Nos escribe Leandro (45 años, Bahía Blanca): "Hola Luciano, aquí te escribe un varón separado y con dos hijos. Iniciando una nueva relación, con una pareja que terminó hace unos años y que empezó en la adolescencia. No sé mucho (nada) del amor. Así que con miedos e incertidumbres. Con ganas de amar, pero con fobias y temor a encerrarme. ¿Qué me podés decir del amor en la adultez, como para darme confianza en esta nueva etapa?"
Querido Leandro, muchas gracias por tu correo y qué gusto recibirlo. Porque como digo en esta columna: la situación de uno es el espejo para muchos otros. Decís que no sabés (mucho o nada) del amor, pero has amado. Eso es muy importante y creo que lo que no sabés en este momento no es por ignorancia, sino porque estás en vías de iniciar una nueva etapa. Imaginate si supieras lo que va a pasar. Empieza algo nuevo y noto como algo valioso que no querés que vuelva a ser como tu relación anterior. No porque esta haya sido mala. No es necesario demonizar algo para dar un paso hacia adelante.
Si pienso en lo que me han planteado en otras consultas, es como si la pregunta fuera por cómo pasar a un vínculo diferente, después de que quizá ya se estuvo casado y hasta se tuvieron hijos. No necesariamente esta nueva pareja se convertirá en una familia. Ahora bien, desde mi punto de vista lo que quisiera sugerirte es que esta pareja en la que te estás embarcando -navegar es preciso- te desafíe. ¿A qué me refiero? Por el tono de tu correo, intuyo que algo del encierro te ocurrió antes. Dejame que te diga que estar en pareja no es ir en paralelo.
¿A qué me refiero? Tal vez uno de los problemas de la pareja de juventud, que luego se convierte en familia, es que tiende a que -luego de convertirnos en padres- funcionemos más como equipo (a veces uno que no funciona) que como pareja. Siempre digo que la pareja no es un equipo, pero cuando uno es joven y además está en tren de crecer, bueno, ocurre que hay que ponerse pragmático y a veces -nueva metáfora del viaje- cargamos las valijas, pero nos olvidamos a las personas.
No sé si esto es lo que te ocurrió, pero si no igual sirve para darte una recomendación: cuando uno es joven, piensa que lo fundamental es amar al otro. Y está bien. Pero con tiempo uno se da cuenta de que el amor no es la piedra fundamental de la pareja, sino que es mucho más el compañerismo. Esta semana leí una frase de Friedrich Niezsche que me pareció de una madurez suprema: "Al entrar en el matrimonio, debe uno plantearse la siguiente pregunta: ¿crees tú conversar bien con esta mujer hasta la vejez? Todo lo demás en el matrimonio es transitorio, pero la mayor parte del tiempo de trato pertenece a la conversación".
Querido Leandro, voy a decirte lo mismo, pero de otra manera: con los años es mucho más importante amar la vida del otro que al otro. Suena paradójico, pero lo voy a explicar un poco mejor: en la juventud, amar es que querer estar con el otro, que este nos quiera, que no falte el deseo, etc., pero todas estas actitudes también se pueden reconducir hacia una forma posesiva del vínculo. La cuestión, entonces, es cómo amar de un modo que trascienda el modo de estar más o menos pendiente de la presencia (o ausencia) del otro. Por lo tanto, estamos hablando de que amar la vida del otro es querer conocerlo, poder escucharlo y, si bien este tipo de planteos parece obvio, creeme que no lo es.
Me explico mejor. Muchas más veces, cuando en una pareja uno viene y le dice algo al otro, lo primero que este hace es decirle algo en función de cómo lo afecta a él (o ella). Por ejemplo, mi esposa me dice que no está bien en el trabajo y quiere dejarlo. Entonces, yo le digo que no, porque voy a tener que trabajar yo el doble, etc. O quizás no le digo esto último, tal vez no soy tan explícito, pero sí le hablo de un modo en el que no dejo de tener en cuenta mi conveniencia. Si algo tiene el amor después del amor, esta nueva etapa a la que te estás predisponiendo, es que, si ya viviste antes, no estás ahí para que el otro se acomode a vos.
Digámoslo de otra forma: lo fundamental en esta nueva etapa, si es que va a serlo, está en conseguir cierta "objetividad" y no hacer pasar lo que le pasa al otro por lo que le pasa a uno. Menos rebuscado: se trata de escuchar al otro desde su punto de vista, queriendo para su vida lo mejor, independientemente de uno. Este es el desafío del que te hablaba. Creo que ahí está el temor en juego. No es nada fácil producir este descentramiento; pero este es el amor para una segunda parte de la vida, en la que lo fundamental quizá ya no es construir, sino permanecer y durar el tiempo de calidad que sea posible.
Este es el amor para una época (de la vida) en la que ya no estamos obligados a estar con alguien, por mandato o por miedo a la soledad, sino para conocer una nueva realización vincular, a través de llegar a una relación más profunda con el otro. Este es el amor para una nueva vida. Un nuevo amor, con un nuevo vínculo. Este es el amor que espero encuentres, que no es tanto un sentimiento, sino el efecto de tu disposición a conocer y conocerte a través del otro. El mejor deseo para vos en este periplo, Leandro. Las valijas ya están hechas.
(*) Para comunicarse con el autor: [email protected]
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