En la ardua tarea de organizar la sociedad y recurriendo a la historia del pensamiento político, podemos visualizar los aportes de Maquiavelo y Kant. Para Maquiavelo un político se debe dedicar a discutir sobre las cosas reales. Sin perderse en la imaginación y los deseos. La recomendación maquiavélica es supeditar la moral, los principios éticos, a la conveniencia y los intereses para conservar el poder.
Kant en cambio representa el polo opuesto. Para el cual la Política dice "sed astutos como las serpientes". La Moral añade como condición limitativa: "y sin engaño como las palomas". Pero ante la necesidad de encontrar una síntesis, la paloma debe guiar a la serpiente, para que la política no degenere en sagacidad o puro saber técnico. Y practicar la política como sabiduría. Es decir guiada por la moral. Lo que no significa que la moral dicte las reglas de la acción política. Sino que se comporte como vigilante crítico del obrar político.
Mirá tambiénPaz, reconciliación y dignidad humanaLo expuesto nos da idea de la polaridad de los desvíos, peligros e incluso de la corrupción con relación a la actividad política. ¿Cómo articular el realismo político con la ética? ¿O cómo elogiar el quehacer político a sabiendas de la inclinación maquiavélica que conlleva? No obstante el Concilio Ecuménico Vaticano II ha expresado que "la Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la vida pública y aceptan las cargas de este oficio" (GS 75). Lo que lleva a tener conciencia de que dedicarse al bien común es el cometido de la acción política. Y por lo tanto es también estar al servicio de las personas. ¿Pero es así?
Desde los griegos
Desde los griegos la política es la actividad que se ocupa y preocupa por generar las condiciones sociales, que hoy llamamos "estructurales", para vivir en justicia y libertad.
La experiencia muestra que existe un grave problema. El de considerar el relativismo intelectual como el corolario necesario de formas de vida democrática. Y todo se legitima en nombre de la democracia. Lo hemos experimentado en nuestro país en el que no se ha respetado el derecho al bien fundamental de la vida. Y se producen otros comportamientos disonantes. Desde la fe cristiana creemos que "si no existe una verdad última, la cual guíe y oriente la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para formas de poder". Hay que asumir que "una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como lo demuestra la historia". (CA 46)
Es necesario defender las normas morales universales e inmutables como un servicio no sólo a las personas, sino también a la sociedad en su conjunto. Esas normas "constituyen el fundamento inquebrantable y la sólida garantía de una pacífica convivencia humana, y por lo tanto de una verdadera democracia" (VS 96). La que no se limita al acto de elegir autoridades. Sino que la democracia constituye un medio, no un fin en sí misma. Y que "el valor de la democracia se mantiene con los valores que encarna o promueve" (EV 70). Los que no pueden fundamentarse en opiniones cambiantes, ni en la trivialidad del pensamiento insustancial que hoy se advierte.
Los valores sólo pueden derivar del reconocimiento de un orden moral objetivo, tomado como punto de referencia permanente. De lo contrario se cae en la caótica situación que a todas luces se comprueba en el contexto socio-cultural argentino.
Dignidad de la persona humana
Desde la fe cristiana, que no es una ideología, se afirma la dignidad trascendente de la persona humana, la libertad y los derechos humanos. Pero "en un mundo sin verdad la libertad pierde su consistencia y el hombre queda expuesto a la violencia de las pasiones y a los condicionamientos patentes o encubiertos". (CA 46)
La participación ciudadana en los asuntos públicos es "condición necesaria y garantía segura para el desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres" (SRS 44). Pero ¿qué participación puede haber cuando el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) da cuenta de que la pobreza alcanza al 38,9 % de la población? Y que se elevaría al 50% sin la asignación universal por hijo (AUH) y otros planes sociales. No es necesario abundar en más datos de una realidad cuya gravedad es tan elocuente.
No quiero en este contexto terminar sin aludir a la libertad, porque todo ser humano tiene una expectativa de expansión y plenitud. El ejercicio de la libertad debería permitirle a cada persona desplegar esa exigencia de plenitud. Pero el hombre, ser con otros, es consciente de que su historia no es aislada. Sino que está relacionada con otras historias. También con situaciones diversas que favorecen o entorpecen esa marcha personal y colectiva hacia la libertad, que tiene sus riesgos. Porque "la libertad es terriblemente difícil, es una carga. Es dura. La libertad engendra el sufrimiento. Los que temen el sufrimiento reniegan de la libertad. Y se venden a la autoridad. A no importa qué tiranía. La libertad es heroica. Los hombres de instinto servil jamás comprenderán lo que es la libertad". (Nicolás Berdiaeff)
Conviene pensarlo. Porque cuando se habla de libertad la tarea empieza primero por la conquista espiritual de sí mismo. No por el crédito ilusorio que fácilmente parece prestarse a los candidatos, sobre todo cuando sorprenden, como uno en particular, con anuncios carentes de la prudencia y justicia que deben caracterizar a un gobernante.
Muchos son los escollos. Enorme es la necesidad de solidaridad.
(GS) Concilio Ecuménico Vaticano II: Const. Pastoral Gaudium et Spes.
(CA) Juan Pablo II: Enc. Centesimus annus. 1/5/1991.
(SRS) Juan Pabo II: Enc. Sollicitudo rei socialis. 30/12/1987.
(VS) Juan Pablo II: Enc. Veritatis splendor. 6/8/1993.
(EV) Juan Pablo II: Enc. Evangelium vitae. 25/3/1995.
Nicolás Berdiaeff: Textos inéditos.
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