Por Berta Wexler
Por Berta Wexler
En el marco del Bicentenario de la Independencia de Bolivia (Alto Perú), recordamos la Revolución de Chuquisaca (también llamada La Plata, hoy Sucre), capital de la Audiencia de Charcas y objeto de una gran rebelión, ocurrida entre gritos, tiros, ruidos y sones de campanas.
Levantada la turba en la plaza se formó gobierno propio durante siete meses y se destituyeron las autoridades españolas, hasta que el 25 de diciembre del mismo año se volvió a imponer el régimen anterior.
Hubo enfrentamientos, despliegue de fuerzas, grandes disturbios y la participación del pueblo. El personal de tropas veteranas se plegó a la revolución y el Teniente Coronel Arenales se ocupó de organizar las tropas con nueve compañías de infantería. El descontento general se unió a los Doctores de la Academia Carolina, de la Universidad, de los estudiantes y el apoyo del pueblo.
La dominación colonial en la última mitad del siglo XVIII y las dos primeras décadas del SXIX abrió un proceso que desembocó en luchas por la independencia en la mayoría de las regiones en que la corona española ejercía su poder.
Ésta resolvió aplicar la llamadas "reformas borbónicas" y tomó medidas políticas de mayor centralización para el control administrativo, en lo económico reactivación de la minería, mayor libertad de comercio, elevación de impuestos comerciales y creación de aduanas.
Todas estas medidas alimentaron la disconformidad de los habitantes y estallaron los conflictos sociales y políticos latentes a lo largo de toda la historia colonial.
La crisis económica y las medidas que intentaron racionalizar los cargos públicos afectaron a los sectores criollos que se vieron imposibilitados en acceder a los cargos públicos, a los mestizos por el aumento de impuestos, y a los indígenas por la aplicación del reparto forzoso de mercaderías y por la explotación cada vez más generalizada.
Túpac Amaru (José Gabriel Condorcanqui) y su mujer Micaela Bastidas, en todo el Valle de Tinta, a la cabeza de miles de hombres y mujeres indígenas sublevaron la región andina, lo que desembocó en un gran conflicto social contra el orden establecido en 1780-1782.
La situación se extendió a la zona de la Audiencia de Charcas donde, Túpac Katari (Julián Apaza) cercó la ciudad de La Paz por varios meses, participando entre miles de hombres y mujeres, sus hermanos Nicolás y Dámaso al igual que Bartolina Sisa y Teresa Quispe. Las sublevaciones indígenas tuvieron connotaciones amplias y profundas y a pesar de haber sido derrotadas por los españoles significaron el desmoronamiento del poder colonial.
A pesar de la brutal represión a la que fueron sometidos estos levantamientos el espíritu rebelde siguió latente en todos los sectores de la población americana:
(...) Libelos, leyendas, pintadas en los muros se convierten en cosa más o menos común; algunos son burlones o risueños, pero los hay quejosos y amenazantes; también lúcidos alegatos a favor de la independencia" (Susana Simián de Molinas, "La revolución de Mayo", 1984).
Se iniciaba el camino hacia el derrumbe colonial en América. La invasión Napoleónica a la península ibérica en 1808, con el Rey Fernando VII preso en Bayona provocó resistencia en España y la formación de Juntas de Gobierno opuestas a la ocupación francesa. Muchas de estas Juntas ostentaban el carácter de "Suprema", pero la de Sevilla comenzó a enviar agentes para buscar su reconocimiento en América.
A la llegada de José Manuel Goyeneche pidiendo obediencia a esa Junta, los oidores y el fiscal rechazaron el pedido ya que en España había numerosas Juntas. El emisario traía los pliegos de Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando y consorte del príncipe regente de Brasil, quien pretendía el trono para reemplazar a su hermano.
El presidente de la Audiencia y el arzobispo dieron apoyo a la doble misión de Goyeneche de reconocimiento a la Junta y las proposiciones de Carlota.
El 25 de mayo de 1809, en Chuquisaca, los criollos postergados política y económicamente se conmocionaron cuando se enteraron de la maniobra para entregarlos a los portugueses. El pueblo se amotinó frente a las residencias del presidente de la Real Audiencia (Ramón Pizarro) y el arzobispo, pidiéndoles su renuncia mientras se apoderaron de la sala de armas y artillería que estaba al servicio de la presidencia.
Pizarro fue hecho prisionero y obligado a renunciar: "A los gritos de viva el rey, o mueran los traidores, una inmensa cantidad de gente se agolpó en la plaza…allí entre los ruidos de los tiros y sones de campana, se llevó a cabo la revolución. (…) El movimiento de Charcas es el comienzo de la lucha por la emancipación de los territorios altoperuanos" (Estanislao Just Lleó, "Comienzo de la independencia en el Alto Perú. Los sucesos de Chuquisaca de 1809").
El movimiento insurreccional siguió en La Paz, donde el 16 de julio se produjo el segundo alzamiento y se formó una "Junta Tuitiva" que duró en el gobierno unos seis meses.
En estas dos insurrecciones participaron numerosas mujeres y fueron brutalmente reprimidas al igual que los hombres. Una extensa nómina de mujeres de todos los sectores sociales acompañó la revuelta.
En 1809 la propia Audiencia de Charcas así lo documentaba: "gentes de ambos sexos" estuvieron al frente de los ejércitos populares, destacándose un número importante de mujeres después reconocidas por los patriotas como ilustres participantes del proceso. Son ejemplos ignorados por la historiografía.
María Teresa Bustos de Lemoine, por ejemplo, sufrió la confiscación de bienes, fue obligada a caminar a pie con sus siete hijos a su destierro en Lagunillas, por caminos escarpados y desiertos sin el menor auxilio para su manutención y abrigo.
Victoriosos los patriotas la sacaron de prisión y "entre los vítores del pueblo llegó a Chuquisaca, vestida de traje militar..." y siguió luchando por la causa. Transcurrido un tiempo los realistas nuevamente la apresaron y la desterraron a Oruro. En el calabozo húmedo y malsano donde vio fusilar a otros compañeros, contrajo una cruel enfermedad. (Berta Wexler y Graciela Sosa, "El mayo de las mujeres", 2007)
Casimira De Ussoz y Mozi, por haber exaltado desde un balcón a los cholos para el asalto al cuartel, sufrió persecuciones, extorsiones, y ultraje hasta ser afrentada públicamente con una mordaza.
Fueron largos años donde lucharon los guerrilleros de cada región para enfrentar a los poderosos ejércitos españoles, y no quedan dudas que la cuna de la Revolución en América del Sur fue Bolivia y el movimiento fue "claramente independentista" y que es un antecedente para la revolución de mayo de 1810 en Buenos Aires
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos en el año de su 90° Aniversario (1935-2025)
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