Veinte años de trayectoria le permitieron al cantante, guitarrista y compositor Pablo Casals crear seis discos. Siempre con su impronta: el cruce entre canción popular, jazz, rock, tango y música contemporánea.

El compositor presenta "Me robaste el chiste", una canción escrita junto a Héctor Trotta donde conviven humor, melancolía y una producción más precisa. Los detalles.

Veinte años de trayectoria le permitieron al cantante, guitarrista y compositor Pablo Casals crear seis discos. Siempre con su impronta: el cruce entre canción popular, jazz, rock, tango y música contemporánea.
Cultivó también otra faceta: la composición de música original para cine y teatro. Trabajó en la película "Retratos de Eugenia" (2023), un documental dirigido por Juan Manuel Repetto, dedicado a la artista visual Eugenia Bekeris.
Y colaboró con obras teatrales como "Voracidad", de Julian Smud y "El amor invade extraterrestres", que estuvieron en cartel durante el transcurso de 2025.
La segunda de las obras mencionadas, cuenta con la dirección de Héctor Trotta, con quien Casals escribió su nuevo single, "Me robaste el chiste". Sobre este reciente lanzamiento, el artista habló con este medio, junto a Trotta.

-"Me robaste el chiste" tiene humor y melancolía en una letra que habla de las grietas en la comunicación. ¿Cómo surgió la idea de abordar ese tema desde un tono tan sutilmente irónico?
Trotta: -Tiene cierto humor, sí, tal vez porque nos pareció el condimento adecuado para poder contrabandear una mirada melancólica. Caso contrario se corría el riesgo de quedar estérilmente sufrientes.
El humor, por el contrario, nos permite ubicarnos como uno más en un mundo solitario y desamparado, pero con la última carta bajo la manga: la carta que no te hará ganar, pero te dejará jugar hasta que dejes de resultar interesante.
La responsabilidad de tener una chance siempre será tuya, porque las soluciones no existen si antes no se inventan. Con humor es más soportable ser quien uno es.
Podemos dejar a alguien y mostrarnos refractarios, pero ser dejados y encima carecer de ironía nos dejaría en el umbral de una película tipo “Romeo y Julieta” clase B.
Si dejás de pensar en vos la ironía llega por defecto: ¿qué es tan serio? Serio es amar, que dejen de amarte es lo más normal.
-En tus discos y canciones se percibe un interés por el cruce entre géneros. ¿Cómo pensás esa mezcla a la hora de componer? ¿Surge naturalmente o es una búsqueda deliberada?
Casals: -En general surge de manera bastante natural. Creo que lo que uno escucha y toca a lo largo del tiempo va dejando una huella que aparece sola, sin que haya que forzarla.
En mi caso conviven influencias muy distintas: el rock argentino, la canción popular, el jazz, la música brasileña, el folclore.
A veces la mezcla se da por contraste y otras por continuidad, pero no me interesa "fusionar" como un gesto de estilo sino buscar un sonido que sirva a la canción.
En lo personal, me gusta moverme en los bordes, en los “aires” de los géneros, porque ahí muchas veces aparecen cosas interesantes, lugares donde las formas no están tan definidas y la música puede respirar con otra libertad.
Por supuesto, estas canciones no serían lo que son sin la participación de los músicos que me acompañaron: Patricio Carpossi en guitarra, Leonel Cejas en contrabajo, Fermín Merlo en batería y vibráfono, y ahora Pía Hernández en piano.
Ellos son quienes realmente terminan de darle vuelo a la música y aportar su singularidad a cada composición, reinventándola.
Si bien el concepto de improvisación está siempre presente, ya que todos ellos vienen del jazz, tienen una gran sensibilidad que les permite sintonizar con las canciones que traigo y empatizar rápidamente con su espíritu.

-Este nuevo single marca una nueva etapa en tu obra. ¿Qué diferencias sentís respecto a tus discos anteriores?
Casals: Siento que hay algo más concentrado, más directo. Tal vez una síntesis de lo que vengo haciendo en los últimos años, pero con un foco distinto: menos en el concepto global de un disco y más en la singularidad de cada canción.
También hay un trabajo más íntimo con las letras, en diálogo con Héctor, y una búsqueda de producción más precisa, donde cada sonido tiene un lugar.
A diferencia de los discos anteriores, que fueron grabados en vivo con la banda, esta vez el proceso fue más artesanal: por capas, sumando instrumentos sobre la base de guitarra y voz.
Supongo que con el tiempo uno aprende a decir más con menos, o al menos a intentarlo.

-Tu música tiene una fuerte relación con la palabra y con la imagen. Trabajaste también en cine y teatro: ¿cómo influye ese vínculo con otras artes en tu manera de pensar una canción?
Casals: -Creo que el trabajo en teatro y cine me ayudó mucho a pensar la música como un espacio narrativo. A entender que una canción no sólo “dice” algo, sino que genera un clima, una escena, un punto de vista.
Trabajo hace más de veinte años con Héctor Trotta, con quien compongo canciones y musicalizo sus obras de teatro.
Esa experiencia, junto con mi participación en proyectos como el documental "Retratos de Eugenia" o la obra "Voracidad", me conectó con la composición desde otro lugar, donde la música suele estar al servicio de la escena, una imagen o una situación.
En el caso de las canciones, donde en general la música aparece antes que el texto, eso me permite otro tipo de libertad: busco que la música proponga por sí sola y que la letra se monte sobre la atmósfera que deja picando.
Aunque son procesos distintos, siempre sobrevuela la idea de trabajar sobre la ficción y de crear nuevos mundos y climas posibles. En definitiva, creo que la canción es una forma breve de contar una historia.

-En tus letras hay una mirada entre poética y cotidiana, atenta al detalle. ¿De dónde proviene esa sensibilidad? ¿Tenés referentes literarios o musicales que te acompañen en esa escritura?
Trotta: -No escribiría una letra de canción si Pablo no fuera quien orienta. De hecho sólo escribo porque él me lo pide y la experiencia resulta divertida: nada más hay que seguir sus melodías, la propia música te dicta qué palabra corresponde y que palabra no.
Como los pies del bailarín en un baile, no se trata de qué te gustaría bailar sino de que la música te lleve, dejarse conducir es la condición para poder encontrar algo fuera de vos. Así descubrís lo que no sabías que querías.
El arte, si funciona, te salva un rato de ser vos. Para eso sólo era posible remitir a la vida cotidiana, que es donde habita la verdadera poesía.
Si a la poesía le quitás cotidianeidad (en mi caso el colectivo, el trabajo, las personas que pasan por tu lado y que despiertan tu atención) lo que te queda es literatura, muy buena por cierto, pero más cercana a lo que debería pasar que a lo que pasa.
Y lo que pasa es siempre diferente y siempre lo mismo: un baile. Por eso la influencia, al menos consciente, es la propia melodía. Por lo demás seguro me acompaña todo lo que he leído y me ha gustado, pero a manera de segunda voz.
Diría que no me reconozco como alguien sensible sino como un tipo que quisiera escuchar. Si eso se cristaliza en un fruto emocional, mucho mejor.
Una persona que le presta atención a lo que pasa alrededor deja de ser su propio centro, supongo que un tipo de verdad no debería reconocerse en el espejo.