Por Melina Nicolau y Laura Gili
¿Desde qué lugar podemos pensarla, sin caer en la reducción de la culpabilización a los adolescentes y adultos?
Por Melina Nicolau y Laura Gili
Artificio es una institución de la ciudad de Santa Fe que se dedica hace varios años a la clínica desde el psicoanálisis, a la vez es un espacio para la literatura, el arte y la educación. Desde hace dos años venimos sosteniendo junto a otros colegas un espacio para pensar la adolescencia en la época actual.
Aquí nos reunimos a dialogar, escribir e investigar sobre nuestra práctica y clínica con adolescentes, entendiendo que es imposible pensar las adolescencias sin analizar el tiempo actual y sus efectos en la subjetividad.
Este año comenzamos el espacio titulado "Adolescencia: desde una mirada psicoanalítica", abriendo el debate sobre la serie en auge, "Adolescencia".
En primer lugar, nos instó dialogar al respecto por los múltiples posicionamientos que se observaban en diversos medios de comunicación, donde por semanas la adolescencia, los jóvenes, el crimen y adultos referentes, quedaron quizás "culpabilizados", como inmediata respuesta social a malestares de la época, no dimensionando la complejidad de la trama social que devela la serie.
Es importante pensar las adolescencias como un tiempo de crisis, ya que es un paso a la adultez que requiere despedirse de la infancia. En este tiempo de crisis, los adolescentes están en movimiento subjetivo continuo en pos de una identidad, ensayan diversas identidades y para ello en ocasiones actúan, se lastiman, se agrupan, se separan.
Pensar en una responsabilidad sobre las elecciones, decisiones y actos que un joven pueda reconocer, es diferente a tomar el criterio de la culpa, esta última deja, en este caso a un joven y a su familia, suspendidos por momentos, automatizados cumpliendo un deber.
La serie está dividida en cuatro capítulos de una hora cada uno y cuenta con la particularidad de que cada uno está filmado en una escena continua, un plano secuencia sin cortes de cámaras, y nos deja pensando sobre la adolescencia y el transcurrir del tiempo continuo, líquido, sin corte de nuestra actualidad.
Pareciera que la serie exigiera una interpretación rápida de los hechos, no obstante nos incómoda generando tensión.
En un reel, el director y actor de la serie, Stephen Joseph Graham, comenta que decidió hacerla porque "se le rompió el corazón", cuando leyó en el diario dos crímenes de "niños a niñas" en distintos territorios de su país, y comenzó a preguntarse:
"¿En qué tipo de sociedad estamos viviendo en este momento, donde los niños están apuñalando a niñas? …se necesita un pueblo entero para criar a un niño. ¿Y si todos somos, de alguna manera, responsables? El sistema educativo, la crianza, la comunidad, el gobierno".
Quizás el director arma una ficción para poder tratar ese horror que el ser humano es capaz de producir, por ello el estilo de filmación donde el espectador es convocado a reflexionar, a interrogarse, más que a cerrar encontrando el culpable del crimen.
Así como este director a través de la ficción, hace con el malestar de la época, nosotros adherimos a la apertura de pensar e interrogar en pos de una responsabilidad por parte de un sujeto, que lo aloje en una ética con el otro.
El protagonista de la serie es un adolescente de 13 años, llama la atención la presentación de los capítulos: las fotografías de los actores siendo niños, mostrando ese tiempo anterior distinto a la metamorfosis y el pleno pasaje por la adolescencia que se pone de manifiesto en la miniserie.
Desde el primer capítulo se puede dilucidar el nudo de la narrativa: el homicidio de una adolescente por otro adolescente.
Se despliega de manera continua el proceder de la justicia y de los investigadores de la escena del crimen, mostrando el estado emocional del adolescente y el desconcierto frente al desconocimiento de la situación de los padres del joven, donde todo es abrumación y desorientación.
En todo el transcurrir de la escena se observa la brutalidad del accionar del estado: la policía, el interrogatorio, la prisión. La disrupción de la ley ¿por qué aparece de esta manera? ¿Por qué tumbar la puerta? ¿En esta época solo es posible de esa manera la fuerza de ley?
El joven se orina cuando entra la policía, no está a la altura de lo que realizó, y el padre en una unilateralidad cumple desorientado lo que le van pidiendo, obedece; El joven también obedece a lo que la época impone, quedando él y su padre en posición de objeto.
A través de la "mostración", Jaime, el protagonista, logra hacer un llamado a la ley, algo que lo limite, que lo regule y ser "mirado". En este sentido nos preguntamos: ¿De qué manera los adolescentes nos están convocando?
Por otro lado, en la serie se muestra el lugar de la escuela frente a las adolescencias. Los detectives se acercan al establecimiento educativo para interrogar a los adolescentes, hacen averiguaciones sobre el arma homicida y sobre el vínculo con la víctima.
No encuentran respuestas hasta que el hijo del policía le da a conocer el dialecto y significaciones en las redes sociales que establecen los adolescentes: el término "incels"' (célibe voluntario) aparece como el más relevante.
Asimismo se muestra sin velo los conflictos y la violencia existente en la escuela entre pares, tanto en lo real y como en lo digital. Podemos observar que en las escenas de la Escuela suceden diversas situaciones, con sujetos desorientados, perdidos, se torna bizarra y tensa en un tiempo continuo.
Así como los compañeros blancos le tiran los restos de comida en el plato al hijo del policía, el joven toma esto como algo "habitual" y tira su basura en los residuos; los estudiantes salen por la alarma de incendio, a sabiendas de que es "falsa", caminan como engranajes de una máquina, des-subjetivados; expectantes sin pausa de diversos episodios de violencias (la joven que agrede en el patio a otro joven, este que se escapa al interrogatorio del policía, un docente gritando para poner orden en el aula).
"La relación social ya no se establece entre ciudadanos que comparten una historia, un territorio y un proyecto político, social, económico y cultural y que están todos sujetos a las mismas restricciones y prohibiciones; sino que se arma una conexión entre consumidores de cualquier lugar del mundo que intercambian productos y que se rigen por contratos entre partes" (Berestein, 2022).
Considerando la cita antes mencionada, nos encontramos en un momento, donde el sujeto social adolescente, se relaciona como un consumidor, no es ya un ciudadano perteneciente a una ciudad, pueblo con sus normas, costumbres, identidad, historia, leyendas, mitos, que arme una estructura, circuito por donde lo pulsional encause, y logre cierta identidad que le posibilite un encuentro con el otro.
Es decir que la salida de la familia de origen, la exogamia, y el encuentro con la diferencia sexual, con lo distinto, que se da en el barrio, la escuela, el club, la red, podríamos pensarlo no ya como "paso", en un tiempo y con rituales, sino en muchas ocasiones como acting, cortes, consumo de alcohol, drogas, apuestas.
En la actualidad el sujeto no se identifica con un otro social, sino que se presenta sin referencias, sin marcas simbólicas, desorientado en sus modos de satisfacción, entonces le queda a cada uno inventarse su propio S1 significante Amo, y modo de gozar con su objeto.
Así los sujetos desamarrados de una ley que los ordene y regule, inventan sus propios seres: a partir del consumo cocaína, soy drogadicto, del juego soy ludópata, del alcohol soy alcohólico.
Si partimos desde un criterio de culpa y criminalización para pensar a los adolescentes, no hace más que dejarlos solos y excluidos; y a los adultos imposibilitados de poder pensar, analizar, hablar y acompañar en este tiempo vulnerable y de transición del ser humano.
Conocer el contexto actual en el que estamos inmersos ayudará a poder posicionarnos desde un lugar activo frente a los avatares epocales.
"Despertar e inventar en la adolescencia", de Verónica Berestein, capítulo 3 ("El sujeto contemporáneo"), página 49, editorial Grama, Buenos Aires, Argentina, 2022. El Seminario 10, "La Angustia", de Jacques Lacan, editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1962-1963. El Seminario 17, "El reverso del psicoanálisis", de Jacques Lacan, editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1969-1970.
(*) Coordinadoras del espacio, psicólogas, practicantes del psicoanálisis.
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