El papa León XIV presidió este domingo su primera misa pública en el pueblo romano de Castel Gandolfo, donde pasa unos días de descanso veraniego, y abogó por una "revolución" de la compasión ante los males del mundo, como las guerras, la indiferencia y los sistemas opresores. "Es necesario ver sin pasar de largo, detener nuestras carreras ajetreadas, dejar que la vida del otro, sea quien sea, con sus necesidades y dolores, me rompan el corazón. Eso nos hace prójimos los unos de los otros, genera una auténtica fraternidad, derriba muros", recomendó el sumo pontífice.
León XIV decidió retomar la tradición de pasar una parte del verano en esta pintoresca localidad a las afueras de Roma, más fresca al estar en lo alto de un volcán extinto y a orillas del lago Albano, y aunque ya interactuó con sus vecinos desde su llegada el pasado domingo este fin de semana ofició la primera misa pública en el lugar. Lo hizo en una pequeña iglesia barroca proyectada por Gian Lorenzo Bernini y dedicada al agustino -como él- español santo Tomás de Villanueva. Robert Prevost llegó al lugar a bordo de un vehículo eléctrico y, antes de empezar la misa, rezó unos instantes ante la virgen de su altar.
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Después, ante un grupo más bien reducido de fieles y autoridades locales, dadas las dimensiones del templo, el pontífice pronunció una homilía inspirada en la parábola del Buen Samaritano y en la que abogaba por la empatía y la compasión en el mundo. "Hoy se necesita esta revolución del amor", reclamó. El papa llamó a tender la mano a "todos aquellos que se hunden en el mal, en el sufrimiento y en la pobreza, a tantas personas agobiadas por las dificultades o heridas por las circunstancias de la vida", aquellos que "se derrumban hasta tocar fondo".
Pero también a "tantos pueblos despojados, estafados y arrasados, víctimas de sistemas políticos opresivos, de una economía que los obliga a la pobreza, de la guerra que mata sus sueños y sus vidas". Terminada la misa, un grupo de fieles y vecinos le entregaron algunos dones, como flores o algunos dulces, pero también una gorra de tenis y un balón, dada su conocida pasión por el deporte. León XIV prometió a los jóvenes del oratorio de la iglesia un partido de básquetbol "cuando se calmen las aguas", según explicaron algunos fieles a los medios.
Mirá tambiénEl papa León recibió a Zelenski En su primera semana en Castel Gandolfo, León XIV tuvo algunas audiencias privadas (como con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski) y ofició en el jardín pontificio una misa por el cuidado del medioambiente. Pero este domingo tuvo su primer acto público y pudo sentir la alegría de cientos de vecinos y fieles atravesando a pie, pero rodeado de guardaespaldas, la plaza del pueblo que separa la iglesia del enorme Palacio Apostólico, a cuyas puertas rezó el Ángelus dominical.
"Queridos hermanos y hermanas, estoy contento de encontrarme aquí, en medio de ustedes, en Castel Gandolfo", proclamó, suscitando gritos de 'viva el papa' de la muchedumbre que le escuchaba. "Saludo a las autoridades civiles y militares presentes y os agradezco a todos por esta calurosa acogida", agregó. Antes de despedirse, el papa volvió a tener palabras por la paz: "Hermanos y hermanas, no nos olvidemos de rezar por la paz y por todos aquellos que, a causa de la guerra y de la violencia, se encuentran en un estado de sufrimiento y necesidad".
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