A punto de cumplir los 18 años, la cantante Diana Ankudinova, de grandes condiciones innatas y un magnetismo particular, pasó de un hogar traumático y un orfanato a convertirse en una figura en su país a través de concursos televisivos, y una sensación mundial a través de YouTube. Todo esto combinando juventud con tradición y cosmopolitismo con identidad nacional.
Gentileza NTV Durante su interpretación de la canción tradicional Rechenka ( El río ), en el programa Ty super! .
De unos años a esta parte, ha explotado en YouTube el género de la “reacción”: allí, diversos youtubers de mayor o menor formación y prestigio “reaccionan” ante un video que supuestamente están viendo por primera vez, y exponen sus reflexiones al respecto. En el caso de la música, en algunos casos se trata de profesores de canto (también hay muchos melómanos empedernidos) que analizan a artistas que les son ajenos, ya sea por tradición artística (una cantante de ópera reaccionando a una cantante de metal sinfónico, por ejemplo) o por lejanía geográfica.
¿Quién ha sido el centro de atención de los “reaccionadores” musicales en los últimos tiempos, al punto de que los algoritmos traen sus videos antes que los de la figura en cuestión? Allí emerge un nombre que, sumado al flequillo negro, los ojos almendrados y (finalmente) una voz de otro mundo, es una imagen del “exotismo” para la mirada occidental: Diana Ankudinova, quien el próximo 31 de mayo cumplirá recién 18 años, y se siente curiosa de saber qué cambios llegarán con la mayoría de edad, como dijo en un concierto reciente.
La historia de esta chica es tan peculiar como sus talento musical, y daría para un buen melodrama. Y está atravesada por nacionalidades y nombres exóticos, que la hacen representar la antigua diversidad étnica de la Unión Soviética, una convivencia con idas y vueltas que fue uno de los valores a defender a lo largo de la historia de la nación socialista: el propio Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (más conocido como Stalin), georgiano de nacimiento, fue Comisario del Pueblo de las Nacionalidades antes de ser el líder del Bloque del Este.
Quizás también esa historia explique por qué en el repertorio de Ankudinova conviven canciones en inglés, francés y árabe, además de su lengua natal, pero sin abandonar las canciones patrióticas y tradicionales.
Promesa del Este
Diana Dmitrievna Ankudinova 31 de mayo de 2003 en Ussuriysk, en el krai de Primorsky (o Primorie): un territorio que fue parte de la Manchuria histórica, lindante con China y Corea del Norte, con capital en Vladivostok. Quizás de allí sacó sus rasgos asiáticos, los mismos que recuerdan la diversidad étnica de los equipos de la era dorada de la gimnasia soviética. O quizás los heredó de su padre Dmitri, oriundo de Azerbaiyán, del que poco se habla, aunque se sabe que solía pegarle a la madre de Diana, Olga. Esta última tuvo cinco embarazos terminados en abortos espontáneos (quizás relacionados a su alcoholismo) hasta que nació la que iba a ser su única hija.
Según la propia Diana, Olga la dejó abandonada en una parada de colectivos en el invierno con una clavícula rota. La hermana de Olga, Svetlana, rescató a Diana de la calle, pero no pudo cuidar a la niña. Svetlana hizo una declaración sobre el abuso de Diana por parte de su hermana Olga al fiscal local, y se acordó que la joven Diana debería ser entregada al cuidado de un orfanato cercano a Ussuriysk: la tía tampoco podía hacerse cargo.
Pero como si estuviésemos en “Gambito de Dama” (pero por suerte a una edad más temprana), habría una oportunidad de salir: los niños del orfanato eran enviados periódicamente a un sanatorio para ayudarlos a recuperar y mantener su salud física y mental. Una masajista, Irina Ponik, que trabajaba en el sanatorio, desarrolló un afecto especial por Diana. La hija de Irina, que ayudaba a su madre con el trabajo, fue la primera que empezó a insistir en que su madre adoptara a esa niña que hablaba mas bien poco: trámite que empezó en 2008.
A la edad de cuatro años y medio, el habla de Diana era extremadamente pobre, con tartamudez y otros problemas. Los patólogos del habla recomendaron que le dieran lecciones de canto para mejorar su habla general y sus habilidades vocales. Rápidamente descubrió que le encantaba cantar y sus instructores notaron sus habilidades vocales únicas en su forma de cantar. Comenzó a participar en muchos concursos vocales cuando aún era muy joven. También comenzó a cantar en eventos públicos en cada oportunidad que se le presentaba.
Poco después, la familia se mudó a la cercana ciudad de Arsenyev durante unos cuatro años, y en 2012 decidieron tomar distancia: Diana tenía que su madre biológica la encontrara o intentara recuperar su custodia. Así que se mudaron a Togliatti, en la otra punta de Rusia (óblast de Samara, en el suroeste). ¿Raro un nombre italiano para una ciudad rusa? Es que esta localidad cercana a Samara se llamó por 200 años Stravrópol del Volga, hasta que en 1964 fue cambiado en honor del secretario general del Partido Comunista Italiano, Palmiro Togliatti, fallecido durante una visita a la Unión Soviética.
La voz televisada
Togliatti se convirtió hasta hoy en el hogar de Diana, así como Irina en su “verdadera madre”, como aclara cada vez que puede. En 2016 pasó las audiciones preliminares no televisadas para la temporada 4 de la versión rusa de “The Voice Kids”. Apareció en las audiciones a ciegas del programa que fueron televisadas el 17 de febrero de 2017. Diana cantó “Jodel-Time”, que originalmente fue interpretada por la banda suiza Oesch’s die Dritten (el nombre de la canción hace alusión a la técnica del yodeling). Ninguno de los jueces seleccionó a Diana, por lo que fue eliminada de la competencia. Sin embargo, antes de que Diana dejara el escenario, los jueces le pidieron que cantara una parte de otra canción. Luego cantó una parte de la canción de Édith Piaf “Non, je ne regrette rien” en francés.
Como resultado de su actuación televisada en “The Voice Kids”, Diana se hizo tan popular entre el público que se convirtió en la primera persona en los proyectos de “The Voice” en obtener más de un millón de visitas en YouTube después de no aprobar las audiciones a ciegas televisadas iniciales en el programa.
La siguiente parada del viaje fue “Ty super!” (“Eres súper”), un programa de competencia de talentos de la cadena NTV, dedicado a niños desfavorecidos que han pasado una parte significativa de su infancia sin el cuidado de sus padres o parientes cercanos responsables (unos dos millones en toda Rusia). Después de convencer a los jueces y sus botones de colores (su primera actuación proyecto fue triunfal: el video con la composición “Derniere danse” fue ganando vistas en Internet a una velocidad astronómica y lleva 97 millones y medio de reproducciones), Ankudinova ganó la temporada 2018 con el 49 por ciento del voto de la audiencia vía SMS. La temporada 2019 del programa consistió principalmente en ganadores y finalistas de temporadas anteriores (cualquier con el Quarter Quell de “Los Juegos del Hambre” es pura coincidencia), y Diana también se impuso en esa “súper temporada” de 2019.
Después de su primera victoria, uno de los jurados del programa, Igor Krutoy, la ayudó a radicarse en Moscú, donde empezó sus estudios musicales Instituto Ruso de Artes Teatrales, en septiembre de 2020. En medio de estos meses pandémicos se las apañó para hacer actuaciones en distintas ciudades, en general acompañada con una pista. En diciembre de 2020, decidió intentar financiar su primer álbum mediante crowdfunding. Cuando expiró el período de financiación a principios de 2021, había alcanzado el 236 por ciento del objetivo propuesto. Cuando le preguntan, repite su lema: “¡Todo es posible en esta vida, solo cree en ti mismo!”.
Toda la intensidad de la chica tímida ha empezado a manifestarse en público. En uno de sus conciertos recientes, el cantante Ilya Victorov fue el artista invitado, y hacia el final de su presentación fue “apurado” al grito de “¡Queremos a Diana!”. Cuando la joven tomó el escenario, defendió a su colega con calma e intensidad: “Las paredes son muy delgadas, por si no lo sabían. Si viniste a verme, pero no te gusta la presencia de la persona que he invitado, que es mi amiga, si no respetas a mi colega quiere decir que tu tampoco me respetas. Le digo amablemente: si tiene esa actitud, puede salir del salón, es libre. Yo personalmente le devolveré su dinero”. Ante una respuesta de la platea, subió la apuesta: “¿Puedo pedirle a seguridad que lo acompañe desde el pasillo? ¡Por favor!”.
De la Patria al mundo
Hablábamos hoy del internacionalismo y nacionalismo simultáneos en la carrera de esta figura emergente, los dos pilares que defendía el Partido Comunista de la Unión Soviética, un acervo que persiste en la Rusia moderna: Así estaría la Humanidad como Patria Grande y un terruño propio como el que describió el poeta Serguéi Mijalkov en la actual letra del himno ruso: “Desde los mares del sur hasta las regiones polares / Se extienden nuestros bosques y campos / ¡Eres única en la faz! Eres inimitable / Protegida por Dios, tierra natal”.
Así, “Wicked Games” de Chris Isaak, “Take on me” de A-ha y “Rise Like a Phoenix” (la canción que consagró a Conchita Wurst en Eurovision 2014) conviven en el repertorio de Diana con apelaciones a la Madre Patria como “Golosom tvoim” (“Con tu voz”) y “Rossiya” (“Rusia”), escritas por el productor y compositor nacido en Georgia Brandon Stone (Besarion Shpetishvili).
“Si hace algún tiempo me dijeran que estaría cantando en árabe nunca lo creería, pero esas cosas suceden”: así introduce en sus conciertos la canción “Helwa Ya Baladi” (“¡Qué hermoso es mi país!”), lanzada por la cantante egipcia Dalida en 1979 (parte de un destino internacional: Dalida se llamaba Iolanda Cristina Gigliotti y fue una Miss Egipto de origen ítalofrancés). “Habla sobre su país, Egipto. Tiene palabras tan hermosas sobre el amor a tu país, que cuando la canto me imagino que canto sobre... ¿adivinen qué? Sobre mi propia patria”, cuenta la muchacha.
Y están también las apelaciones tradicionales como “Vyuga” (“Ventisca”) y, fundamentalmente “Rechenka” (“El río”). “Rechenka” es una piedra fundamental en la carrera y el repertorio de Diana: de una mujer casadera que no tiene “padre ni madre”, “no hay quién me bendiga”; “Eres mi río, fluyes, pero no me acunas”. Inevitablemente está conectado a la propia experiencia vital de la joven artista.
También fue uno de los grandes hits en su trayecto en “Ty super!”, con gran arreglo: hoy lo canta a capella, “para que no duden de que es mi verdadera voz” (y porque en un concierto la pista “se tomó vacaciones”, según relató recientemente). Porque “Rechenka” es el catálogo de los recursos expresivos de la cantante: empezando por su extenso rango vocal: en origen es una contralto, pero sus registro más grave, pariente de los bajos profundos del folclore cosaco y de la liturgia de la iglesia ortodoxa, la convierte en una especie de contratenor femenina. La gran bajada que hay en medio de la canción (todo a lo largo de su espectro vocal, en cuestión de segundos, donde dice “los invitados llenan nuestro salón”) es de lo que más desata la locura de los youtubers.
Además, la canción explota en ondulaciones que remedan el flujo del río, y esos movimientos que caracterizan a la música árabe y que en Europa los tiroleses bautizaron yodeling: cambios de tono y semitono en décimas de segundos, que implica el dominio del pasaje entre los resonadores de la garganta y la cabeza.
Quizás la clave del éxito y el fenómeno de Diana Ankudinova sea ese: a sus casi 18 años es un emergente de siglos de tradiciones, sonoridades, culturas e identidades, pintadas con los colores del siglo XXI.
(Concierto de Diana Ankudinova en su ciudad natal, con subtítulos, aquí abajo):