Ana Castro, una historia detrás del Mural por la Memoria
Es una de las hijas de los ex presos políticos de la dictadura Jorge Castro y Milagros Demiryi. Nació en el penal clandestino de Devoto. Docente y artista, resumió sus vivencias en una pared del Industrial.
Guillermo Di Salvatore Memoria. Los alumnos y alumnas del Industrial, aprendiendo en primera persona la historia.
Un mural por la memoria pintado por la artista santafesina y sobreviviente de la dictadura Ana Castro luce desde este miércoles 23 de marzo en ese patio destinado a cobijar el juego, el ocio y la libertad de los estudiantes de la escuela Industrial Superior de Santa Fe (UNL). El mural había sido pintado originalmente en 2006, a 30 años del Golpe, y estaba sobre el exterior del edificio. Tras su restauración habita ahora este patio, para interpelar a los jóvenes sobre la historia de la última dictadura militar y sus consecuencias. Para pensar todos juntos.
La reinauguración del Mural por la Memoria formó parte del acto central escolar por los 46 años del Golpe Militar, en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Ana pudo contarles a los alumnos y alumnas sus experiencias de vida y los motivos que la llevaron a unir el arte y la memoria. "Nací un 3 de abril de 1975 en la Cárcel de Villa Devoto en la provincia de Buenos Aires, en la cual mi madre se encontraba detenida por razones políticas desde 1974, mientras que mi padre estaba detenido en la Cárcel de Trelew en la provincia de Chubut", dice Ana.
"Viví en la cárcel junto a madres e hijos nacidos allí. Cuando tenía un año de vida, sufrí graves quemaduras en mi cuerpo dentro de la cárcel. Producto de ello, mis abuelas se ocuparon de los cuidados especiales que implicaban un hecho de esa magnitud", cuenta Ana sobre su vida. "Fui criada un año más tarde por mis abuelos paternos que residían en Barrio Alfonso. Recién con la llegada de la democracia, casi 9 años después, mis padres fueron liberados y allí, junto con mi hermana mayor con la cual vivíamos separadas, nos pudimos reencontrar como familia", dice Ana, y agrega: "Luego de esto llegaron cinco hermanos más". La familia Castro Demiryi.
Palabras, imágenes
"Pienso en imágenes, las hilvano constantemente una tras otra desde que tengo memoria, es inevitable. Una fuerza poderosa arrastra todo aquello que va llegando a mi cuerpo y lo transformo en paisajes, postales o metáforas visuales sobre lo que va aconteciendo", dice Ana ante la mirada de alumnos y alumnas. "Desde que tengo razón de la memoria, siempre así todo resulta. Cada concepto o idea, sensible desde la extrañeza, desde lo desconocido, se codifica a lo visual. No lo puedo explicar muy bien, pero hay algo orgánico que me sucede. Algo se libera en la memoria y en mi cuerpo, algo se relaja y busca formas, colores e imágenes y un repertorio se abre dando lugar a lo que se expresa, sintetizando y mutando un deseo de materialización hacia la representación simbólica y estética".
"Una imagen ¿vale más que mil palabras? -lanza Ana ante los alumnos-. Si la palabra es lo que nombra y la imagen es lo se muestra, entonces las entiendo como entidades que se interceptan, hermanadas por lo que considero un acto que empuja la razón para luego encontrar sentido en aquello que se vuelve por momentos incompresible".
"¿Cómo se dibuja la memoria? ¿Cómo se nombra lo innombrable? ¿Cómo hablo del dolor desde el no dolor?" -se sigue preguntando Ana-. "En palabras de la Maestra Alicia Camilloni, es la búsqueda del modelo mental sobre aquello que acontece y no descansa, 'como representación dinámica o simulación del mundo' (Camilloni). Y sí, la memoria no descansa".
Guillermo Di Salvatore Ana y el mural. Con emotivas palabras, la docente y artista participó del acto por los 46 años del Golpe en la escuela Industrial.
Ana y el mural. Con emotivas palabras, la docente y artista participó del acto por los 46 años del Golpe en la escuela Industrial. Foto: Guillermo Di Salvatore
"¿La palabra podría ser análoga de la imagen y viceversa? Me gusta pensar sobre ello. Siempre las dos juntas, imaginándolas como una línea de horizonte, delgada, casi imperceptible, en donde los colores, las formas y las palabras se funden. Y luego nace la imagen y las preguntas: ¿Para qué pinto?".
"Las palabras y las imágenes han hecho de mí lo mismo que yo he aprendido a hacer con ellas y la vida; sobrevivir juntas a cada paso. Pinto para tener vida, pinto para que la memoria siga latiendo en cada espacio de nuestro cuerpo y nuestro territorio vital; pinto para seguir creyendo que mañana es la palabra más hermosa".
Memoria
Durante la presentación del acto, los alumnos y las alumnas se enteraron que Ana Castro es docente y Lic. en Artes Visuales (Esc. Mantovani - UNL). "El arte siempre fue el motor inspirador para las actividades que atravesaron la vida cotidiana y todos mis estudios. Mi arte siempre es autobiográfico", sintetiza. "Mis trabajos giran en torno a la memoria de la dictadura, en las historias personales y familiares que nos tocó sumergimos", dice Ana, y profundiza: "Mi búsqueda reside en indagar sobre aquellas memorias subjetivas, autorreferenciales, vinculares desde las tramas que la memoria teje, me teje, se teje".
Esa misma búsqueda quedó plasmada en otros trabajos artísticos cuando su hogar familiar quedó bajo el agua del Salado, en 2003. "Todos mis proyectos artísticos se mantienen en diálogo con mi historia -dijo Ana-; entiendo al arte como un lenguaje posible que hace marca y memoria". En el año 2017, Ana junto a sus seis hermanos llevaron a cabo la muestra colectiva "7 miradas". Cada uno inscribió su recuerdo y vivencia sobre las huellas de la dictadura en una instalación artística, en el Octógono de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNL. Dos años más tarde participó del proyecto colectivo "Estoy hecha de palabras". Una serie de siluetas intervenidas junto a textos personales en la explanada de la Legislatura.
Ese 2019 culminó otro proyecto, "Yo no me quiero morir. 15 entrevistas dibujadas". El mismo aborda mediante encuentros fotografiados, recorridos personales sobre el recuerdo de la inundación en Santa Fe. "Yo no me quiero morir es un poema escrito 15 años después desde la memoria que me dejó el avance del Salado", contó Ana. Posteriormente fue parte del Encuentro Latinoamericano de Derechos Humanos y publicado por la Revista Latinoamericana de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Costa Rica.
Registros
Desde 2020 Ana y su hermana mayor comenzaron a escribir, dibujar y registrar "Hermanas: Cuerpo, memoria y sangre", un proyecto sobre el recuerdo, el desarraigo, los vínculos en diálogo con las vivencias que la memoria engendra y guarda desde la infancia: la cárcel, las visitas, las separaciones, los miedos, la verdad, la mentira, los deseos y los sueños.
Finalmente, este 2022 Ana reconstruyó el Mural de la Memoria del Industrial. En paralelo está con la realización de un registro corporal-fotográfico en conjunto con el museólogo y escritor Fernando Marchi. "Allí se abordan imágenes registradas e intervenidas de una quemadura que llevo en mi cuerpo producida en la cárcel de Devoto en donde viví el primer año de vida, hasta el momento del 'accidente'".
Lo que la memoria olvida
Por Ana Castro.
Cada veinticuatro, dibujo recuerdos.
Mientras le pinto las uñas a mi amada abuela hay largos silencios entre las dos, y yo espero que ella me reconozca; me diga algo que la traiga a mí.
Cuando encuentro un espacio vacío en el pasado sobre lo que no fue, me invento un recuerdo, chiquito y luminoso. Siempre lo hice desde niña; fantasear sobre cosas que nunca serían.
Pero ahora más que nunca busco intensamente la memoria de mi infancia en ella. Es que algo se está yendo.
Mi abuela ya no recuerda casi nada de mí. Ni lo mucho que me gustaba escuchar sus historias con mi abuelo, ni los paseos, ni cuando me tomaba fuerte de la mano porque vivía con miedo a que alguien me llevara, ni todo lo que me decía sobre cómo debía amar a mis padres porque ellos buscaban un mundo mejor y algún día volverían a buscarme a mí.
Puedo ver en sus ojos que algo se está apagando, aunque cada vez que me mira algo también se enciende.
Es inútil, aunque intente escapar, mi biografía está aquí dándome vueltas; siempre, y ahora tengo que dibujar recuerdos como un experimento de identidad, de existencia, de supervivencia.
La memoria es tan frágil que me da miedo. Me desarma.
Pero estamos acostumbrados, aprendimos a reinventar cada momento, cada foto no sacada, cada noche larga. Ahora, será preciso entonces, seguir; dibujar sobre el presente que late y el futuro que espera.
24 de Marzo de 2022.
Guillermo Di Salvatore D.R
Foto: Guillermo Di Salvatore
"Viví en la cárcel junto a madres e hijos nacidos allí. Cuando tenía un año de vida, sufrí graves quemaduras en mi cuerpo dentro de la cárcel. Producto de ello, mis abuelas se ocuparon de los cuidados especiales que implicaban un hecho de esa magnitud"