Pasaron 27 años pero será imposible desprenderlo de la memoria y de la historia. Tanto, que hasta que no se decida lo contrario, el 26 de junio ha sido instaurado por la propia hinchada como “el día del hincha de Colón”, algo que quizás haya que revisar y analizar si no debería ser el 9 de noviembre por todo lo que significó aquella movilización masiva a otro país, para llenar una cancha y provocar algo que será irrepetible.
Aquél día, más allá de los 20.000 que colmaron el hoy llamado Mario Alberto Kempes, se jugó un partido increíble en el que Colón debió haberlo ganado en tiempo reglamentario y suplementario, primero, y en los penales después. La historia es conocida, pero hay tres protagonistas que cuentan cosas que nunca contaron y que ahora también se “despachan” con el “a-b-c” de lo que es sentir y jugar por la camiseta, del famoso y reclamado “sentido de pertenencia”, con conceptos muy fuertes que merecen ser escuchados. Juan José Ferrer, el “Tato” Enrique y Walter Mamani hablaron en La Primera de Sol.
—Juanjo, ¿hablamos del penal que no pateaste?
—Lo dije varias veces. El penal durante el partido lo tenía que patear yo, pero me lo pidió Adolfino Cañete. El era un referente y si lo hacía y salíamos campeones, hoy había un monumento en el club por todo lo que dio. Yo le dije que el técnico me había designado a mí y él me dijo que se tenía fe. Era Adolfino Cañete, no era un jugador cualquiera.
—Y vos, Tato, ¿cómo vivís este día con el paso del tiempo
—Para mí es un día de mierda... Cuando me fui de Colón a otros clubes, todos me decían que era increíble que no hayamos ganado ese partido... ¡Qué se yo!... Algunos te putean, otros te dicen que ya está, que ya fue, que ya pasó. Yo no me olvido más de ese partido. Sufrí mucho porque soy fanático de Colón.
—Eramos muy compañeros, vivíamos los viajes con mucha intensidad... Y bueno, el fútbol es así, los partidos se ganan con goles, lo merecíamos nosotros. Yo cumplía 30 años y para mí hubiese sido fundamental para mi carrera. Tanto Juanjo como Tato tenían mucho por delante, pero yo no. Yo ya estaba en la recta final...
—Yo me sentía campeón en Chaco, ahí pensé que éramos campeones (Ferrer).
—Nosotros sabíamos que Unión tenía la posibilidad de ascender si entraban en el octogonal. Me acuerdo que cuando hizo el gol Ruffini, yo estaba en el banco y salí a parar a la gente, porque había un desborde grande, podían invadir la cancha. No se puede explicar lo que fueron esos dos o tres minutos en Chaco, cuando nosotros ganábamos y Unión empataba (Enrique).
—Unión llegaba a ese partido complicado, la hinchada no quería que ganara, algunos jugadores importantes no jugaban ese partido, pero sabíamos que una victoria lo clasificaba para el octogonal y podían ascender... Y si, nos sentíamos campeones (Mamani).
—¿Qué pasó ese 26 de junio en Córdoba?
—Ginarte nos “llenó los cartuchos” cuando íbamos para la cancha... Cuando hacemos el reconocimiento del campo de juego, lo encaro a Babington y le digo: “¿Qué te pasa a vos?”... ¡Lo quería pelear!... Después nos acordábamos con Pichón Juárez y nos reíamos. Babington me miraba y no entendía nada... (Ferrer).
—Ginarte nos pasó un video en el que Babington había declarado que “si le hicimos 7 en cancha de Banfield y 2 en Santa Fe, estamos cuatro o cinco goles arriba de Colón”. En la fase regular, nos habían ganado los dos partidos y en uno de ellos nos metieron 7, pero nosotros nos recuperamos enseguida... Encima, era un video de 40 minutos muy emotivo, porque además de eso, hizo hablar a toda nuestra familia. En mi caso, a mi mamá y a mi hermano. Veníamos llorando en el colectivo desde Carlos Paz, donde concentramos... Por ahí, uno de los dirigentes gritó que saquemos la cabeza por las ventanillas. Mirabas para atrás y había 300 o 400 metros de banderas de gente de Colón. Y dos o tres kilómetros antes del estadio, en la rotonda que va a Carlos Paz, era todo asado en el medio de la ruta. En Paraguay me salieron de vuelta todas esas imágenes (Ferrer).
—Yo saqué la cabeza por la ventanilla y me puse a gritar... Ginarte era un fenómeno, nos tenía bien a todos. No teníamos reserva y como a los suplentes le ponía una camiseta amarilla, nosotros decíamos que era Ecuador (risas)... (Enrique).
—¿Volvieron a ver el partido?
—Yo sí, pero muchos años después... (Mamani).
—Tengo la impresión que ese equipo, como otros de Colón en la B, jugaba mejor que muchos de Colón en la A. ¿Exagero?
—Yo jugué en primera y en varios equipos y ese equipo era mejor, te lo puedo asegurar. Jugábamos de memoria... En el octogonal, después de perder con Banfield, nos tocó All Boys... “Nosotros rezábamos para que no nos toque con ustedes”, me decían los jugadores de All Boys (Ferrer).
—¿Qué sienten hoy a la distancia?
—Yo voy al club y veo que los chicos no sienten lo que sentíamos nosotros. Nosotros amábamos al club, tomábamos agua de la canilla y no decíamos nada... Los chicos de 12 o 13 años no quieren al club porque el club no les brinda nada. Los chicos llegan con ropa y medias de otros clubes, no tienen ese sentido de pertenencia, ese cariño por el club, pero no es culpa de ellos... ¿Preguntále a Robertito Nuñez, cuando yo llegaba con medias de otro equipo y me retaba? (Ferrer).
—¿Sabés lo que hacía yo?, me tomaba el 3 en Las Flores, 45 minutos y me bajaba con ganas de ponerme la camiseta, ir al Parque Sur o a la Olla, teníamos tres Pintier que pesaban una barbaridad en el invierno o cuando se mojaban... Y no sabés lo que disfrutaba cuando conseguíamos facturas que nos regalaban para tomar la leche... (Enrique).
—¡Colón no jugaba los sábados en Liga porque íbamos a la cancha en vez de ir a jugar!... ¿Sabés las veces que me suspendió Zuliani porque me iba con la hinchada a verlo a Colón de visitante?... Pasa todo por la cabeza de los técnicos también. Ginarte nos motivaba a todos, con dos o tres cositas mantenía a los 30 tipos motivados (Ferrer).
—Yo tuve la fortuna y a la vez la tristeza de llevar a mi hijo durante un tiempo. Quedó libre y me molestó la manera en que se lo dijeron, no lo trataron bien. Lo tuve que esperar afuera porque no me dieron permiso ni para entrar al predio ese día... Ves padres que llegan desde “la loma del quinoto” para ver a sus hijos y no los dejan pasar (Enrique).
—Yo soy socio, pero los ex jugadores que no lo son, no van a la cancha porque tienen miedo que los echen. Una vez, cuando yo estaba, veo a los 30 chicos de la pensión. El coordinador había ido a ver si lo dejaban entrar... Cuando ví eso, fui y lo encaré al que estaba en la puerta. “Hacémelos entrar a todos estos chicos de la pensión. Ellos tienen que soñar que van a jugar ahí adentro”, le dije. Y pasaron... ¿Sabés lo que pasó después?, me lo reprocharon... ¿Cómo puede ser?, después se enojan y por eso me tuve que ir del club. ¿Qué quieren?, ¿que vayan a una plaza a drogarse? (Ferrer).
—No es tan difícil, hay que vivir para Colón y no vivir de Colón... ¿Sabés cuánta gente se sigue yendo del club?... Una pena, porque el hincha no mide el sentimiento por un resultado, el hincha de Colón no deja de ser hincha de Colón porque el equipo pierda un partido o una final... Eso te molesta, de ver todo lo que tenés y no podés disfrutarlo. Hacéle un lugar a que los socios grandes vayan al predio a tomar mate aunque sea, hacéle lugar a que un padre vaya una vez aunque sea a ver al hijo con la camiseta de Colón puesta en una práctica y no que tenga que quedarse afuera como un hijo de p... Pero bueno, Santa Fe es una palangana, nos conocemos todos (Enrique).
—A mí me duele que el pibe hable mal de Colón, del club, pero no del técnico o del utilero, ¿me entendés?... Algo está fallando ahí... Los jugadores saben que cada 1.000 llegan 2 o 3, pero si le brindaste todo como club, no van a hablar mal, no se van a ir defraudados. Eso te lo puedo asegurar y es lo primero que hay que cambiar (Ferrer).