-Ha dicho que la democracia argentina no está en un buen momento ¿Por qué?
El académico dio una disertación bajo el título "De las fragilidades de la democracia constitucional a los riesgos de una autocracia electiva", en el marco de un ciclo de charlas organizadas por la UNL por los 40 años de la democracia argentina.
-Ha dicho que la democracia argentina no está en un buen momento ¿Por qué?
-Porque tiene problemas político-institucionales, sociales y económicos. Vivimos un período de declinación de la democracia desde 1983. Hoy tenemos un 50 por ciento de pobres, marginación, una buena parte de la sociedad argentina está asistida, vive gracias a los planes, tenemos problemas fiscales. El dólar está gobernando el país desde hace muchos años porque no tenemos una moneda nacional fuerte y estamos endeudados desde hace mucho tiempo, no desde ahora, con el FMI y otros organismos. Pero además Argentina, desde el punto de vista cultural y educacional, ha tenido un retroceso enorme. No hay empleo, no hay posibilidades de ascenso social como lo tuvo el país, buena parte de los jóvenes emigran en busca de un futuro mejor, sobre todo a Europa. Desde 1989 el país esta siendo gobernado por una matriz de pensamiento que llamo "decisionismo democrático" y que está asociada a la emergencia permanente.
- ¿Por qué cree pasamos de la esperanza de los primeros años de la democracia a el descreimiento absoluto de las clases dirigentes?
-Faltaron proyectos colectivos de largo plazo. Lo que Argentina no ha logrado es construir políticas de estabilización, políticas estratégicas de largo plazo que efectivamente pudieran sacar al país de los momentos más difíciles. Cuando hubo posibilidades de hacerlo en la gestión de Néstor Kirchner con los superávits gemelos, no hubo proyectos estratégicos ni programas de estabilización y Argentina siguió con la misma matriz económica y no pudo diversificarse en términos productivos. Esto efectivamente nos ha dejado en una situación por la cual hoy nos encontramos viviendo del campo y que de él dependamos.
-Vivimos de lo mismo de los últimos 50 años.
-Así es y es una responsabilidad de la dirigencia en su conjunto, no solo de la política. Estoy pensando en los empresarios, en los dirigentes sindicales. Además, ha aparecido un fenómeno muy importante en los últimos años, que es el de los movimientos sociales. Que hoy son actores muy importantes, porque han suplantado al Estado en la resolución de los problemas de los desfavorecidos. La base de la pirámide está en manos de organizaciones privadas y en el gobierno de Alberto Fernández muchos de estos dirigentes sociales son funcionarios públicos, cosa que antes no ocurría. Este nuevo actor político demuestra la declinación de Argentina, pero también el hecho de que se haya producido una fragmentación del sistema de partidos, que pasó de ser bipolar entre radicalismo y peronismo a serlo entre coaliciones a partir de 2003. Lo que yo llamo coaliciones flotantes, que tienen enfrentamientos muy duros, incluso al interior de esas coaliciones, donde los partidos que la integran no logran converger en ideas comunes y colectivas. Esto hace que la fragmentación y las diferencias entre las mismas familias políticas y las que son opositoras atenten contra la posibilidad de encontrar una salida política transversal del país.
-Todos señalan a lo que llaman la grieta como la causa por la cual Argentina está trabada, sin poder salir de este "empate hegemónico".
-De la grieta es muy difícil salir. Creo que ha existido siempre, solo que no la llamábamos grieta. El peronismo anti-peronismo ha sido tremendo. A lo que pasa hoy yo lo llamo polarización extrema porque inhibe la conversación pública entre el oficialismo y la oposición, sean estos los que sean. Entonces, en lugar de ver al opositor como un adversario, el oficialismo actual ve al opositor como un enemigo. Y ahí no hay posibilidad de diálogo.
- ¿La oposición no ve al oficialismo como un enemigo?
- Creo que no. Creo que la oposición ha dado muestras de que ha apoyado al oficialismo en montones de leyes. Por ejemplo, la delegación legislativa que apoyó la oposición otorgándole amplios poderes a Alberto Fernández, mucho más de los que recibió el propio Duhalde. Me parece que el oficialismo tiene un gran objetivo, que es el de Cristina Kirchner, que es el de la impunidad frente a los juicios que tiene por delante.
-Hizo muchas referencias a la Justicia, que es una de las instituciones que más mala imagen tiene ante la sociedad.
- La Justicia tiene mala imagen, es verdad. La Justicia argentina tiene varios problemas. Por un lado, habría que nombrar muchos más jueces. En segundo lugar, la Justicia tiene una historia de vinculación con las fuerzas políticas, con el poder político. Lo que ha pasado es que se ha politizado la justicia y a eso la sociedad lo ve. También la justicia es lenta también para otros problemas como los civiles, comerciales, penales. Y cuando no se resuelven los casos, no hay justicia. Entonces, si bien esa mala imagen existe, si desapareciera el control judicial, sobre todo de la Corte frente a los problemas de corrupción, la Justicia estaría aún peor.
- ¿Qué piensa del ascenso de las extremas derechas, como por ejemplo es el caso de Milei?
-Argentina se está corriendo hacia la derecha, por eso el surgimiento de Milei, Espert y Patricia Bullrich. Pero también ha crecido, se vio en las elecciones de 2021, la izquierda clásica, tradicional, trotskista. Es decir, lo que está creciendo son los extremos, por eso hablo de políticas extremas, que es la que está tratando de conquistar los votos del centro. Esa franja amplia del centro, a la que alguna vez un dirigente político se ha referido, ha disminuido. Pero este es un fenómeno global.
- ¿Cuánto hay en ese crecimiento de los extremos de toma de conciencia política y cuanto de reacción de ciudadanos frustrados?
-Las dos cosas. Mientras más frustración y desencanto haya en la sociedad, mayores posibilidades tienen las políticas extremas. Hay una nueva época que nace en el siglo XXI que es el ascenso de una derecha nacionalista extrema que va en detrimento de una democracia liberal que está en declinación porque no dio las respuestas que la gente esperaba y necesita. Voy a utilizar el título de un libro de Norberto Bobbio: son las promesas incumplidas de la democracia.
- De todas maneras y pese a las críticas, la democracia argentina 40 años después goza de buena salud, los mecanismos constitucionales funcionan y más allá de la calidad de la dirigencia política los problemas aún se resuelven dentro del marco de la ley y las instituciones.
-El gran triunfo de la democracia argentina es la legitimidad democrática; es decir, la continuidad del voto. Se sigue pensando que hay que seguir votando para elegir las autoridades. Dejamos de pensar en los militares como una fuerza política. Ahora, hay que reconocer que la violencia, sobre todo la social, existe, pero no ha alcanzado los niveles de 2001 y 2002. Lo que hay es una violencia verbal muy fuerte que puede ser la antesala de la violencia política. No todo es negativo, la sociedad argentina se aferra al sistema democrático, aunque critique a la dirigencia política no está pensando en golpes de estados.
"De la grieta es muy difícil salir. Creo que ha existido siempre, solo que no la llamábamos grieta. El peronismo anti-peronismo ha sido tremendo. A lo que pasa hoy yo lo llamo polarización extrema porque inhibe la conversación pública entre el oficialismo y la oposición, sean estos los que sean".
El gran triunfo de la democracia argentina es la legitimidad democrática; es decir, la continuidad del voto. Se sigue pensando que hay que seguir votando para elegir las autoridades. Dejamos de pensar en los militares como una fuerza política
Curriculum
Hugo Quiroga es abogado y doctor en Filosofía por la Universidad de las Islas Baleares (España). Es Profesor Titular de Teoría Política de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, Investigador del Consejo de Investigaciones de la misma Universidad y Profesor Titular de Introducción a la Ciencia Política en la Universidad Nacional del Litoral. Ha publicado libros y artículos en revistas argentinas y extranjeras. En la actualidad es director de la Revista Estudios Sociales de la Universidad Nacional del Litoral. Desde el mes de agosto de este año es Académico Correspondiente Nacional por la provincia de Santa Fe en la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas de la Argentina.