Es el famoso "1259" del que se hablaba en otros tiempos, como si el fútbol fuese otro deporte y no el que acaparó desde siempre la atención de todos. De probable invención adjudicada a Juan Carlos Lorenzo, era una regla no escrita para la formación de un buen equipo de fútbol. Después, con el tiempo, se habló de la columna vertebral. De una manera o de otra, el arquero, un defensor sólido y que ordene, un buen mediocampista central que quite y distribuya bien y un centrodelantero goleador, definen la categoría de un equipo. Si bien todos los puestos son importantes y quizás haya mejores jugadores en otros lugares del campo de juego (¿cómo lo incluiríamos a jugadores como Maradona o hasta el mismo Messi en este concepto del "1259"?), se llega a la convicción de que no se puede fallar en esos lugares de la cancha.
Más allá del funcionamiento que le ha dado Domínguez a su Colón, el éxito del mismo se inspira, en cierta forma, en el buen rendimiento de esa columna vertebral. Sobre todo en el rubro defensivo. Quizás todavía le esté faltando un "golpecito de horno" a la elección del "9", que al principio fue propiedad de Morelo y que ahora ha derivado en otros jugadores que venían esperando la posibilidad.
En los otros tres lugares, Colón está muy sólido. Burián ha recuperado su solidez y brinda las garantías suficientes, ratificando un viejo concepto: si en algo Colón no falló, desde que volvió a Primera en 1995, es en haber traido buenos arqueros; y algunos de ellos, con un muy buen nivel. Leo Díaz, Tombolini, Pozo, Montoya, Broun, Burián y se pueden seguir con otros nombres que se convirtieron en buenos guardianes del arco rojinegro. El actual no escapa a esas generales de la ley. Y ha vuelto a sus mejores tiempos, por más que no debería considerarse que en algún momento haya defeccionado, porque eso nunca pasó.
El gran problema de Colón, en el aspecto defensivo, fue que nunca había podido suplantar la ausencia de un jugador clave como el Flaco Conti. Luego de su transferencia, desfilaron varios jugadores y ninguno llegó a un nivel que lo acerque al defensor surgido de las inferiores y que fue transferido por una cifra varias veces millonaria en dólares al fútbol portugués. La llegada de Bianchi, muy cerca del inicio de la actividad competitiva en este 2020, fue el último esfuerzo (también llegó Rafael García, un uruguayo con antecedentes) para que un equipo flojísimo en lo defensivo y convertido en el más goleado luego de Godoy Cruz de Mendoza, encuentro por fin esa solidez defensiva que se había perdido. Y se dio ahora. Ayudado por un esquema sobre el que Domínguez trabajó y le está dando resultados, con línea de tres defensores y dos laterales-volantes que se suman, para alistar una línea de cinco que ha sabido cerrar los caminos al rival en casi todos los partidos (la única excepción fue el encuentro con Independiente en Santa Fe). Conclusión: ahora sí, se puede decir que Colón es un equipo confiable defensivamente, casi dos años y medio después de la venta de Conti.
Y falta hablar del "5". No sólo levantó Lértora, sino también Aliendro. Y los dos se ayudan y complementan. Uno, el ex Belgrano, más retrasado y con la obligación de estar siempre delante de la línea de tres. El otro, el ex Atlético Tucumán, más suelto, con más libertad para el acompañamiento ofensivo, soltándose en las jugadas de ataque para sumarse al bloque de ataque. Ambos comprendieron muy bien lo que deben hacer, mejoraron en lo físico y en lo futbolístico, atraviesan el mejor momento desde que llegaron al club y componen una dupla incuestionable en el mediocampo. Son los primeros en darle solidez a todo el bloque defensivo.
Del "9" se habla menos, pero no porque desentone sino porque todavía parece ser un puesto en discusión. Arrancó Morelo, trabajando bien sobre la salida del rival. Hoy en día, los equipos son proclives a salir jugando desde atrás. Por eso, crece la importancia de los delanteros a la hora de tapar esa salida. Y Morelo, aún a sabiendas de que su verdadera función no es la de marcar sino la de jugar y definir en el arco de enfrente, supo entenderla. Arrancó él, pero luego se sumó el Pulga Rodríguez y en Santiago del Estero fue Brian Fernández. La capacidad goleadora se encontró en dos volantes (Bernardi y Farías, que marcaron cinco goles de los 11 que tiene el equipo) y un delantero (el Pulga Rodríguez), que arrancó el torneo como suplente. Para Bernardi y el Pulga, la situación se dio a la inversa que para el pibe Farías. Los dos primeros hicieron goles y terminaron de titulares; el otro, resignó su puesto desde el arranque e ingresando en el segundo tiempo, se convirtió en el tercer goleador del equipo. Cosas que tiene el fútbol.
Al Pulga no lo confunde ni desentona si se tiene que tirar unos metros para atrás. Sabe tocar de primera, es inteligente y tiene buen manejo. Así jugó el viernes en Santiago del Estero, en un tándem con Chancalay. Se repartieron la cancha, ambos como media punta. No se buscaron tanto como sí lo hicieron el Pulga con Brian Fernández. En uno de esos encuentros, llegó la jugada del penal. Y después, lo ya dicho hasta el hartazgo: Colón es un equipo que combina eficacia en el área de enfrente, a veces en un porcentaje altísimo en función de las jugadas de gol que crea, en tanto que muestra una solidez importante para defenderse.