Queridos Amigos. ¿Cómo están? ¿Cómo se encuentran? Hoy, la Palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre la Misericordia. Si vamos a la Enciclopedia encontramos esta descripción: "La misericordia es la disposición a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación. Es más que un sentimiento de simpatía, es una práctica". Uno es o no es misericordioso. Para explicar un tema tan complejo, Jesús en el Evangelio de hoy nos presenta una bella parábola:
"Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino, y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: 'Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas'. Pero Abrahán le dijo: 'Hijo, recuerda que recibiste muchos bienes en tu vida y Lázaro solamente males; por eso él ahora es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado' (…)"
Me permito señalar algunos puntos que me parecen significativos para nuestra vida. Primero: se nos recuerda que el ser humano es mortal. Todos, más temprano o más tarde, vamos a morir. Lo más seguro en este mundo de tantas inseguridades es que vamos a partir. No importa si uno es rico o pobre, blanco o negro. Tenemos el mismo origen y el mismo fin. Lo reconozcamos o no, somos hijos de Dios y hermanos de los demás. Segundo: después de la muerte hay un premio o un castigo, por lo menos así lo dice el Evangelio y lo creemos los cristianos. Ahí no habrá jueces corruptos, no se podrá coimear para blanquear los vestidos manchados por el robo, la avaricia o la delincuencia.
Y tercero, es justo que nos preguntemos: ¿Por qué surje esta diferencia entre el pobre Lázaro y el rico Epulón? ¿Qué ha hecho el rico Epulón para que le pase eso? ¿Ha matado? No. ¿Ha oprimido al pobre? No. ¿Ha robado? No. ¿Cometió algún pecado que figura en el decálogo? No. ¿Qué ha hecho para que la condena sea tan contundente? Nada, absolutamente nada. Su único pecado, y esto es serio, fue el pecado de omisión, de indiferencia: se olvidó del pobre. Era un hombre de corazón duro, indiferente al sufrimiento y a las necesidades de los demás.
Mis queridos Amigos. Este bello Evangelio nos recuerda que no alcanza con evitar el mal, también hay que hacer el bien. El pecado de omisión, de indiferencia, también es nuestro pecado. Hoy, cuando vemos que el pan termina descartado en los basureros, y mientras tanto hay gente que se muere de hambre, nos preguntamos: ¿No es un pecado social? ¿No es la falta de misericordia? ¿No es la condena que nos ganamos?
El mensaje bíblico es claro: los países más pobres algún día juzgarán a los países más ricos por no compartir. Al llegar a este momento es oportuno, incluso necesario, recordar una verdad fundamental: todos nacemos y todos morimos. La diferencia consiste en cómo vivimos. En 2016 fue canonizado el sacerdote cordobés José Gabriel del Rosario Brochero; si se lo reconoce como modelo de fe, no es porque haya rezado mucho, o porque celebraba devotamente la misa, sino porque supo amar misericordiosamente. Y ese amor a Dios y a los demás se tradujo en obras concretas.
Brochero vivía y practicaba la misericordia. Se dice que en Traslasierra (Córdoba), muy devoto de la Virgen María, hacía suyas sus palabras. "No tienen agua", "no tienen educación", "No tienen caminos", "No tienen medios para encontrarse con sus hermanos y comercializar sus productos". Y él entonces hizo lo que Jesús dijo: abrió escuelas, proyectó el ferrocarril; entre todos hicieron caminos, acequias, diques y la misma Casa de Ejercicios Espirituales. Todo lo que hizo se resume simplemente en amar al otro y practicar la misericordia.
Pensemos por unos minutos sobre nuestra vida. Dejémonos interpelar por las palabras el profeta Amós de la Primera Lectura de hoy: "Ay de ustedes que viven tranquilos, pero no se afligen por el desastre de mi pueblo".
Cura Brochero, un pastor con olor a oveja
San José Gabriel del Rosario Brochero nació en Villa Santa Rosa, el 16 de marzo de 1840 y falleció en Villa del Tránsito, el 26 de enero de 1914. Fue un presbítero católico argentino, llamado popularmente el "cura gaucho". Se destacó por su entrega y asistencia a los enfermos y moribundos de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba en 1867. El 24 de diciembre de 1869 partió desde la capital provincial hacia el valle de Traslasierra, con destino final en la localidad de Villa del Tránsito (la que a partir de 1916 llevará su nombre), para hacerse cargo de aquel lugar hasta su muerte. Allí asumió como propias las necesidades de la gente, siendo -usando la terminología del papa Francisco- un pastor con olor a ovejas.
En su vejez el padre Brochero enfermó de lepra como resultado de convivir con enfermos que padecían esa enfermedad. Por esa razón quedó sordo y ciego antes de morir, en 1914. Este año se cumplieron 111 años de su muerte. Se escribieron muchas cosas bellas acerca de él, como estas: "El cura Brochero supo anunciar el Evangelio gozosamente, Lo llevaba a los ranchos y a los corazones de los serranos. Para que se enamoraran de la persona de Jesús y de sus enseñanzas".
Brochero, transformó la vida de los serranos. Supo unir la evangelización con la promoción humana. No solo se ocupó de la vida espiritual de los habitantes, sino que les enseñó a vivir mejor con los valores evangélicos, a trabajar por el bien común, formando ciudadanos. No se quedó en el despacho parroquial; no se quedó en la sacristía a peinar ovejas, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente.
Al final de su vida, cuando la lepra y la ceguera lo redujeron a la inactividad y a la soledad, dijo estas bellas palabras: "Yo estoy muy conforme con lo que Dios ha hecho conmigo relativamente a la vista y le doy muchas gracias por ello. Cuando pude servir a la humanidad me conservó íntegros y robustos mis sentidos". Qué bello ejemplo para los hombres y mujeres de nuestros días, y para nuestros días.
Su figura es tan atractiva y cuestionadora, a la vez. Por eso podemos decir que el Santo Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio. Fue un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor y la misericordia de Dios. Su amor a Dios se manifestó en el amor al prójimo. Su cercanía con el pueblo le permitió ver sus necesidades. En aquella región montañosa, comenzó a edificar escuelas, caminos, hospitales.
Qué bella es la vida entregada al servicio del Reino de Dios. Brochero fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II en 2004, y beatificado el 14 de septiembre de 2013, durante el pontificado del papa Francisco. Fue canonizado el 16 de octubre de 2016, en una celebración presidida por el propio Francisco.
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