Hace un año, justamente un 4 de agosto, nos dejaba Fortunato Nari. Mi contacto personal se inició en 2010 cuando lo entrevisté para indagarlo como integrante de la segunda generación de poetas de "la heráldica de la Pampa Gringa". El 14 de octubre de 2012 integró un panel en la sede del Centro Piemontés, co-organizador junto a la Asociación Santafesina de Escritores (ASDE). Junto a Nora Didier debatieron sobre los "Territorios de la poesía y la traducción: italiano, piamontés y español", en homenaje a los traductores del italiano y del piamontés Giuseppe Mascotti y Francisco Tosco, y en el marco de las actividades de la XII Settimana della lingue italiana nel mondo.
Días después recibí una carta de agradecimiento, que incluí completa en el libro que editamos en la UNL (Nari, 2017, páginas 12-17). En la misma memoraba las figuras de su maestro, Mario Vecchioli, y de su traductor al italiano, Mascotti, así como del traductor del "Martín Fierro" al piemontés, Tosco. Sus palabras permiten comprender su rol de gestor cultural desde el momento de creación de la Radioemisora AM de Rafaela, en 1970, como responsable de la dirección artística. Y lo importante que fue la acción de revaloración del piemontés, gracias al éxito que despertaba cada sábado la presentación de Tosco de la estrofa, que a pedido de Nari, había traducido en la semana.
En 2015, una feliz iniciativa del secretario académico de la Universidad Nacional del Litoral, el ingeniero Hugo Erbetta, me permitió editar un libro para celebrar su trayectoria. Y durante dos años pude visitarlo varias veces, acompañada de María Luisa Ferraris y Miguel Ángel Gavilán, a quienes invité para que colaboren con la edición de "Fortunato Nari. Cantata de las ceremonias y otras cosmogonías" (Ediciones UNL, 2017). Este trabajo incluye obra edita e inédita, un estudio preliminar y los aportes críticos de mis colegas, fotos y dibujos del mismo escritor así como un cuadro bio-bibliográfico que con extremado cuidado organizamos para brindar referencias sobre su vida, obra y entorno.
Con sus aportes, pude reconstruir la historia de su familia inmigrante. Stefano Nari, abuelo paterno nacido en Gambasca, Cuneo, Piemonte, el 26 de diciembre de 1874. Su abuela Margherita Valfré, también piemontesa y su madre, Luisa Alba Bortolotti, nacida en el Friuli y emigrada en 1929. Sus padres se casaron en Suardi en 1930 y Fortunato, segundo de siete hijos, nació el 22 de abril de 1932 en Monte Oscuridad, Estación Suardi, departamento San Cristóbal.
Nari publicó su primer cuento en 1950 en la revista Pampa Argentina de Buenos Aires. Ya en 1953 obtuvo el primero de numerosos premios y distinciones, con un cuento infantil ilustrado y reconocido por un jurado que integraban Germán Berdiales, Fermín Estrella Gutiérrez, Frida Schultz de Mantovani y Leónidas de Vedia. En 1954 la Caja Nacional de Ahorro Postal lo premia por su literatura infantil, mientras que en 1957, con su obra en un acto "Azarías", logra el primer premio en un concurso de la Dirección Nacional de Radiodifusión para radioteatro unitario de autores noveles.
"La tierra está", a su vez, obtiene el Primer Premio Manuel José de Lavarden y una versión en cuatro actos es seleccionada como finalista para el concurso hispanoamericano de teatro celebrado en Madrid, Premio Tirso de Molinas. En 1963, el Instituto de Cultura Hispánica pone en escena esta obra en el Teatro María Guerrero de Madrid. De igual modo, en 1963 y 1964, Nari es premiado por la Dirección Provincial de Cultura de Santa Fe para la edición oficial de teatro.
"El habitante" es seleccionado por el Instituto Internacional de la Unesco para representar a la Argentina en el Segundo Concurso Latinoamericano de Obras Teatrales. Primero gana la selección por nuestro país y luego la instancia latinoamericana (en dicho certamen, justamente, realizado en México). En 1966, "El hijo de Medea" gana el Primer Premio Edición de la Municipalidad de Rafaela, a la vez que en 1967 gana el Primer Premio compartido en el Certamen de Teatro General San Martín por su obra "Tía verde" (inédita).
En 1980 la Filial Rafaela de la Asociación Argentina de Relaciones Públicas le otorga el título de "Personalidad del Año" y en 1984 obtiene el Primer Premio del Fondo Editorial de la Municipalidad de Rafaela. En 1995 recibe el Premio a la Excelencia por el Instituto Argentino de la Excelencia y la Cinta Azul de la Popularidad.
En 2013 la ASDE premia su trayectoria y le obsequia una estatua de Roberto Favaretto Forner. En 2016 hace lo propio Escritores Rafaelinos Agrupados (ERA) y también el Rotary Club de Rafaela. Muchas fueron las personalidades que elogiaron su obra, entre ellos Juana de Ibarbourou, Syria Poletti, Luis Ricardo Furlán (de LRA Radio Nacional), J. A. De Diego, Teresinka Pereira (Estados Unidos) y María Granata.
Su archivo epistolar es profuso y destacado en personalidades. Como ejemplo, un fragmento de la misiva de Antonio Pagés Larraya, fechada en Buenos Aires, el 8 de diciembre de 1974:
"Amigo Nari: no sabe usted cuánta alegría me dio saber algo de su existencia y recibir 'El habitante'. (...) Su obra me sumergió en ella desde el primer instante, acaso porque está cargada de vaticinios y sugestiones de hoy. Sabe usted unir, con esa ironía y esa ambigüedad del gran dramaturgo, la amargura y la piedad por el hombre. (...) Me pareció una obra la suya que salva escollos dificilísimos de arquitectura y de lenguaje. Parece imposible lograr que seres tan desnudamente simbólicos sean tan carnales. La obra se enreda y se afina y ya parece una hazaña que la imagen de un poema adquiera una fuerza semántica inusitada. Lo felicito Nari, le deseo que rompa esa cáscara de omisión que siempre desafía a la creación grande. Es usted uno de los verdaderos, honrados e inspirados inventores de nuestro teatro. Dele saludos a esa tierra de Rafaela donde nació mi madre y espero volver a verlo muy pronto" .
Gavilán, en su texto crítico, recuerda una anécdota contada por una hija de Nari: la de tener la sensación de que su padre flotaba en el aire en lugar de caminar. Creo que Miguel, María Luisa y yo también lo experimentamos mientras armábamos con él el libro, porque todos sus movimientos "sin caer en el amaneramiento, trasuntan algo etéreo, incluso su poesía da esa sensación de humo que está pronto a desaparecer ante la primera ráfaga de viento" (Gavilán, 2017, página 86)
Viento cargado de palabras que son a la vez, el polen y ceniza de Fortunato Nari. Una transformación incesante, tenue e ineludible de germinación, compromiso y secreto. Rescato, por similar, la sentencia final de las "razones del escribir" del escritor siciliano Gesualdo Bufalino: "Éste, me parece, es el deber cívico y humanitario del escritor, copista y legislador del caos, guardián de la ley y turbador de la calma, un ladrón del fuego que lleva a los hombres el secreto de la ceniza" (Bufalino, "Cere perse", Sellerio, 1985, la traducción me pertenece).
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