Para 2026, La Libertad Avanza abre un abismo para la educación pública argentina. Antes de jubilarme tuve la profesión de contador y los números son casi un vicio profesional.

El presupuesto 2026 prevé un recorte histórico en educación, con una drástica reducción en infraestructura y becas, cuestionando el futuro educativo del país.

Para 2026, La Libertad Avanza abre un abismo para la educación pública argentina. Antes de jubilarme tuve la profesión de contador y los números son casi un vicio profesional.
Estudié las cifras del presupuesto del 2026 y se piensa destinar para Educación y Cultura solo el 0,75% del PBI, una reducción del 50% en los dos últimos años y el más bajo desde 2005 cuando se fijó por ley el gasto en educación, en un techo del 6% del PBI, algo que jamás se logró.
En este presupuesto los recortes afectan principalmente los niveles inicial, primario y secundario. Continuidad de los dos últimos años que eliminaron además las becas para un millón de estudiantes y los fondos de formación docente en más del 70% en pesos constantes.
Se prevé reducir también el gasto en infraestructura y equipamiento de los establecimientos educativos en más del 60% con la consigna que no habrá ampliaciones o mejoras edilicias.
Lo define muy bien el Juan Ignacio Doberti, docente e investigador de la UBA, cuando afirma que para 2026 se pretende "la consolidación del desfinanciamiento educativo con un estado que solo destina a la educación un mínimo sustento económico".
Me pregunto: ¿Así queremos lograr un desarrollo sostenido del país? ¿Qué opinarán en la discusión del presupuesto, los legisladores y gobernadores elegidos por el pueblo?
Admiro la visión práctica, nacional y progresista de los estadistas del siglo XIX, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Justo José de Urquiza y Nicolás Avellaneda sobre este tema, basados en la esencia liberal de nuestra constitución.
¿Acaso creemos mejorar despreciando la educación pública que en Argentina sigue siendo tan determinante? Preguntas hasta hoy sin respuestas. Me importa mucho que las próximas generaciones sean mejores que nosotros, tengan más posibilidades y sobre todo puedan discernir mejor a la hora de elegir a sus representantes. Eso es progreso.