En el norte de la ciudad, en Estanislao Zeballos 3074, el Teatro de La Abadía cumplió 25 años de una tarea silenciosa pero necesaria: dar cobijo al arte.

Con más de 1.800 funciones y 90.000 espectadores, el espacio fundado por Walter Alemandi y Giselle Wulff en el año 2000, festejará su aniversario este sábado. Reafirmando al arte como encuentro, aprendizaje y cuidado mutuo.

En el norte de la ciudad, en Estanislao Zeballos 3074, el Teatro de La Abadía cumplió 25 años de una tarea silenciosa pero necesaria: dar cobijo al arte.
Lo celebra con una actividad titulada "El 25 festejamos los 25", este sábado desde las 20.30, en el mismo punto donde hace un cuarto de siglo un grupo de soñadores decidió convertir una panadería familiar en un espacio para la imaginación.

Aquella acción, teñida de fe y obstinación fue, una manera de sanar y de entender que el dolor también puede ser semilla si se comparte con otros.
Es que, a finales de los 90, Walter debió atravesar un grave problema de salud. Al superarlo, junto a Giselle Wulff, dio forma a un proyecto que desde sus orígenes concibió el teatro como algo más grande que un escenario, una comunidad.

Con el paso del tiempo y el trabajo sostenido, La Abadía se volvió una especie de símbolo en la comunidad artística de Santa Fe. Sobre todo, porque hizo de la periferia un centro, de la carencia una posibilidad y del encuentro un arte.
La historia comenzó en 2000, en el vértigo del nuevo siglo. Alemandi, todavía convaleciente de una enfermedad, soñó con una sala propia, que empezó a construir cuando se curó.

De aquel impulso nació La Abadía. Los primeros tablones se levantaron sobre un viejo patio de leña, con la ayuda de amigos, vecinos y artistas que compartían un anhelo: tener un espacio donde el arte no dependiera de horarios ni permisos.
En 25 años, el teatro resistió tres grandes pruebas: la crisis de 2001, la inundación de 2003, cuando se transformó en centro de acopio para vecinos del barrio, y la pandemia.

En 2024, La Abadía inauguró un nuevo escenario en la Sala Guastavino, modernizó su planta lumínica, restauró las butacas y amplió su capacidad a 155 espectadores.
En 2025, el frente está renovado, con nueva vereda, aberturas, una amplia marquesina y un mural de Alejandra Strada, artista santafesina cuya obra, inspirada en la idea de comunidad, dialoga con el espíritu del lugar.

La Abadía es una referencia del teatro independiente en Santa Fe, pero también un espacio de formación. Desde sus inicios impulsa el programa "La escuela en el teatro" y ofrece talleres, seminarios y cursos para distintas disciplinas escénicas.
En su historia se contabilizan 1.800 funciones, 150 estrenos y más de 90.000 espectadores. Pero, más allá de los números, si algo distingue a este espacio es su modo de entender la cultura como un trabajo cotidiano de vínculos.

"La experiencia nos indica que además de afianzar lo hecho, hay que seguir generando alternativas y vínculos para continuar creciendo. Es lo que venimos haciendo desde hace 25 años, es lo que elegimos cada día", dicen desde el espacio.
El Teatro de La Abadía fue distinguido por la Cámara de Diputados y Senadores de la provincia, el Concejo Municipal y diversas instituciones públicas y privadas por su aporte a la cultura santafesina.

Pero sus mayores reconocimientos están escritos en la memoria de quienes alguna vez actuaron, aprendieron o simplemente se emocionaron al ver una función allí.
La Abadía representa uno de los ejemplos más coherentes del teatro comunitario santafesino, un espacio donde lo artístico y lo humano se confunden hasta volverse indisolubles.

Este sábado, La Abadía invita a la comunidad santafesina a celebrar sus 25 años con la confianza de un ámbito que sobrevivió a las crisis, pero sin renunciar a su identidad.
Porque por la sala pasaron muchísimos artistas santafesinos, no solamente del teatro sino de otras disciplinas. Y todos, más o menos, coinciden en la misma impresión: La Abadía es una familia y el que llega es incorporado a la misma.

Allí se hace praxis un concepto que repite con frecuencia Jorge Dubatti, estudioso del teatro que visita Santa Fe con frecuencia. Habla del compañero como aquel que comparte el pan con el otro. Eso es lo que hacen en La Abadía.
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