La Cámara Alta santafesina homenajeó al fundador de la fábrica de bolitas de San Jorge este miércoles.

El Senado de Santa Fe rindió tributo a Víctor Hugo Chiarlo, creador de la fábrica de bolitas, destacando su legado y anécdotas que marcaron su vida.

La Cámara Alta santafesina homenajeó al fundador de la fábrica de bolitas de San Jorge este miércoles.

Fue enteramente protagonizado por Víctor Hugo Chiarlo el momento más emotivo del homenaje que, el pasado miércoles 5, el Senado de Santa Fe le brindó. Y sucedió cuando tomó el micrófono, luego de otros discursos.
Chiarlo retrocedió mucho, quizá 9 décadas, al hablar de su pasión y narró un episodio de su infancia, además de contar cómo es que tantas veces su fábrica esquivó la quiebra, gracias a socios y a su familia, o a un inversor chino cuya esposa colombiana fue clave para la operación "en castellano".

Hoy tiene 95 años y conserva una lucidez envidiable. Ante una broma del intendente de San Jorge, Juan Pablo Pellegrino, que le dijo que como ciudadano ilustre tiene que dar el ejemplo y portarse bien, confirmó que no ha vuelto a manejar su camioneta. Pero lo mejor vino cuando para hablar mostró primero una vieja botella de una bebida de otras décadas. Se la alcanzó el senador Estaban Motta, quien acertó a ofrecerle el homenaje: seguramente, el joven representante del departamento San Martín sabía lo que iba a suceder.
Chiarlo relató una escena en un club de San Jorge donde dos personas mayores tomaban sus bebidas. Uno empinaba una cerveza y otro una bebida sin alcohol. "Y cuando los dos terminaron" tiraron las botellas que por entonces no eran descartables. "Me escondí entre unos yuyos y esperé que se ponga oscuro y fui a buscar la chinchibira vacía: yo sabía que había una bolita, no tenía ninguna y esa fue la primera". Aquel envase fue sacrificado y el tesoro quedó en sus manos. Dijo que así lo conserva aunque en otra botella de entonces. Su fábrica llegó a producir 400 mil bolitas por día.

La Chinquibira, como otras bebidas y refrescos, tenían el sistema creado por Hiram Codd en 1872 en Inglaterra: en una botella de vidrio llena bajo presión de gas el contenido empujaba una bolita de vidrio contra una arandela de goma en el cuello. Era un sello similar a las actuales tapas.
También explicó el homenajeado cuál es el origen del nombre "Tinka", elegido para su marca, creada recién para cuando el emprendimiento dejó de vender a otros revendedores y optó por salir con su propia distribuidora a todo el mercado argentino. En esa tarea estaba Chiarlo, en la ciudad de Formosa cuando vió a unos chicos jugar "a las balitas" (ese nombre es más popular por esa zona). Y escuchó que cuando había "un choque", que al acertar en su disparo a otra bolita, repetían "tinca, tinca" o acaso con la K casi gutural del guaraní, "tinka, tinka".