La decisión de Donald Trump de atacar Irán cambió el rumbo del enfrentamiento bélico entre Israel y el país árabe. Fue el sábado por la noche en Argentina, madrugada en Medio Oriente y muchos no se lo esperaban.

Gabriela Jonas es doctora en Comunicación y docente. Reside en el sur del país y contó de primera mano la nueva realidad de una comunidad siempre en alerta.

La decisión de Donald Trump de atacar Irán cambió el rumbo del enfrentamiento bélico entre Israel y el país árabe. Fue el sábado por la noche en Argentina, madrugada en Medio Oriente y muchos no se lo esperaban.
Para conocer cómo se viven estas horas en Israel, El Litoral dialogó con Gabriela Jonas, santafesina oriunda de Moisés Ville que hace tiempo está radicada en el sur del país judío. La comunicadora y docente reconoció que “nadie sabía, había tipo una cortina de humo. Trump decía una cosa y uno nunca sabe lo que piensa”.

—¿Cómo se vivió el ataque de Estados Unidos a Irán?
— Había mucha gente que pensaba que era la única salida. Como que ya Israel teóricamente había hecho todo lo que podía. El país tiene el poderío militar pero no para atravesar esa planta nuclear (Fordow) que es subterránea.
La expectativa era muy grande de definir un poco la guerra. Aunque también mucho temor por las represalias. Hubo una especie de sentir que “no estamos solos”. Acá es muy estrecha la relación con Estados Unidos.
Esa noche dormimos bien, no habían caído misiles en nuestra zona, y cuando nos levantamos al otro día vimos la noticia. Pasó algo similar cuando Israel atacó, que nadie lo esperaba, como una cuestión ultra secreta. Ese día recibimos una notificación en los teléfonos para que estemos alertas, que nos preparemos para una posible represalia.

—¿Nada es igual desde el 7 de octubre del 2023?
— Los días pasan raro. Es toda una sensación muy rara. Estamos acostumbrados a vivir así, es muy difícil de entender para alguien que no está aquí. Pero esta vez es más total, terminante.
Después de lo que pasó el 7 de octubre de 2023, con el tiempo ya comenzamos a vivir una suerte de rutina en medio de esta locura. Vamos a trabajar, la gente sale, a pasear o a conciertos. Se normalizó una situación que no es normal. Pero con esto no.

—¿Cómo transcurren estos días post ataque de Estados Unidos?
— Está pasando algo similar a la pandemia del coronavirus. Hasta hace unos días estaban permitidas reuniones de no más de 30 personas, había que reservar lugar para cenar o ir por turnos a los gimnasios. Cuando cayeron misiles en zonas residenciales volvieron a prohibir esas cuestiones.
La gente está en la casa. La escuela secundaria y las universidades terminaron las clases vía Zoom. Pero igual, puede ocurrir que estés en medio de una clase, suena la alarma y hay que salir al refugio o la pieza de seguridad.
Ahora hay una tensa calma. Hay quienes dicen que Israel buscaría una negociación con Irán. Acá se lo ve como un éxito porque el país nunca se atrevió a tanto. La versión oficial nos dice que ya no se podía seguir postergando porque estaban (iraníes) muy cerca de terminar las armas nucleares y hubo muchas amenazas de exterminarnos.

—¿Qué esperan para los próximos días o semanas?
— Uno espera que no haya una escalada a nivel regional. Tranquilo uno no está. Tratamos de vivir la vida pero tenemos esta cuestión. Es como el coronavirus pero con el temor de que te pueden bombardear. Uno sale poco, los chicos están en casa. Suspendieron las colonias de vacaciones, casamientos, fiestas de graduación. Estamos en estado de guerra.
Al mismo tiempo, todavía está la situación de los rehenes de Gaza, de los cuales 21 siguen con vida. El otro día recuperaron cuerpos de personas asesinadas aquel 7 de octubre. Esto quedó medio rezagado pero también está, las familias continúan reclamando. Ahora se suspendieron pero hasta hace poco todos los sábados se hacían marchas.
Queremos que termine ya casi estamos en dos años. 626 días, lo vamos contando en redes sociales y grupos de WhatsApps.
Esperemos que esto lleve a buen término y podamos respirar y vivir en paz. Mucha gente de Israel está cansada. Nuestros hijos van al Ejército, a la reserva. Mi hijo ya estuvo cinco veces desde el 7/10.
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