Rebrota el sarampión, y entonces hay que estar preparados, y vacunarse. Hay que dejarse de dar vueltas y entender que cada uno es el principal interesado en estar sano. El sarampión es feo, y peligroso. De cada bebé, de cada chico escolar, adolescente y adulto joven hay que preguntarse si están bien vacunados contra el sarampión y contra todo lo demás. Si no sabe la respuesta, que consulte con la enfermera o con el médico del centro de salud del barrio, o en el vacunatorio. Ante la duda, preguntar. Pero ya sé que hay obstáculos.
Si hay dudas sobre si haber recibido una vacuna, o no, es mejor volver a recibirla. No hay problema. Más vale una de más que una de menos. El sarampión rebrota en Buenos Aires y rebrota en la provincia de Santa Fe. En Bolivia hay tantos casos que hace unos días decretaron el estado de emergencia nacional, y comenzaron una campaña de vacunación. Es una enfermedad muy contagiosa.
También hay casos en San Luis. El sarampión, al igual que otras enfermedades infecciosas, se desplaza de barrio a barrio, de ciudad en ciudad, de país a país. Viaja en ómnibus y en avión, y también viene a pie. Esto se debe a que hay unos días en la evolución de la enfermedad en que la persona contagia a los demás sin proponérselo, incluso sin saberlo. No sabe que está enferma porque todavía no tiene síntomas, o éstos son mínimos o incipientes, o no les hace caso.
Los jugadores de fútbol tienen hoy una buena oportunidad para colaborar. Gentileza
Siendo entonces que cualquiera puede recibir el contagio del sarampión (o de la meningitis, la tos convulsa, etc.) sin saber de dónde le vino, la vacunación aparece como la mejor manera de evitar tanto la propia enfermedad como la perspectiva de contagiarla a otras personas del entorno. Ya sé que hay obstáculos. Los hay, en efecto. La autoridad hace poca cosa para promocionar la vacuna, y menos hacen quienes son referentes para la comunidad, sobre todo los jugadores de fútbol. Nadie admite ni errores ni omisiones. Y con frecuencia circula información falsa.
Pero, aunque es necesario señalar la incompetencia y la desidia, para que se vea y se corrija, al mismo tiempo hay que ponerse las pilas porque se nos va a venir el agua. Y entonces será tarde para llorar sobre la leche derramada. Por ejemplo, pocas veces sale un jugador de fútbol a promocionar la vacuna contra el sarampión pese a que está en una edad en que debería preguntarse si está bien vacunado, porque puede ser que no lo esté. Y porque la aglomeración de gente en la cancha de fútbol podría favorecer un contagio masivo a partir de un único hincha enfermo, que contagiaría a muchos a su alrededor.
El jugador de fútbol es quien es en virtud de la comunidad, y vive bien en virtud del juego que le ofrece a la comunidad. Entonces se debe a la comunidad, tiene una deuda moral y de gratitud para con la comunidad porque gracias a esta comunidad es quien es. Por tanto, deberían comprometerse más. Tendría un efecto extraordinario si se viera que todo el plantel de Colón o Unión asiste al vacunatorio para ver si a alguno le falta una vacuna. Y a quien le falte, ahí mismo se la ponen. No costaría nada. La palabra, y sobre todo el gesto de un jugador de fútbol, de básquet, de rugby, tienen hoy más valor, más credibilidad que la palabra o el gesto de un político. Y hay que aprovechar esta circunstancia en beneficio de la comunidad.
Similar se podría decir de vacunar a los adolescentes, en los colegios, en presencia de los alumnos más chicos, para que vean y aprendan. O vacunar a las maestras de jardín en presencia de los niños del jardín, y de sus madres y padres. No costaría nada, y sería muy útil. El personal docente tiene una responsabilidad especial en cuanto a las vacunas porque pueden contagiar, aún sin saberlo, a sus alumnos, sobre todo de guardería y prescolar.
Es larga la lista de las cosas que se podrían hacer para fomentar las vacunas, tanto las infantiles como las de los adultos. No sería una opción, sino más bien una obligación porque el porcentaje de personas vacunadas es cada vez menor en Argentina. Es decir, cada vez hay más niños y adultos argentinos con vacunas incompletas, es decir, insuficientes. Pero todavía hay otra razón poderosa para entender que la cuestión de las vacunas nos importa, y mucho, a todos, y que todos tenemos que hacer algo sin esperar a que nada caiga del cielo. Esa otra razón es que el Gobierno hoy cuestiona las vacunas, las pone en duda. Al parecer no le interesan, algo está pensando. Entonces hay que estar atentos a lo que pueda pasar.
Salvar las vacunas
El presidente dice que quiere que Argentina salga de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo dice quien es economista. El comunicado oficial del gobierno argentino sobre la pretendida salida de esta gran organización es una nota breve y visceral donde se vierten conceptos falsos, equivocados, radicales, y palabras agresivas, ofensivas (*). No aporta ningún fundamento científico para sustentar lo que afirma. Esto contrasta con el alto nivel científico de Argentina, del cual ya salieron tres Premios Nobel: uno de medicina, uno de medicina y fisiología, y uno de química. Y otros dos Premios Nobel de la Paz. Cinco en total. Argentina es así el país de América Latina que más Premios Nobel le ha dado a la humanidad. El nivel científico argentino, entonces, no está sujeto a la opinión del lego, ni admite pataletas, porque está más allá de la vana superficialidad.
La idea de salir de la OMS carece de la necesaria reflexión previa, y por lo tanto parece más bien un gesto de pleitesía hacia Robert Kennedy, secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. Este señor es un reconocido agitador anti-vacunas. Entre 2015 y 2023 fue presidente de la organización Children's Health Defense (conocida por la sigla CHD), de gran activismo contra las vacunas infantiles y una de las principales fuentes de información falsa sobre vacunas. En numerosas ocasiones se manifestó en contra de la vacuna del sarampión, y sembrando temores con información falsa contribuyó a que el brote epidémico de sarampión de las islas Samoa y Tonga, de 2019, se saldara con más de 600 casos y más de una docena de niños muertos. El contagio lo habían traído unos jugadores de rugby procedentes de Nueva Zelanda.
Las recientes recomendaciones de este señor sobre vacunación infantil y de la embarazada provocaron enérgicas protestas por parte de la comunidad científica de Estados Unidos. Más protestas provocó cuando el mes pasado despidió a todos los 17 miembros del Comité Asesor de vacunes, un organismo científico de máximo prestigio. Los echó a todos, y los cambió por ocho miembros de su equipo, varios de los cuales también son reconocidos anti-vacunas. Estuvo en mayo en Argentina de visita oficial. Del encuentro con el ministro de Salud argentino quedaron en el aire unas propuestas extrañas, difíciles de creer, preocupantes, amenazantes, y una de ellas afecta a las vacunas infantiles. Hay que estar preparados. No estamos para salir de donde casi nadie quiere salir. Ni estamos para jugar con la ya frágil y desprotegida salud de los argentinos.
(*) El comunicado oficial del gobierno sobre la salida de Argentina de la OMS está aquí.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.