Distintas son las temáticas por las cuales el espectador puede movilizarse al encontrarse en la Sala La Morada viendo la pieza "Encontrarte sin querer encontrarte".

La dramaturgia de Mecha Nuñez indaga sobre el azar de la vida en la construcción de los vínculos y la propia identidad. Con una gran afluencia de público, tendrá su última función de septiembre el próximo sábado 27.

Distintas son las temáticas por las cuales el espectador puede movilizarse al encontrarse en la Sala La Morada viendo la pieza "Encontrarte sin querer encontrarte".
Alma Gentiletti y Lucía Mottola le ponen cuerpo y alma a un texto de Mecha Nuñez, que se ambienta en el primer año de pandemia, un tiempo que parece lejano por la voluntad colectiva del olvido.
En la compleja trama contextual, dos chicas se encuentran y descubren, abriendo preguntas con tintes universales. En un adelanto de lo que será la última función de septiembre, este medio dialogó con Mecha Nuñez.
-¿Qué te llevó a escribir una obra ambientada en el primer año de la pandemia?
-Fue en el momento en que estábamos creando la obra, apareció la idea de la distancia, el deseo de encontrarse y las dificultades. Así fue que apareció el aislamiento y distanciamiento como posibilidad.
Por un lado, que tuvieran que estar juntas, sí o sí, sin la opción de irse; pero también, las ganas de acercarse y la distancia necesaria. Finalmente, el barbijo para esconderse, sugerir y generar el deseo de conocer más. ¿Qué hay detrás?, ¿cómo se ve esa risa que solo suena?, ¿cómo es lo que no veo del rostro del otro?

-¿Cómo fue el momento creativo a la hora de resignificar un tiempo atravesado por la pérdida individual y colectiva?
-Si bien la obra transcurre durante la pandemia, no es el tema central. Estamos más focalizados en la búsqueda y la construcción de identidades. Desde esta perspectiva está muy presente lo individual y lo colectivo, en relación con la construcción de vínculos. Nos interesó revisar esos momentos en que las personas se conocen y llegan a ser importantes.
Cómo tratamos de caerle bien y gustarle, así como de encontrar puntos en común, además de hacer lo posible para que la otra persona nos agrade y coincidir con ella. El momento en que se generan coincidencias y aparecen las incógnitas que el otro despierta.
-¿Qué te aportó el teatro en aquellos años de aislamiento?
-Fue muy difícil para mí el teatro durante la pandemia. En lo personal pude disfrutar de mi casa, la familia y algunos proyectos personales. En cuanto a lo teatral y profesional fue más complejo.
Con la convicción de que lo más potente del teatro es el encuentro, que lo “novedoso” que aporta el teatro en estos tiempos tecnológicos es que sí o sí tenemos que coexistir, me costó sentir teatralidad pantalla mediante.
Pude actuar, gestionar y producir eventos en relación con lo teatral. También continué dando clases de teatro e incluso fui espectadora de eso que aún no sé cómo nombrar. El teatro filmado, ese otro lenguaje que no es cine ni teatro. Fue muy angustiante buscar otros modos de hacer lo que tanto disfruto que es “teatrar”.
-¿Por qué es necesario seguir diciendo algo acerca de lo vivido?
-Como personas nos construimos de las situaciones vividas. Como creadores teatrales no tenemos otra materia prima que nuestras vivencias, sensaciones, pensamientos, miedos, angustias y demás experiencias atravesadas.
En esta obra hablamos de situaciones que no nos tocó vivir a ningún integrante del elenco, pero podemos con lo propio aportar a la escena.
En cuanto a lo que fue el aislamiento por Covid, nos parece poco abordado, quizás porque aún no lo hemos digerido todo lo que ganamos y perdimos. Y no solo lo digo por los seres queridos. Aparecieron otros modos para ser y hacer con la tecnología.
Pero voy pensando cada vez más que aún no digerimos del todo lo que perdimos o en todo caso lo que nos cambió y transformó esa situación.
-Es una obra que habla del encuentro, y de las identidades. En tiempos de aislamientos y dispositivos tecnológicos, ¿qué lugar pensás que tiene el otro a la hora de forjar una identidad individual y colectiva?
-Desde mis convicciones siempre es con, entre y para el otro. La otredad me funda. Las identidades son, por un lado, tan subjetivas, tan individuales, pero no podemos concebirlas sin las intervenciones de otras personas, los entornos y las circunstancias.

En la obra, estos personajes se encuentran en una encrucijada que las obliga a tomar decisiones individuales, pero también y fundamentalmente a pensarse en relación a esa otra que está ahí.
Las identidades en relación con lo colectivo en la obra está en las relaciones que tuvieron antes de este encuentro. Invitamos a los y las espectadores a descubrir por qué se necesitan, se buscan y se exigen estas dos mujeres.
-¿Cuáles son las resonancias que vienen encontrando en el público?
-La obra invita a conocer situaciones poco tratadas. Algo que no sabíamos y descubrimos durante el proceso, es lo poco se habla de este tema que tratamos. De estas identidades. Nuestra intención es tratar el tema desde la ternura, aparece la infancia, los recuerdos y las necesidades para construir un futuro, quizás juntas.
Desde la ternura atravesamos, los miedos, las alegrías, las exigencias, los enojos, porque ellas no son capaces de afrontar una ruptura, un quiebre de esta relación que necesitan construir.
La obra emociona y conmociona. Los conocedores del tema, se encuentran reflejados. A Los que no lo conocen, pretendemos sorprenderlos. Les proponemos un rato, para entretenerse. Conocer esta ficción que podría ser una historia real, que trata de un tema real, les proponemos disfrutar, emocionarse y alegrarse.
Es el año 2020, Camila y Marisol se encuentran y necesitan conocerse. Deciden pasar juntas el aislamiento por COVID, ¿qué necesitan una de la otra?, ¿qué las une y las separa?, ¿cómo van a sobrellevar esta convivencia extrañada por el aislamiento?
“Encontrarte sin querer encontrarte” es una obra que indaga en la construcción de las identidades. ¿Qué somos? ¿Qué designios nos comprenden? ¿Qué quedará de todo lo que fuimos? Mejor creer que nada es permanente, solo el flujo virtual en que vivimos. Calcando los contornos diluidos de flores incoloras y transparentes.

Mecha Nuñez es actriz, directora, docente e investigadora teatral. Egresada como actriz y profesora de Teatro en la Escuela de Teatro y Títeres de Rosario.
La autora ha realizado más de 30 obras estrenadas en actuación y dirección, también con experiencia en dramaturgia. Cuenta con varias menciones y distinciones por su trabajo teatral. Se ha desempeñado en varios grupos teatrales de la ciudad de Rosario, y en Posadas (Misiones).
Es Licenciada en Artes Escénicas, interesada por indagar en actuación y docencia como investigadora en el Centro de Investigaciones Teatrales-UNR. Es docente formadora de actores. Integró equipos de formación del Ministerio de Educación. Es parte del equipo que gestiona El Teatro La Morada.
Actúan: Alma Gentiletti y Lucía Mottola. Dramaturgia y dirección: Mecha Nuñez. Asistencia en dirección de actores: Fran Igarzabal. Técnica: Fran Igarzabal y Marianella Iovaldi.
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