"Toto, tengo la sensación de que ya no estamos en Kansas".

El clásico de 1939 vuelve a proyectarse en pantalla grande. A 85 años de su estreno, sigue siendo una de las películas más influyentes del Hollywood dorado y del cine mundial.

"Toto, tengo la sensación de que ya no estamos en Kansas".
Hay películas que envejecieron mal, hasta ajarse y quedar obsoletas. Es el caso de aquellas de los 60 que abusaron de las novedades técnicas del momento, o las que pusieron por demás el foco en los machos alfa allá por los 80.
Hay otras que, en cambio, mejoraron con el tiempo a la manera en que lo hacen los mejores vinos como "Casablanca", "El padrino" o "Citizen Kane". "El Mago de Oz", de 1939, pertenece a esa lista.
La película que llevó al estrellato a Judy Garland vuelve a proyectarse ahora en cines argentinos gracias a Warner Bros. Que apuesta, tras muchas décadas, a rescatar la experiencia original de una obra de la edad de oro de Hollywood.

Referirse a "El Mago de Oz" es remitirse a un año irrepetible para el cine. En esa temporada se estrenaron "Lo que el viento se llevó", "La diligencia" de John Ford y "La regla del juego", la obra maestra del francés Jean Renoir.
En ese contexto, la película dirigida por Victor Fleming se diferenció por sus ambiciones, técnicas y estéticas. Fue una de las superproducciones del sistema de estudios de la MGM, con mayor presupuesto para la época (2,8 millones de dólares).
La transición del blanco y negro de Kansas (donde incia el film) al universo technicolor de Oz, increíble aun vista 90 años después, demostró el poderío que había logrado cine. Ese paso implicó una novedad en el lenguaje visual.
Con apenas 16 años, Judy Garland le puso el cuerpo al personaje de Dorothy, una niña que trata volver a casa después de ser arrastrada por un tornado hacia un mundo fantástico.
Detrás de esa interpretación hay, sin embargo, una historia de vulnerabilidad: Garland fue víctima del sistema de estudios de Hollywood, que la sometió a presiones extremas para mantener su (lucrativa) imagen infantil: dietas forzadas y hasta una posterior dependencia farmacológica.
El rodaje de "El Mago de Oz" fue famoso por lo caótico. La producción atravesó cuatro directores antes de que Victor Fleming tomara el mando. Hasta existen anécdotas, nunca comprobadas, del comportamiento descontrolado de los actores que hacían de Munchkins.

Los problemas técnicos y sanitarios fueron constantes. Un ejemplo: el actor Buddy Ebsen, elegido al principio para el papel del Hombre de Hojalata, tuvo que abandonar el set. Es que sufrió una intoxicación por el polvo de aluminio que usaban para el maquillaje.
Los trajes de los protagonistas eran muy pesados y el calor de los reflectores les hacía insoportable la filmación. A pesar de todo, el productor Mervyn LeRoy logró mantener el rumbo del proyecto hasta el final.
La decisión de conservar "Over the Rainbow", canción que los ejecutivos querían eliminar, fue acertada. Décadas después, la pieza sería considerada entre las mejores canciones originales de la historia por el American Film Institute.

El momento en que Dorothy golpea los talones de sus zapatos rojos y dice "No hay lugar como el hogar" se convirtió en una de las frases más citadas del siglo XX. Las figuras del Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde también pasaron a ser arquetipos universales, que cualquiera más o menos reconoce.
Desde su estreno, "El Mago de Oz" inspiró a otras obras, en un amplio cruce intertextual. Su estructura narrativa (el viaje iniciático y el retorno al hogar) reaparece en "Star Wars", "E.T." o incluso "Matrix", donde hay un homenaje explícito a Dorothy.
En la música, la canción "Over the Rainbow" fue reinterpretada por artistas de todas las épocas y estilos. Una de las más difundidas es la versión de Israel Kaʻanoʻi Kamakawiwoʻole.

El reestreno busca acercar a las nuevas generaciones la experiencia de ver "El Mago de Oz" tal como fue concebida: como un espectáculo para la sala.
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