vuelta a Santa Fe y que va a estar al pedo sin laburo un tiempo, agarrá y salvarme los archivos de esto”. A la semana me llamó, me dijo: “Ahí lo abrí y hay un tema que grabaron y no se editó”; él ya no estaba cuando hicimos “Del otoño que lastima”; estuvo durante primer EP, se hizo en el 2005.
Nadie se acordaba: pero sí, efectivamente habíamos grabado un tema del repertorio de ese momento y no quedó en el disco. que así que le pedí que lo mezcle y lo edite al tema ese, que se llama “Una palabra en tu lugar”. Fue re loco, porque cuando lo escuché por primera vez escuché mi voz 20 años más joven; así que nos juntamos de vuelta para escuchar el tema.
Y ahí dijimos: “Vamos a subir toda la discografía, que no la tenemos en Spotify: no hay nada”. Nos dimos cuenta de que teníamos el primer EP de cuatro o cinco temas, que no estaba subido; “Del otoño que lastima”, esta vez con el tema inédito; y teníamos la mitad del segundo disco que se alcanzó a grabar. Después se cortó ese segundo disco, porque me fui a Europa y no volví más: quedó la mitad grabada y eso estaba dando vuelta por YouTube. No había una edición oficial de eso, que tenía cuatro temas: uno era “Frágil”.
Buscando toda la discografía perdida por Internet, y cosas que teníamos, encontramos muchas grabaciones de consola de recitales de esa primera época. Y había un tema que tocábamos mucho en esa primera época, que no se había grabado y no entendemos por qué no terminó elegido para ser grabado en el disco, porque era un tema importante. Sobre todo en la primera época, porque fue uno de los primeros temas que yo llevé a la banda, cuando se murió mi amigo Chiki.
Así que decidimos juntarnos a grabar, esta vez desde cero, un tema viejo, uno de los primeros. Y estuvo buenísimo, porque fue volver a juntar a la primera formación para hacer algo de verdad: fue lindo porque tratamos de encontrar ese sonido que hubiésemos buscado en aquella época; escuchando un poco los recitales a ver cómo sonábamos, cuál era la búsqueda, y grabamos el tema “Chiki”.
Así que ahí dijimos: “Listo, ya estamos recontra embalados, hagamos un recital. Hagamos ese último recital que no pudo ser en su momento”, básicamente por culpa mía. La banda nunca se separó. La banda tocó, después me fui un mes y no volví más, volví al año; y encima volví con otra idea en la cabeza: con ganas de tocar la guitarra criolla y el bombo legüero. Empecé con mi carrera solista y nunca hubo último recital, ni siquiera una decisión formal de separar la banda.
Así que básicamente es juntarse a celebrar estos 20 años de cuando nos juntamos por primera vez esa primera formación, y hacer también el último recital que no se hizo nunca.
Aquellas búsquedas
-¿Cómo pasaron del asado a ese momento de volver a encontrarse en el estudio para grabar? ¿Qué les pasó volviendo a compartir un tema, con recursos técnicos diferentes? Es un mundo que Farah no había vivido, ni las plataformas tampoco.
-Totalmente: re loco. Me doy cuenta que pudimos hacer un montón de cosas que en aquel momento no podíamos: primero porque no teníamos guita, segundo porque no teníamos acceso a tecnología como para hacer sonar las cosas como hubiésemos querido, no teníamos recursos. Entonces también fue como decir “ahora sí” y darnos ese gusto.
Después es re loco volverte a juntar con tus amigos de hace 20 años, que no lo hacías. Verte que estás en otra sintonía: yo seguí estando en la actividad, Valen un poco también; pero el Russo más o menos, la Caro tampoco. Amalgamar todo eso al principio me ponía re exigente, re nervioso; y después me daba cuenta que no pasaba por ahí. Fue muy emotivo también: no revisé mucho esa parte de mi vida musical en estos últimos años; entonces me sirvió como para revisarlo y aprender a valorarlo.
No me escucho nada, no me gusta, pero lo tuve que hacer; y me sorprendí bastante: hay un montón de cosas que cambiaría, obviamente, un montón de cosas que no me representan; pero me sorprendí sobre todo con esa primera época de Farah, con los temas de esa primera formación que era una época bastante dark, bastante oscura, bastante experimental. No volví a hacer eso nunca más, entonces estuvo bueno encontrarse con ese yo.
-El único que no está es el baterista original.
-No tenemos relación con ese primer batero: Rodrigo Rivero, hijo del Pipi Rivero. Era muy buen batero, tenía un Octapad electrónico: algo muy común ahora en todas las bandas, pero hace 20 años era re loco. Tocaba las baterías electrónicas desde ahí y las mezclaba con las baterías acústicas. Me encontré con un montón de cosas que uso mucho ahora: no sabía que hace 20 años tenía esa búsqueda, en épocas donde no era tan común.
Hay muchos temas de Farah donde tocó el piano, que básicamente los tocaba porque tenían orquestaciones de cuerdas (violín, cello) y lo teníamos que tocar en vivo; entonces la Caro tocaba los violines y yo los pianos. Hoy podés disparar las cuerdas, entonces no tiene ningún sentido: en aquel momento no se podía o por lo menos nosotros no sabíamos cómo hacerlo, no era tan común.
-Tocar con pistas.
-Claro: tocábamos con metrónomo, pero lo disparamos con un MP3: hacíamos un montón de cosa bastante extrañas para lograr resultados que se logran hoy de manera mucho más fácil. Eso me flasheó también: en algún punto fue... no vamos a decir fue una banda adelantada, porque es mentira; pero sí que pretendía cosas que pasaron un poco después. Por lo menos con nosotros, que pudimos hacer un poco después de manera más orgánica.
-¿Y el segundo batero?
-Fue Lucio Casco, que ahora es guitarrista: tiene una banda en Córdoba y un trío, vino a tocar hace poco a Santa Fe. Pero se fue hace mucho tiempo a vivir a Córdoba y era un lío, porque los temas hay que ensayarlos un montón: por lo menos para mí son bastante complejos. Yo tocaba mucho la guitarra eléctrica en ese momento; después, con el “Cata” (Gastón Briggiler) al lado, siempre tuve guitarristas muy piolas y fui desligando las guitarras a ellos en mis discos solistas.
Entonces tuve que volver a tocar bastante la viola, a pisar bastantes pedales, sentarme en el piano en algunas canciones. Así que había que ensayar un montón: ni hablar Caro y Russo, que hacía mucho que no tocaban. Era un lío hacerlo con Lucio, porque no podía venir; a lo sumo iba a venir a tocar esa vez y algún ensayo podíamos meter, pero era imposible.
Así que decidimos meterlo al Santi Fairfax, que es el batero de mi proyecto. Que tiene la particularidad de que tenía dos años cuando salió el primer EP.
-Es un niño.
-Para él es un flash, porque tocar música de los 2000 es el equivalente a que a nosotros nos hagan tocar música de los 80. Dice, “Qué bueno, qué 2000 que suena esto, qué flash”. Toca fuerte la batería, se formó en el circuito del indie, pero también escuchando mucho de música de los 2000, donde los bateros tocaban bastante más fuerte. Entonces está enloquecido.
-Cómo fue elegir los temas que van a tocar?
-Hay una cuestión, porque con Valen tocamos en la primera época, por lo tanto, él sabía todos los temas del primer repertorio: algunos llegaron al disco, otros no. Así que tuvo que aprenderse varios temas porque la idea es hacer un show que tenga un poco todo: que tenga de los primeros temas, incluso alguno que no se haya grabado; que tenga después algo del primer EP; por supuesto del disco, “Del otoño que lastima”; y algo del último. Pero la idea es dar el audio de esa primera formación: rescatar esa esencia y ese sonido que tenía esa primera formación.
Recuerdos
-Comparten la fecha con Invisibles, una banda también de que era contemporánea de ustedes, sobre todo al final, porque empezaron un poco después.
-Me acuerdo del día que debutó Mariano Donal como guitarrista de Farah: fue el tercero, después de Valen; hubo otro guitarrista por un tiempo cortito y después vino Mariano, que fue el guitarrista de toda la última etapa de Farah.
-Él grabó en el disco.
-Claro. Debutó en La S (de Boulevard), en un recital que tocamos con los Invisibles en un Pre Cosquín, creo. Y después tocamos en la playa una vez con Invisibles.
-En el parador del Negro Pucci (Espigón II).
-Ahí mismo. Invisibles fue posterior, pero fue una banda muy arriba en su momento, metían mucha gente. Tocamos dos veces con ellos, así que esta va a ser la tercera: es como la Fiesta del Recuerdo, la Fiesta Retro.
-¿Cómo imaginás el día después, y qué sigue para vos en tu futuro en tu carrera?
-La idea es disfrutarlo como lo estoy disfrutando, está buenísimo. Pareciera que soy súper nostálgico, pero en realidad no tanto: estoy siempre mirando para adelante. No suelo revisar mucho lo que hice, mis discos mi disco y demás; pero esto me encantó: posiblemente porque lo tengo muy lejos y porque me hizo reencontrar con una parte mía que ya no soy, pero que estuvo muy buena esa época.
Además, tocar con los Farah es hermoso; y volver a sentir esto de ser solamente el cantante de una banda, algo que no me pasa hace 15 años: no me tengo que cargar encima un montón de otras responsabilidades, está buenísimo. Estamos armando las visuales, va a ser súper emotiva la cosa. Armé una introducción que está buenísima: no voy a adelantar nada, le estamos poniendo huevos.
Después veremos qué onda: ya estoy medio pensando en lo que voy a hacer con mi música, que obviamente va por otro lado. Pero también me reconcilié mucho con esas guitarras distorsionadas, con esos riffs.
Está buenísimo que sea de esta forma: hay muchas ganas genuinas de volver a juntarnos, de volver a tocar esos temas y de ponerle un cierre a algo que no lo tenía: que había quedado inconcluso para todos y que nunca se supo bien qué pasó. Bueno, pasó el tiempo: tocamos en el Foro de la UNL, grabamos una especie de DVD; y después aparecí a los dos años tocando en el Centro Cultural un disco que no tenía nada que ver (risas).
En el medio de eso no hubo nada, porque fue un año viviendo en Europa y un año acá sin tocar, preparando mi cabeza y todo ese disco que fue “Lleva”: ahí empezó otra cosa.
-Hubo algunos mini shows antes de que saliera el disco.
-Sí, con el trío que tenía percusión y el Pacho (Hernán Geller, teclados). Hubo dos o tres así, pero nada muy serio. Como proyecto serio se pasó desde ese recital del Foro con los Farah a “Lleva”, y de ahí para adelante.
-¿Existe la filmación del Foro?
-Existe y hay algunos videos en YouTube. Lo tengo entero: el recital está buenísimo, el audio está re bueno; se grabó con un estudio móvil, toda una movida que no terminó nada también, porque “lo hacemos cuando vuelva, lo sacamos” y ahí están esperando todavía que vuelva.
-El Litoral publicó una nota que anunciaba el show del Foro, y que se iba a grabar: ahora muchos dicen “vamos a grabar”. El título de la nota era “Sean bienvenidos al planeta digital”, un chiste con “Dios @”.
-El otro día lo vi al show del Foro, está muy bien. Tiene una cosa con la escenografía, que no me gusta mucho: hay mucho blanco, parece un hospital, una clínica (risas). Y la banda suena bien, anda: en algún momento lo tendría que sacar.
Hay un montón de cosas que podríamos seguir sacando. Pero ahora lo urgente era tener los discos en las plataformas. Porque suenan bien: el primero no, dudé mucho en ponerlo, dije: “No vamos a poner esto”. Pero es parte de la historia y hay que hacerlo. Pero “Del otoño que lastima” es un disco muy digno, muy defendible; en su momento fue groso a nivel audio: no lo supe valorar como tal, porque uno nunca valora mucho lo que hace. Aparte se distribuyó por todo el país, estaba en todos los Musimundo de la Argentina. Son un montón de cosas que ahora las veo con el tiempo y digo: “Eso estuvo re bien”.
Y ese último disco que no se hizo, esos cuatro temas que son “Frágil”, hay uno que se llama “Juana”, “Siempre igual”, y otro que se llama “Infinito”, que después terminó siendo un tema de Woareber, la banda de Mariano. Esos cuatro temas también suenan re bien, están buenísimos y tienen 15, 18 años; entonces valía la pena subirlo.