El armonicista rosarino Franco Luciani conduce “De entrecasas”, ciclo de entrevistas con artistas de nuestra provincia, emitido por 5RTV y YouTube. De este proyecto y de su disco junto a José Colángelo habló con El Litoral.
Gentileza Cultura Santa Fe Luciani y Fabián Gallardo, en el primer envío del programa.
El rosarino Franco Luciani, referente de la armónica aplicada a la música argentina, debutará el martes pasado como conductor del ciclo “De entrecasas”: se trata de un programa que se emite todos los martes a las 21, donde Luciani dialogará con compositoras y compositores de toda la provincia. La propuesta sale al aire por el canal provincial 5RTV, y el canal de YouTube del Ministerio de Cultura de Santa Fe.
El primer convidado fue su conciudadano Fabián Gallardo, y en el envío de hoy martes 20 hará lo propio la sunchalense Lula Bertoldi, voz y guitarra de Eruca Sativa. Por el ciclo también pasarán las rosarinas Noelia Moncada y Jaquelina Livieri, los santafesinos capitalinos Ramiro Gallo y Rubén Carughi, Joel Tortul (el pianista de Fuentes con quien compartió dúo), Leo Genovese (pianista de Venado Tuerto que saltó a tocar con Esperanza Spalding y Residente), la reconquistense Patricia Gómez y la rafaelina Victoria Birchner (que además de cantautora es compañera de vida de Franco).
De todo esto habló El Litoral con Luciani, como así también de su próximo disco y otros proyectos.
Panorama provincial
-¿Cómo salió la propuesta para hacer “De entrecasas”?
-Fue una propuesta directa del ministro, del querido Jorge Llonch: es una persona que conozco hace mucho tiempo, 20 años, cuando yo empezaba mi carrera. Ha participado como músico de muy joven, en estudios y demás; hacía un tiempo que no estaba en contacto con él, volvimos a contactarnos y me hizo esta propuesta. Que no es netamente hija de la cuarentena: se iba a hacer de todos modos, cara a cara con los invitados. Obviamente que se amoldó a esta estética tan presente que es la de hablar a la distancia: primero que no queda otra, lo permite la tecnología, y como agregado fundamental permite encuentros que no podrían hacerse de otra manera. Si esto pudiera hacerse cara a cara posiblemente viajaría desde Capital Federal que es donde vivo a la provincia para hacer las notas; pero no hubiera podido hacer la nota con Leo Genovese que fue desde Nueva York.
Lo empezamos a hablar en abril, cuando todo esto empezaba. Así que la producción fue hecha en este encierro.
-El parate aceleró la concreción.
-Posiblemente, porque esos primeros meses fueron el momento más quieto, donde todo se había cortado, para mí se había cerrado totalmente, y estábamos todo viendo qué pasaba. Ahora hay un poco más de movimiento.
-Ese momento en que había que reaprender todo.
-Me cansé de ver cómo los músicos que viajaban conmigo al exterior en giras se traían cosas de audio. Nunca me enganché con esas cosas: los acompañaba a comprar micrófonos, placas, y nada. Cuestión que gracias a la cuarentena me terminé metiendo un poquito más en el tema del audio. Soy un tipo que me gusta el estudio, no pretendo tener un estudio en mi casa; pero la cuarentena me hizo manejar por primera vez un programa de edición y tener una placa de sonido que permite una mejor calidad de audio. Son cosas que vinieron para quedarse; insisto, soy muy respetuoso del lugar que ocupa cada profesional: puedo grabar algunas cosas en casa, pero me encanta el estudio también. Todo esto es un poco la exigencia de la cuarentena, y un poco se ve reflejado en el programa, porque hace un año no lo hubiera podido hacer desde casa.
Me encanta ser entrevistado, y me gusta estar del otro lado. Soy muy respetuoso de los lugares que ocupa cada profesión, por lo cual me siento un entrevistador pero no del mundo del periodismo; sino como un colega que habla con otro. Esta charlas “De entrecasas” me entusiasman porque trato de que esté el guiño de la cosa personal del músico y del mundo de la música, pero totalmente apto para que cualquiera lo pueda disfrutar. Las charlas fueron larguísimas, obviamente en la estructura hay que cortar.
Yo me siento orgullosamente rosarino y orgullosamente santafesino, porque tenemos una provincia maravillosa: desde la Trova Rosarina hasta (Carlos) Guastavino, el chamamé más profundo, es algo que me alegra mucho de a poquito poder mostrar. No sólo a la provincia, porque a veces uno no sabe las riquezas que tiene adentro de casa.
-¿Cómo eligieron quiénes iban a ser los primeros invitados?
-La relación, de una u otra manera, es con todos los artistas: con algunos hay más cercanía y hemos tocado más seguido, con otros no tanto. Es gente conocida porque felizmente conozco muchos músicos, y me muevo en muchos géneros diferentes: eso es algo que quisimos aprovechar. Desde el folclore y el tango, que son mi columna vertebral, me llevan al tango, al rock, al jazz, a lo que se te ocurra constantemente. Mi carrera abre un abanico de colegas.
La elección se basó en dos cosas: obviamente que los artistas en su variedad (compositores, compositoras, intérpretes) sean nacidos en nuestra provincia; algunos no desarrollaron tanto la carrera en la provincia, pero no importa. Y después mostrar esta diversidad genérica y geográfica: si bien hay polos muy fuertes, como Rosario y Santa Fe, con mucha música adentro, la idea era también abrir el juego lo más posibles.
Empezamos con diez programas, pero por suerte con la riqueza que hay nuestra provincia, la diversidad de géneros, y con la cantidad de músicos que conozco (y los que no también, ¿por qué no?) podríamos hacer muchísimos programas. Felizmente no fue fácil elegir estos diez primeros, pero tuvimos esas premisas: variedad en el género musical y en el género de los participantes (son cinco varones y cinco mujeres), y un abrazo provincial en la medida de lo posible.
-Para una segunda tanda tendrías que hacer un programa con tu hermano (Leonardo “Lolo” Luciani, cantante de Fluido).
-Sí, totalmente. Mi hermano es un artista con el que crecí: cuando él tenía 12 ó 13 años y era el adolescente que empezaba a hacer música, yo era un niño que iba atrás de él a la sala de ensayo, a todos los lugares: aprendí mucho. Después cuando empecé a tocar lo hice muchas veces con él: siempre con sus aventuras musicales me hacía un lugar.
Tras las pantallas
-En pandemia participaste en un homenaje al Cuchi Leguizamón.
-Tengo muy buena onda con mucha gente de Salta, queridos amigos, como Carlos Fernando Vargas, que es el organizador. Pasó con muchos festivales, como el Festival de Tango de La Falda: esta vez no se hizo presencial y nos pidieron, accedí con mucho gusto.
En el caso particular del homenaje al Cuchi me encantó, porque le propuse a Carlos hacer una versión totalmente mía, con esto que decía de que la tecnología lo permite. Si bien yo hago cosas con mis músicos a la distancia, en este caso decidí hacer todo yo: así que grabé la armónica, la guitarra, un silbido; fui apilando todo, hice “Cantora de Yala” que es una obra hermosa. La obra del Cuchi todos los músicos la amamos, creo que más allá del folclore, está claro.
Le decía a Carlos que ojalá que el año que viene sea presencial y nos veamos en Salta, porque me encanta, aunque ahora la hicimos desde casa. Hubo muchos colegas queridos, y toda la riqueza musical que permite el universo de Gustavo “Cuchi” Leguizamón.
-También llevaste la faceta docente al Zoom.
-Hice un par de clases magistrales por la Escuela de Armónica de la Ciudad de Buenos Aires (a la cual no pertenezco directamente, pero me hicieron la propuesta, muchos colegas queridos). Dimos clases por Zoom, que te permite que haya gente de cualquier partes del país y del mundo, fue una cosa muy variada.
Pero no estoy en este momento en una actividad de docente, dando clases. Hace mucho que lo hago muy esporádicamente. Soy Maestro Nacional de Música recibido en la Escuela Provincial de Rosario, hace ya años, pero tampoco ejercí: hice un par de prácticas dentro de la carrera.
Tengo mucha familia en la docencia: mi vieja es maestra de matemáticas, física y química; tengo un montón de tíos profesores en Santo Tomé, me crié mucho en la cuestión de lo docente.
-Los Menna de Santo Tomé.
-Exactamente. Son todos nacidos en Rosario los hermanos de mi vieja, salvo un misionero: mi tío Gerardo que ya falleció. Mi tío Mingo es fotógrafo en Santo Tomé; tengo una tía que vive en Río Turbio, al sur del sur. Tenía otra tía en la ciudad de Gálvez, que falleció también. Todos con la pasión docente: la veo en mi vieja a esa pasión. Y la verdad es que nunca me dediqué: tuve una época grande de alumnos particulares, ahora no tanto.
Lo que sí estoy haciendo ahora muy lentamente, estoy aprovechando esta cuarentena (aunque vengo hace bastante, sin apuro) para escribir cosas para el estudio del instrumento; que tampoco abundan. Son pequeñas obras, y ya me han ofrecido muchas maneras para editar; todavía no he decidido nada.
Son cosas que estoy acelerando en la cuarentena: estoy grabando también, está por salir un disco, estoy aprovechando para hacer muchas cosas en este andar de encierro; ahora un poquito más liberado acá en Buenos Aires.
Junto a la leyenda
-Tu último disco tiene tres años, “Anda en el aire”, grabado con el Trío. Contanos un poco de este nuevo material.
-Me da mucha alegría, tenía muchas ganas de que salga, y va a salir ahora: seguramente lo vamos a terminar editando para que sea un disco del 2020. Lo hice con uno de los grandes maestros del tango vivos, que es el querido José “Pepe” Colángelo, último pianista de la orquesta de (Aníbal) Troilo, como al pasar (risas); pianista de la orquesta de Leopoldo Federico, acompañó a Julio Sosa; y tocó en las grabaciones de tango de Hugo Díaz.
Con el maestro habíamos tocado en un homenaje a Hugo que hicimos con la querida Mavi Díaz, donde se recordaron bastantes facetas de Hugo: la de folclore, la de jazz y la tanguera. Eso fue hace dos o tres años, en el Margarita Xirgu. El año pasado hicimos el concierto de gala de cierre en La Usina del Arte del Festival de Tango de Buenos Aires: yo con mi Trío, después se sumó el maestro e hicimos a cuarteto algunas obras que había hecho con Hugo Díaz. Después él tocó con su quinteto, e hicimos un cierre final todos.
Esto fue en noviembre del año pasado, y nos quedó una cosa de “¿Por qué no grabamos algo?”. Nos metimos en el estudio e hicimos un disco que a mí me da mucha alegría, producido artísticamente por Mavi Díaz: queridísima amiga y colega, hija de Hugo; ya sabemos su carrera como fundadora de Viuda e Hijas de Roque Enroll allá por los 80, y hoy directora de Radio Nacional Folclórica.
-Y líder de Las Folkies.
-Exactamente. Nos tomamos dos días en los estudios Ion, en enero de este año, con mi Trío (Pablo Motta en contrabajo y Leonardo Andersen en guitarra), el mismo de “Anda en el aire”, más el maestro. Jugamos principalmente desde el piano y la armónica como dos solistas, pero hay un juego constante a cuarteto.
Filmamos y grabamos todo, medio como dándole una onda más improvisada. Tomamos diez temas de los que hacía Colángelo con Díaz, buscamos un poco esa estética a nuestra manera (no pretende ser un homenaje directo, pero sí un guiño. Después grabamos un tema del maestro y uno mío, y después clásicos del tango.
Estamos muy contentos: se viene con toda porque tiene muy buena producción. Hay dos adelantos que salieron, “Los mareados” y “Tu pálida voz”. En esta semana se va a poner a masterizarlo el querido maestro Jorge “Portugués” Da Silva. Vamos a hacer una edición 2020 que obviamente va a ser en un principio digital, pero sin duda va a ser física en CD y no sé si en vinilo para el año que viene. Se va a llamar “Tango improvisado”, y todo es parte del trabajo que se está haciendo a distancia en la cuarentena, porque no me estoy viendo casi con gente: estoy encerrado con Victoria, mi pareja, no ensayé nunca más con nadie.
Colores propios
-Desde muy joven te convertiste en un referente de la armónica en la música argentina (obviamente en la estela de Hugo Díaz). ¿Cuándo sentiste que habías encontrado tu propia voz en la interpretación del tango y el folclore, y cuánto se sigue aprendiendo?
-Si te soy sincero, si bien es una construcción constante que nunca termina (un poco contestando las dos preguntas) me sentí cómodo y empecé a encontrar mi voz desde un principio. Siempre me sentí cómodo, incluso desde aquel “Armusa”, mi primer disco del 2002, cuando recién había sido Revelación de Cosquín. Que fue un poco lo que me definió con la armónica, porque venía con la percusión y la batería, estudiando profesionalmente; me hubiera quedado por eso lares, si no fuera por esta irrupción de la armónica, felizmente.
Desde ese primer disco ya sentí que estaba cómodo con lo que estaba haciendo, que estaba dando mi propia voz con la armónica. Pero el aprendizaje es constante, no frena jamás. Y soy un tipo que voy haciendo nuevas cosas desde otros géneros: hace un año estrené un concierto (“Wirin”) de un gran compositor argentino radicado en París: Esteban Benzecry, clásico contemporáneo. Ya habíamos estrenado esa obra con cuarteto de cuerdas, de la mano del destacadísimo Cuarteto Gianneo. Eso ya es otra cosa, por ejemplo, es todo leído. No es que lo haga todo el tiempo. Como cuando hice el concierto de (Heitor) Villa-Lobos; y otras mil cosas diferentes, que son las que me van cambiando, felizmente, Y eso vuelve sobre la base de la música argentina, si bien es música contemporánea.
Dentro de lo mío, de la voz de la armónica y el tronco principal de la música argentina, estoy siempre aceptando nuevos desafíos. Y eso me hace sentirme en un aprendizaje y un compromiso constante; no es que tomé un camino desde el 2002 y me dedico a hacer sólo folclore instrumental del noroeste y nada más. Igualmente la persona que decide eso también está aprendiendo toda la vida, porque se va encontrando con nuevos músicos, porque la música es un fotografía, una impresión de un momento puntual, de una coyuntura específica. Y los tiempos también van cambiando, uno sobre eso va acomodándose: esa es la manera de aprender.