Julieta Díaz y Diego Presa: dos voces, dos orillas
La actriz argentina coescribió el EP “El revés de la sombra” junto al cantautor uruguayo, a partir de un intercambio a la distancia de poesía, música y visiones estéticas. El Litoral conversó con ambos para conocer más sobre estos paisajes sonoros y vivenciales.
Gentileza producción Más allá de tres días compartidos en Montevideo, el trabajo creativo se hizo a través de videollamadas e intercambio de archivos.
La actriz argentina Julieta Díaz, con 25 años de carrera como intérprete, unió esfuerzos creativos con el cantautor uruguayo Diego Presa, solista e integrante de Buceo Invisible y El Astillero. A partir de un intercambio disparado por los textos de Díaz, unieron sus voces en el universo musical de Presa en una búsqueda estética íntima y sensorial, que se consolidó en “El revés de la sombra”, un EP de seis canciones (editado por el sello montevideano Bizarro) que ya se encuentra disponible en todas las plataformas digitales.
El Litoral dialogó con ambos creadores, para adentrarse en este mundo de dos orillas, dos voces y cuatro manos.
Conexión
-¿Cómo surgió este proyecto?
Diego: -Fue un encuentro no programado, en el cual tuvo bastante que ver el azar y la situación en la cual nos puso la pandemia. Ese fue el escenario, el paisaje en el cual nos encontramos.
Hubo un interés de Julieta en mis canciones: conoció El Astillero, un trío que yo tenía en Montevideo, y después empezó a escuchar mis discos solistas. A partir de ahí se generó un intercambio virtual, y después una invitación de Julieta a hacer algo juntos, a partir de algunas conversaciones que tenían que ver con los libros, la música, el cine, cosas que nos interesaban a los dos.
Le pedí que me mandara alguno de sus textos, que veía que venía publicando en sus redes junto a dibujos de Troche, un dibujante de Uruguay. También la había escuchado cantar, en alguna de sus colaboraciones con Lito Vitale y Javier Montalto. Me pareció más interesante que hacer alguna versión de una canción de Bowie o de Gabo Ferro, hacer algo juntos desde el inicio. Ella me mandó un texto, yo le puse música, y empezó este intercambio que aún sigue.
-Vos Julieta venías escribiendo prosa poética. ¿Cómo fue trasladar eso al formato de letra de canciones? ¿Cómo fue para vos Diego musicalizarlas, y qué búsqueda te dispararon esos textos de diferente con respecto a lo que venías haciendo?
Julieta: -En algún momento tenía algunas poesías con rima, de algunos años atrás; había en algún momento escrito un poco una canción, pero muy por arriba sin pensar demasiado. Lo mío era más como la prosa poética. El primer texto que le mandé a Diego es un texto que es prosa, “Flor de agua”, el primero del EP; él lo modificó muy poco, le agregó algunas cosas, muy lindos cambios, muy importantes para la canción. Pero además también le dio un poquito más estructura de canción, casi sin tocarlas: la canción permite además que no siempre rime, que no haya un estribillo formal, que no siempre haya puente.
A medida que fuimos haciendo intercambio fui tratando de entender un poco el mecanismo, copiando un poco el de canciones que me gustaban, o simplemente diciendo: “Estrofa, estrofa, estribillo, estrofa, estribillo”. Después Diego lo modifica, suma; y hay canciones que tienen que son suyas, escritas para que cante una mujer, me las acercó y las sentí y las canté.
No hay una regla exacta, va y viene. Le mandé un texto en prosa y el utilizó un verso de ahí, se inspiró en el universo del texto, y escribió una canción él. Es un intercambio muy interesante ese mundo, de cómo se va modificando la prosa hacia la letra. Ahora cuando escribo algo en prosa que me gusta dejo esa versión pero trato de hacer algo versión letra. Cuando se suma la música es precioso.
Diego: -Siempre es fascinante entrar en la voz poética, el mundo poético de alguien; intervenir de buena manera, si existe el permiso. Un autor que siempre, sobre todo en los últimos años, me parece fascinante cómo ha trabajado ese ida y vuelta con otros autores y con los personajes de sus propias canciones es Chico Buarque. Él escribió varias canciones desde el punto de vista de una mujer, entrando en la piel de la sensibilidad de una mujer a partir de lo que iba escribiendo. Creo que de alguna manera la canción que nombraba Julieta (“Beso”), la escribí desde lo que siento a partir de mi convivencia con mujeres, que era un acercamiento a una sensibilidad femenina.
Esa es una de las varias metodologías azarosas que fuimos encontrando en este proceso de trabajo, que no que no se restringe sólo las seis canciones del EP, sino que hemos seguido trabajando. Sobre lo que nombraba Julieta de entrar en su mundo poético, algunas de las canciones no han sido modificadas en lo más mínimo: mi intervención fue estrictamente melódica, musical, de darle esa otra cara al texto. Es como un mundo que se abre, que tiene distintos posibles caminos, posibles paisajes.
Sensaciones
-¿Cuánto influyó el parate de la actividad actoral para meterte en la idea del disco, y cuánto de deuda pendiente había con hacer un proyecto musical?
Julieta: -Influyó muchísimo con conectarme más con el canto en colaboración, escribir mucho más y estar en más en contacto con la escritura y las imágenes poéticas. Y el mundo interior, porque hay algo de mucha conexión con el mundo interior, no sólo interior en las casas sino de uno: mucho nido.
No sentía que tenía una cuenta pendiente; sí sentía y siento mucho el deseo de cantar; y ahora que se empezó a articular esto de cantar canciones y compartirlas con otra persona, ahí me apareció algo de muchas ganas de compartirlo. Pero fue muy natural, no era una cuenta pendiente. Sí siempre mucho deseo de escribir, en principio para mí y después se empezó a ver así naturalmente; y de cantar, de interpretar además los textos, sean míos o de otro artista.
-Es una poesía que dispara muchas imágenes, y de metáforas simples pero directas, como “caminar amor donde hay dolor”.
Julieta: -Siento que de repente hay algo más loco en la poesía, o de mucha intensidad con una imagen en contrapunto; que va muy directo a una sensación. Y a veces hay más como conceptos, utilizando la poesía para contar una sensación o una vivencia. Esa mezcla totalmente arbitraria me da mucho placer: la imagen interna o externa de lo que sea, pero además también utilizarla para contar algo. Las dos cosas me representan, me dan placer.
-En tu caso Diego venías de sacar a fin de año un álbum solista, “Cuarto”. ¿Cómo fue volver a arrancar un ciclo creativo tan pronto: pensar en una nueva tanda de canciones cuando recién acaba de salir la última?
Diego: -Hace un tiempo que estoy en esa tormenta (risas), es algo que me pasa por arriba. Hace un tiempo que estoy trabajando con mucha intensidad, y necesito generar canales de comunicación, vías de salida de todo esto que surge como una necesidad quemante de escribir y de compartir lo que escribo.
Es un trabajo que con los años se ha transformado en cotidiano y fundamental en mi vida; entonces una vez que cerré el proceso creativo de “Cuarto” empecé a escribir otras canciones andan por ahí. Y este camino que encontramos con Julieta a partir de enero de este año, que abrió otro túnel en la selva.
Colores vocales
-Sos la voz principal en “Minotauro” y “Perro”, que (si bien hay unos colores folk en todo el álbum) con ese registro vuelan para un lado más Leonard Cohen o Johnny Cash; pero está el doblete de la voz de Julieta, parecido a lo que había hecho María Viola en “Adolescencia”, de “Cuarto”. ¿Cómo surgieron esas canciones?
Diego: -Julieta me pedía que cantara más (risas), que apareciera más mi voz. Me interesó mucho en el proceso de trabajo de estas canciones poder correrme un poquito de la voz principal, y que la que contara y llevara la voz cantante y la voz poética fuera Julieta. Por ninguna razón específica, consciente: me parecía que estaba bueno que así sucediera.
Pero “Minotauro” necesitaba dos voces: es una conversación, hay dos personajes en esa canción; era necesario que estuvieran las dos voces. Y en “Perro” necesitábamos también probar cómo sonaban las dos voces juntas como principales. Creo que es un camino que recién empieza: escuchar nuestras dos voces diciendo. Había un equilibrio que estaba bueno conservar en este EP y me parecía que lo daba la voz de Julieta adelante.
-Por ahí para el que la tiene en oreja a su voz hablada, su voz cantada sorprende un poco, tiene otros colores.
Julieta: -Sí, me lo han dicho; hay algo más interior. Es una búsqueda: lo veo en cantantes, cantautores de hace años; hubo un proceso en la cuarentena con respecto a la voz en estas participaciones. Me di cuenta de que me encontraba más cómoda cantando desde ese lugar; y también obviamente con Diego en la producción del disco, salió todo muy naturalmente todo, pero también había algo ahí de respetar ese estado y buscar ese color. Había algo muy respetuoso de parte de él, muy incentivador y también de complementarios.
Diego: -Me gustaría decir algo de la voz de Julieta, porque a veces es difícil hablar de la propia voz con todo lo de inconsciente que tiene, y difíciles de explicar por qué sale así, lo raro que es cantar. Ella encontraba enseguida un lugar justo del personaje de la canción, desde la primera maqueta: me parece que tiene que ver con su experiencia como intérprete, más allá de que no sea como intérprete de canciones. Encontraba enseguida el tono, no el tono musical (risas), por supuesto ese también; sino el tono del personaje del cual se decía.
Más allá de que algunas canciones tiene como un aire folk, que no remite necesariamente a la música de esta zona del mundo, su voz tiene un grano, un timbre y una manera de decir que es muy milonguera, muy arrabalera, muy de los puertos. Entonces enseguida dije: “Ta, está buenísimo poder rescatar esa es dicción y esa manera de decir”, que me parece que es como una marca de esta zona de los ríos, que nos une y nos separa.
Concreción
-Esto empezó en enero, en marzo fue el proceso de la grabación fuerte. ¿Cómo pasaron de los primeros intercambios a la grabación, y cómo fue grabarlo estando básicamente en dos países diferentes?
Julieta: -Nos mandábamos los textos; una vez que los teníamos hechos o casi terminados él a su tiempo, a su aire, iba buscando las melodías y las músicas. Ahí me mandaba una primera maqueta hecha en el estudio de su casa; mis devoluciones siempre eran muy felices, porque todo lo que me manda me encanta. Después me mandaba la música sola y yo grababa arriba mi voz. Él ahí veía qué hacía: si ponía la mía, la suya, las dos juntas; tendía a poner más la mía, por eso le dije “dale, sumate”.
En un momento nos dimos cuenta que teníamos varias canciones como para hacer un EP de seis u ocho, y propuso utilizar un poco la estructura que tiene, la discográfica que lo produce que es Bizarro. Ahí tuvimos una reunión con ellos y dijimos “vamos a ver cómo hacemos”. Yo justo tenía que viajar a Uruguay con un permiso especial de trabajo como actriz (estaba la frontera cerrada como ahora). Él empezó a producir las canciones, a convocar a los músicos, armaron una agenda y grabaron. Me fui allí y en do días grabé mi voces.
Después empezó la mezcla y un proceso de ida y vuelta: de mandarme las cosas y yo desde lo interpretativo mío tenía como cosas puntuales para decir, y después de lo musical era más intuitivo.
Diego: -Esas primeras maquetas tienen tiene mucho que ver con el resultado final, más allá de que los músicos (con los que vengo trabajando de hace mucho tiempo) aportaron su sensibilidad y su sabiduría, que levantaron muchísimo las canciones a nivel interpretativo, de sonido. Pero le decía a Julieta de no enamorarse las maquetas, que eran lo que escuchábamos y lo que teníamos como referencia, lo primero que podíamos escuchar de nuestro trabajo. Entonces si bien respetamos esas maquetas, se le dio en la grabación un vuelo distinto, más alto.
-Los músicos fueron Ariel Iglesias (batería), Checo Anselmi (bajo eléctrico y contrabajo) y Santiago Peralta (guitarras eléctricas), con Martín Tavella en el estudio. ¿Qué ganaron las canciones ahí?
Diego: -Los tres músicos tienen una trayectoria larguísima acá en Uruguay: trabajan con muchos autores de canciones, desde Eté & Los Problems hasta Ana Prada, Malena Muyala, Jorge Nasser. Tienen aparte de una gran experiencia tienen la sensibilidad y la sabiduría para poder meterse en el mundo de la composición. Eso ya llevó las canciones a otro lado.
Después en el estudio trabajamos con tiempo, sin apuro, con Martín. La idea de la producción era que no fuera avasalladora, grandilocuente; sino tratar de respetar ese flujo natural de la voz de Julieta, de las letras, las melodías. Que la voz poética estuviera por encima de la producción, la instrumentación, los arreglos: que no que no entorpecieran la naturalidad de la escucha.
Luces y sombras
-“El revés de la sombra” viene de la letra de “Descubrir”. ¿Por qué lo eligieron como título?
Julieta: -En nuestros intercambios en un momento apareció como una opción. Hay versos poéticos que son muy potentes y que son muy tridimensionales; la poesía para mí es muy tridimensional. Pero a veces son imágenes muy concretas pero son más 2D. En este caso sentía que había algo... no es complejo la palabra. Con más revés, tan sencillo como eso: es literal, esa palabra es clave. En algunas otras canciones aparece la palabra “borde”, pero volvíamos a una idea...
-Bidimensional.
Julieta: -Eso. Además de que a mí me gustaba lo que significaba ese verso, podía encerrar muchos significados para cada persona que la leyera o escuchara. También un poco el espíritu de la búsqueda nuestra como personas en principio y después como artistas. Encierra algo más completo: de verse en este aislamiento uno más entero, y saber que uno no es solo su luz, o la búsqueda de la luz, o solo lo que uno desea y sabe; sino también todo lo inconsciente y lo otro.
-Para la portada eligieron el fotograma de la playa de “El rayo verde”. ¿“El revés de la sombra” es quizás el universo soleado?
Diego: -Esa es una posible interpretación que está bárbara, muy válida como otras. Ahora pensaba que “El revés de la sombra” puede ser una fuente de luz, algo que genera luz pero que está oculto: no es que sea evidente, sino como decía Julieta de ese mundo más inconsciente, que no tiene que ver con la voluntad y con lo que está expuesto sino más que nada con lo que late de manera misteriosa.
-A veces pensamos que lo que está oculto es la sombra. Pero acá la sombra está adelante y el revés está atrás.
Julieta: -En algún momento hay que poner la sombra adelante, está bueno.
-¿Por qué eligieron la imagen al final?
Diego: -Tengo en mi casa un afiche de la película “El rayo verde”. En una de estas videollamadas (que son la manera que encontramos para comunicarnos, salvo los dos o tres días que nos vimos acá en Montevideo) apareció esa afiche atrás mío. Ahí Julieta volvió a ver la película (la había visto hacía muchos años). Éric Rohmer es un director que me fascina.
Las conversaciones sobre cine también estuvieron muy presentes en el intercambio que habíamos tenido: habíamos hablado de Wim Wenders, volvimos a ver “Alicia en las ciudades” a partir de lo que hablamos: es una película preciosa, que tiene muchos años. “El rayo verde” estaba ahí, y esa búsqueda de la protagonista de alguna manera tenía que ver con algo del tono de nuestra conversación.
Así que una vez que apareció ese fotograma, que aparte es muy lindo, que fuera una mujer la tapa (ese personaje de la película de Rohmer) y que tuviera que ver con el mundo del cine, ahí nos cerró toda la cuestión.
Julieta: -Creo que tiene que ver también, como decíamos antes, de esta cosa involuntaria, más inconsciente, siempre le digo la partida arbitraria de la poesía, de las cosas que uno hace; porque aparece y porque le gusta. Hay mucho de eso: no es que pensamos demasiado “bueno, vamos a poner este tapa porque va con este título”. Simplemente debe tener coherencia como cualquier combinación dentro de uno, como la poesía quizás.