Unión lleva una historia de 80 años de profesionalismo. Arrancó en 1940. Desde aquél partido con Estudiantes de Caseros a la fecha, fueron miles de partidos. Algunos en Primera División, otros en la B y un paso de dos años —1971 y 1972— por el Regional con el objetivo de volver a la A a través del Regional. Aquella historia de la desafiliación fue decisión propia, no deportiva. Unión podría haber jugado el torneo de la B, como luego lo hizo en 1973 cuando se produjo el retorno. Y hasta se podrían sumar los partidos internacionales de las dos copas Sudamericana que lleva jugadas. Pero ese 5 de junio de 2004 en la cancha de Lanús, ante El Porvenir, se vivió una jornada muy particular. Ese día, Unión podría haber caido a la tercera categoría. Tenía que ganar, esperar que Belgrano lo hiciera con Los Andes y después superar en un doble partido de Promoción a Tristán Suárez. Pero “EL” partido era el de la cancha de Lanús. Y el “Sapo” Miguel Oyeras, con Marcelo López y Marcelo Yorno formando parte del cuerpo técnico y un grupo de chicos surgidos de las inferiores. Como siempre, una vez más, los pibes de las inferiores “salvando” a Unión y haciéndose cargo de la responsabilidad, que en este caso fue mayúscula, decisiva, histórica.
—¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza, Miguel?
—¡El tiro en el travesaño nuestro en el final del partido...! Un defensor de El Porvenir, creo que de apellido Díaz... ¡Por favor!... Y me acuerdo cuando el árbitro levanta el brazo para dar el descuento... Me parece que a esa pelota de Díaz la soplamos entre todos para que pegue en el palo de Nereo... Si descendíamos, hubiese sido catastrófico.
—¿Veías probable el descenso?
—... La realidad era complicada. Los Andes nos llevaba algunos puntos cuando asumimos y nosotros apostamos a un proyecto que era un sueño. La mayoría de los jugadores eran chicos del club. Y nos salvamos del descenso con esos mismos pibes que habíamos conocido hacía siete u ocho años.
—Pumpido, Luque, el Turco Alí, el Lito Bottaniz, entre otros, dicen que no se sienten reconocidos...
—¡Comparto plenamente lo que hicieron esos referentes!... Yo siempre respeté a los muchachos que hicieron cosas por el club y no sé por qué motivo a esos jugadores no los reconocen.
—¿Yo?... Ni siquiera reconocido... Yo me siento directamente un desconocido. Yo siento que pasé desapercibido.
—Es doloroso lo que decís...
—Me da tristeza... Mirá, veo que le dan plaquetas a jugadores que estuvieron un año o jugaron uno o dos partidos... Mirá el caso de Luque... ¡Una película le hicieron a Luque!... ¡Debe haber dos o tres jugadores en el mundo con una película!... Yo fui a verla el día que la pasaron en Santa Fe... No había un solo dirigente de Unión. Eso duele mucho... Tiene razón Trullet.
—Porque Carlitos siempre dijo que lo más difícil para dirigir a Unión es que la gente te ve en la calle todos los días. Y tiene razón. Parece que hay que venir de afuera, esconderse, no mostrarse... Yo soy distinto, no tengo problemas en hablar con todos. Y eso parece ser un pecado... Ser abierto y participativo no tiene beneficios.
—¿Notás que le pasa, a los técnicos del club, lo mismo que a los jugadores: hay que entrar y romperla para quedarse?
—Mirá, cuando me llamaron Osvaldo Bernardi y los otros dirigentes, porque Cachín Blanco no volvía y otro técnico no quería agarrar, zafamos del descenso y ahí se hizo una encuesta... ¿Sabés cómo salió?, el 80 por ciento pedía que nos quedáramos. Pero la directiva estaba dividida... Yo no lo sabía... Y ahí me llamó Nery Pumpido y me dijo que tuviera cuidado.
—¡Claro!... Yo hablaba mucho con él... Y me anticipó todo... No sé si estaban, con el Turco Alí, en México o Arabia, creo que en Arabia... Me dijo que volviera a mi puesto, que me volviera abajo y que esperara. Pero ya habían designado a Cachito Roteta en esa función... No tenía lugar... Cada partido era una prueba de fuego... Fue un día a día.
—¿Nunca más te llamaron, en estos 16 años, para volver al club?
—Nunca... Ni siquiera me llamaron para saber si estaba vivo o muerto.
—¡Obvio...! Yo entro porque soy socio y pago la cuota, más allá de que los chicos que están en la puerta me conocen... Y eso que conozco a la mayoría de los que ahora están en el club.
—Sería una obviedad preguntarte si duele...
—Duele... Uno trata de que le resbale, pero yo hice lo que más podía por Unión... Y más de lo que podía, también... Le dí mi apoyo en un momento bravísimo de su historia para no caer en un pozo ciego.
—Así que Pumpido te insistía para que no agarraras...
—Nery y el Turco me hablaban de madrugada, a las 2 o 3 de la mañana, por la diferencia horaria... Cuando vencimos a Tristán Suárez y nos quedamos en la B Nacional, me decía que no agarrara... Con el tiempo le dí la razón.
—¿Te arrepentís?, ¿si volviese el tiempo atrás, dirías que no?
—Diría que sí, agarraría... Mirá, yo no pude jugar en la primera, llegué hasta la reserva.. Y yo soy hincha de Unión... Para mí, fue una alegría dirigir al equipo, un orgullo... Muchos me preguntan por qué no le hice juicio al club y yo dije que no, que jamás lo haría porque soy hincha y tengo orgullo por haber hecho lo que hice y el sufrimiento que padecimos.
—Recién hablabas de la “alambrada” con El Porvenir. ¿Y el partido con Belgrano?, ¿el anterior?
—Ufff.... ¡El partido con Belgrano!... Los chicos lloraban después del partido... ¿Sabés lo que pasó apenas terminó?, vino el Luifa Artime... ¡El Luifa Artime!... Se acercó, me abrazó y me dijo: “Profe, gánenle a El Porvenir que nosotros le vamos a ganar a Los Andes y ustedes se van a salvar”... Veía los chicos que estaban llorando y casi se larga a llorar él. Le anularon dos goles ese día a Belgrano.
—¿Se erró el camino en la conformación de aquél plantel?
—¡No!... No era mal equipo... Coyette, Ceferino Díaz, Fito González... Las cosas no se dieron y yo me la jugué con los chicos del club. Primero habían traido a Bianco y luego a Blanco, dos técnicos con experiencia y conocedores de la categoría.
—¿Cuándo estuviste más nervioso?, ¿antes de El Porvenir o antes de Tristán Suárez?
—¡Con El Porvenir...! Había que ganar o ganar. Yo estaba ciego, confiado, pero pasaban los minutos y la pelota no entraba. Había tenido dos mano a mano Alvez y creo que el otro fue del Negrito Pereyra. No teníamos piernas, no llegábamos y entró “Salvador Memo”, como le decía yo, que metió esa pelota entre tantas piernas...
—¡Dejá!... He visto un par de videos, estábamos todos adentro de la cancha, una locura.
—Y es cierto que metieron un montón de pibes, muchos de ellos debutantes...
—Se sacaron una mochila esos chicos... Estaban Trípodi, Marquitos Flores, Sartor, Urresti, el “Pitu” García, al Tato Mosset, que no jugaba, lo puse de capitán, el Gringo Valli que estaba lesionado, “Pipo” Desvaux, Basualdo, el Memo... Dos o tres venían jugando pero el resto no. Trípodi llegó a Boca, fue campeón con Quilmes... Canuto sigue jugando... Pereyra triunfó, el Pitu que está en Grecia...
—¿Cuál pensabas que iba a llegar más alto de lo que llegó?
—¡Marcos Flores...! Era un chico con todas las condiciones... Mirá que había buenos jugadores y yo ni siquiera lo ponía de titular a Marquitos. Metió un par de goles, entraba desde el banco, una calidad bárbara... Desde Liga apoyé mucho a Pereyra y a Roberto Battión... ¡Qué gran pibe Roberto!... No me defraudó, me la jugué por él y cumplió. Un tipo exelente. Y César Pereyra era muy bueno, el “Pitu” tenía técnica increíble... Urresti no terminó de explotar... Ytambién estaba Weiner, un muy buen delantero...
—¿Qué te molesta más: no haber jugado en Primera o no haber vuelto a trabajar en el club?
—Van de la mano... Se compensa una cosa con la otra. No haber llegado a debutar en Primera me dio la posibilidad de conocer mucha gente. Estuve dos años jugando en tercera, fue una materia pendiente, no fue mi momento o no tenía las condiciones... No lo sé... Pero me duele muchísimo no haber vuelto a mi segunda casa... Yo nací en Alto Verde y Unión me llevó y me cambió la vida.
—¿Te llenaste de amigos gracias a Unión?
—Uff.... Abdeneve, Centurión, Carlitos López, Tomé, los Brandt, Eduardo Sánchez... El otro día me encontré con el Flaco Lígori... ¡El Moncha Ponce!... la Pepa Armando... Todos hicieron su carrera en Primera y me olvido de un montón... Duele muchísimo, trato de entender a la comisión que está... Pero duele...
—Sacáme de una duda. ¿Quién te lleva a tercera en Unión?
—Volken... El me llevó a tercera en el 77, a jugar con 16 años desde la quinta. Ahí lo conocí a Mario Alberto, que debutó en el viejo Gasómetro de avenida La Plata en un partido de tercera por ese entonces... Cachito Roteta jugó algunos partidos conmigo, Abdeneve, Battellini, que falleció, Bassita ya se había ido, “Fito” Rodríguez, Micol, que era un central durísimo, D’Alessandro, Rito Fernández, después llegó Eduardo Sánchez, el mayor de los Centurión y después el “Peladito”... Fue una satisfacción haber jugado con ellos...
—Mirá, a la séptima fecha vinieron Regenhardt y Basquesaux, los dirigentes, a decirme que no iba a seguir. Hablé con Citroni y le dije que me pagaran algo, porque venía trabajando desde hacía siete meses... Era un monto bueno, era bastante... Después, un día me llamó Antonio Mántaras, que estaba con Angel Malvicino. Y me dijo que si no firmaba la rescisión no podían traer un DT. Yo había puesto un abogado porque no me habían pagado nada... No había un mango partido por la mitad.
—”Decime dónde hay que firmar”, el dije a Antonio... Mi abogado le había hecho un reclamo, pero firmé todo y listo...
—Un 30 por ciento... Nunca reclamé nada, ni siquiera el premio por salvarnos del descenso... Pero a René Citroni y a toda su gente no le podía hacer juicio. El, Bernardi, René Costa y mucha otra gente buena, respetable, que se portó muy bien conmigo, no era merecedora de que le haga juicio...
—Aunque te terminaste “jodiendo” vos...
—Y bueno... Me dije para mí mismo: “Listo, el club no te debe nada”... Firmé el convenio y ya está...
—Legalmente, en absoluto. Sin arrepentimientos.