El compositor, cantante y multiinstrumentista nacido en Viedma regresa a Santa Fe nuevamente con banda completa, presentando clásicos, algunos temas de “Criptograma” que nunca se pudieron tocar en esta formación, y sus últimos singles de adelanto del próximo disco. Todo esto lo repasó junto a El Litoral, en una fluida conversación.
Desde el mar: el próximo álbum se llamará “El rostro de los acantilados” y verá la luz el 12 de octubre; tras los dos primeros adelantos (“No ves tal vez” y “Príncipe de lata”) Lisandro quiso esperar a sacar el material completo. Foto: Gentileza producción
Lisandro Aristimuño se presentará en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572) el sábado 30 a las 21. El reconocido artista nacido en Viedma hace casi 45 años volverá a Santa Fe para presentar un recorrido por su discografía, regresando al formato banda, con canciones versionadas y arregladas para estos conciertos. También interpretará los adelantos publicados de lo que será su próximo álbum de estudio, “El rostro de los acantilados”.
Las entradas están a la venta en la boletería de la sala (de miércoles a domingo, de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
El Litoral se comunicó con Lisandro para conocer más sobre este nuevo material, sobre la experiencia solitaria del SET1 y la posibilidad de volver a ampliar y reformular su formación instrumental.
Reunir la tribu
-La última vez habías venido bajo el formato SET1 y ahora con la banda completa. ¿Cómo es esto de girar nuevamente en formato ampliado, y cuánto hay De Los Azules Turquesas en esta nueva formación?
-¿Cómo es salir de nuevo con banda? Muy difícil (risas). Pero siempre haciendo todo lo posible para que la música sea mejor. Estuve con el SET1 después de la pandemia, por una cuestión artística y económica, sobre todo; desde mi independencia y estar con mi propia productora y sello discográfico, en la pandemia se nos complicó muchísimo. Tuve que crear este nuevo formato con el que fui la última vez: giré por toda Argentina Latinoamérica, incluso por España. Fue muy bueno, estoy muy contento con ese formato.
Ahora volvimos con la banda; muy de a poquito, porque no es fácil mover tanta gente: somos cerca de 13 personas. No sólo la banda, sino que hay mucha gente laburando: iluminador, dos sonidistas.
Estamos haciendo el último coletazo del año, algunos shows este antes de que salga mi próximo disco, que ya está por salir. Y la banda sigue siendo la misma desde hace muchos años: el otro día estábamos sacando la cuenta con los chicos y son entre 16 y 18. Algunos se fueron y volvieron, pero somos los de siempre: los de los del primer disco; en los primeros conciertos tocó la mayoría de la banda que está hoy, y después se sumaron los violines, que fue medio a mitad de carrera, en “Las crónicas del viento”.
Pero la base es la misma desde que arranqué, o sea que es básicamente ella porque volvieron lo mismo porque en un momento decía bueno.
-En un momento decías que la banda estaba técnicamente disuelta, en ese momento que no se podía.
-Corrijo lo de disuelta, porque nunca se disolvió la banda, nunca estuvo la intención. Simplemente que el planeta nos dijo que no podíamos seguir tocando juntos. No fue una decisión personal: era que no podíamos ensayar, nos podíamos juntar, por el tema de la enfermedad y el virus.
Eso no quita que a mi banda la pueda llegar a cambiar en el futuro: siempre digo que soy solista, no tengo el nombre de una banda, no soy Los Redondos (risas). Soy Lisandro Aristimuño, hago mis canciones: las compongo, las produzco y, como me pasó en un momento, grabé un disco con otra banda, que se llama “Constelaciones”. Ahí cambié de banda, tenía ganas de cambiar de sonoridad, una cuestión artística. Hago valer siempre mucho la música más que mi persona. Y cuando tengo ganas de cambiar de sonido y de todo lo hago.
Son cosas que van pasando, como pasó lo de la pandemia; ojalá no sea tan drástico, tan horrible como pasó; puede ser por una cosa artística y de elección. Tal vez para el disco nuevo cambie algunos integrantes, no me puse a pensar todavía en eso.
Ahora estamos contentos porque volvimos a tocar después de la pandemia: vamos a hacer algunas ciudades, donde podemos llegar con toda la gente, con todo este circo grandote. Es imposible, ir al sur, al norte; estamos llegando a los lugares donde más o menos podemos bancarlo económicamente.
-“Criptograma” se grabó con una formación ampliada, pero durante mucho tiempo esas canciones no se pudieron tocar en ese formato en vivo.
-Claro, salió en pandemia, en 2020: estábamos ensayando con esta formación y salió el anuncio de que no podíamos juntarnos más, salir más de nuestras casas. Quedó lo ensayado nada más, y ahora nos olvidamos algunos temas. En estos conciertos que estamos haciendo ahora hacemos unos cuatro o cinco temas de “Criptograma” que nunca se tocaron en vivo.
Viajero solitario
-Por otro lado, dejaste registro del SET1 como álbum y como audiovisual del Gran Rex, que son testimonios de eso que fue un momento, y de unas versiones que están buenas más allá de ese contexto en que nacieron.
La verdad es que SET1 fue una experiencia hermosa para mí, me salvó la vida un poco. A mis discos los laburé siempre solo, con la computadora, en mi estudio, con máquinas. Soy de hacer ese trabajo, pero nunca lo había mostrado en público: siempre era con músicos.
En la pandemia fue una especie de revelación: me iba al estudio con el barbijo, todo tapado, como cuando uno va a entrenar. No quería perder mi forma: cuando uno deja de cantar mucho tiempo, o de tocar la viola... la garganta s un músculo, es como ir al gimnasio.
Entonces iba a la mañana a entrenar, porque si no iba a perder un poco el desarrollo de lo que quería hacer. Y de repente me di cuenta de que estaba rodeado de máquinas, haciendo muchas cosas que siempre las hago pero que nunca las mostré. Dije: “¿Por qué no muestro esto? ¿Por qué no salgo así, para que también se vea un poco desde qué lado trabajo mis canciones?”.
Y fue súper bien recibido el SET1: fue algo como muy llamativo, me quedé muy sorprendido. E incluso lo que contaba: giré por Latinoamérica, por España, hice un montón de shows; y en Argentina también. Fue muy valioso para mí; incluso es un concierto que todavía no lo dejé de lado: a veces lo puedo seguir haciendo, porque realmente me gusta también hacerlo. Es un compromiso también estar solo frente a la gente: me cansaba más con ese show que con la banda.
-Claro, porque era todo vos.
-Claro, y el que erraba era yo (risas).
-Tenías que estar consciente todo el tiempo, no te podías dejar llevar. O sí, pero desde una conciencia.
-De repente era como un pulpo, apretando muchos botones, cantando, tocando la viola. Era demasiada concentración, y a la vez me ayudó muchísimo: ahora con la banda estoy súper relajado, más seguro.
Creo que el último que hice fue el Gran Rex, que es un monstruo, 3.500 personas, estaba totalmente agotado. Y salir solito ahí viste fue algo muy fuerte. Pero fue hermoso, fueron momentos inolvidables.
Nuevos y viejos aliados
-Hablabas del próximo material, ya habían salido “No ves tal vez”, que habías hecho con Jono McCleery, y “Príncipe de lata”, donde grabó Carli Arístide, miembro histórico de la banda.
-Carli es mi primo hermano, lo conozco desde niño; la mamá de Carli es mi tía. En la banda está mi hermana Ro y mi primo Carli, que es como mi hermano.
-¿Cómo fue el proceso de cada uno de estos singles?
Hace rato que estoy trabajando con un disco nuevo. En realidad, el último que saqué fue con (Fernando) Kabusacki, de música electrónica, después de “Criptograma”; nunca lo cuento como dentro de mi carrera, pero es un disco que hice yo junto con él, lo laburamos; y forma parte de mí, pero a veces me olvido porque fue compartido. Se llama “=EP8”, fue una experiencia alucinante: lo hicimos ya casi en los últimos coletazos de la pandemia, ganamos un Premio Gardel a la Música Electrónica, fue muy fuerte, muy bueno.
Después de eso dije: “Bueno, ya es momento de sacar un disco nuevo, tenía muchas ganas. “Criptograma” salió en 2020; cada dos años o un año me gusta (mientras pueda) sacar material y cosas nuevas, me llena de energía. Soy músico por eso: porque amo la música, no por otra cosa. Sacar discos es hermoso, componer también; y tenía varias carpetas con muchas ideas, algunas que hice en pandemia, de grabarme con el celu, la guitarra y la voz.
Las empecé a producir, y ahí se empezó a armar este disco, que los adelantos son esos que dijiste. “No ves tal vez” con Jono McCleery, fue una cosa musical: yo estaba girando por España en otros años, descubrí un vinilo de él en una disquería, “¿a ver qué será esto?”: me lo traje para Argentina y me hice re fan del tipo, me encantó.
Le escribí por mensaje privado de Instagram: “Soy músico, soy argentino, me encanta tu música. Si me das el OK te mando una canción, si tenés ganas de cantar conmigo”. Me dio el OK y un mail, le mandé la canción, él tradujo la parte que canta en inglés. Y ahí salió el primer el primer corte de este disco.
El segundo fue “Príncipe de lata”, que va a estar dentro del disco: como bien decías grabó Carli la guitarra, y mi batero que se llama Martín Casado, que también toca conmigo hace mucho tiempo. El resto de los instrumentos los toqué yo.
Ahora el 12 de octubre sale el disco completo, porque ya estoy medio cansado de sacar “música en cuotas” (risas); lo hago porque me dicen que es lo mejor. Pero a mí me gustan los álbumes completos: me querían hacer sacar un adelanto más y dije: “No, ya está”.
-Evlay es el productor de Wos, y está por sacar un disco nuevo este año, y me llamó para participar en su disco como coautor y cantante en una canción. Pero el contacto primero fue por Wos, con el que grabé un tema en “Criptograma” que se llama “Comen”. Ahí lo empecé a conocer a Evlay.
Cuando estábamos grabando para su disco le dije: “¿No te coparía remixar una canción mía?”; y me dijo: “Sí, buenísimo”. Es como un juego, no lo tomo tan artísticamente: “¿A ver qué pasa si hago un remix? Para bailar un poco”. Hay mucha gente que le encantó, me sorprendió.
Casi siempre se dice de mí que soy un artista más profundo, más lento, más para adentro. Entonces también fue un juego eso, como diciendo: “Bueno, bailen” (risas).
Gestación
-El disco se fue haciendo a lo largo del tiempo, teniendo la ventaja también de estar creando adentro del estudio.
-Las primeras tres canciones fueron así, después salió todo de un tirón. Tuve un momento en junio/julio, en medio de las vacaciones de invierno, que me bajó toda una data en la cabeza y me fui directamente al estudio a grabar. Lo grabé, salió todo rápido, en dos semanas ya lo tenía. Las primeras canciones sí salieron paulatinamente, de a poco; después salió todo y dije: “Guau, voy a aprovechar”.
Incluso teníamos planeado hacer unos shows y le dije a Valentín, mi mánager, que cancele esa agenda porque tenía el disco en la cabeza y quería meterme en el estudio, y así fue.
-Estaría saliendo el 12 de octubre. ¿Cómo sigue la agenda después de que esté en la calle?
-Obviamente habrá una publicidad de eso: voy a salir a hablar de mi disco, hacer la prensa y todo eso que es parte del oficio. La idea es el año que viene ya salir de gira con ese disco Todavía no sé mucho: mañana (por el viernes pasado) toco en Córdoba con la banda, estoy con la cabeza en el presente.
El disco se llama “El rostro de los acantilados” y tiene muchos invitados muy alucinantes, estoy muy contento. Calculo que lo presentaremos en algún lugar grande, y después vamos a salir por todo el país. Eso lo garantizo, porque me encanta llevar mi música por todos lados; soy un músico que, al haber nacido en la Patagonia, soy muy federalista.
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