En ciencia hay un "desmantelamiento de capacidades construidas con los años"
Martín De Ambrosio, periodista científico, publicó en una revista británica un crudo diagnóstico sobre la situación actual en el país en materia de salud e investigación. Hay un "desfinanciamiento y retiro del Estado" en áreas específicas, advierte, mientras critica la falta de respuestas de fuentes oficiales ante las requisitorias de la prensa especializada. Temor por un nuevo éxodo de mentes brillantes.
A principios de abril y en pleno pico de contagios, la novedad fue la falta de repelentes para la venta.
Luego de meses con una altísima cifra de casos y más de cien muertes, el dengue está empezando, muy lentamente, a dar una tregua en nuestro país. Pero eso ocurre luego de que se triplicaron los casos respecto de la temporada anterior, y se transitaron días de incertidumbre que incluyeron escasez de repelente en las góndolas, un elemento básico para evitar la picadura del mosquito Aedes aegypti, transmisor de la enfermedad.
De todo esto pero, en particular, de la casi inexistente acción pública del Ministerio de Salud de la Nación en medio de una epidemia récord dio cuenta el periodista Martín De Ambrosio en un artículo publicado por la prestigiosa revista The BMJ, de la Asociación Médica Británica. Allí, el semanario calificó de "zombie" a la cartera sanitaria que lidera Mario Russo, por la gestión (o por ausencia de ésta) de la epidemia. Pero también cuestionó duramente los inconvenientes que tuvieron pacientes con cáncer para acceder a medicación específica luego de la paralización de la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (Dadse).
La nota fue publicada en el arranque de mayo bajo el título "La atención sanitaria de Argentina se está desmoronando bajo la peor epidemia de dengue de su historia y la presidencia de Milei".
La vacuna contra el dengue, que se coloca en dos dosis, ya es aplicada por algunas provincias en zonas endémicas. Días atrás, el Ministerio de Salud de la Nación anunció que desde agosto comenzará la inoculación de un sector de la población.
Hace casi un cuarto de siglo que De Ambrosio se dedica al Periodismo Científico, un área de la profesión que indaga en la investigación y divulgación de los males pero también de los bienes vinculados con la salud y los avances tecnológicos con impacto en la calidad de vida.
Desde el año 2000, luego de su paso por Página 12, recorre ese camino a través de colaboraciones para distintos medios, incluida la revista británica en la que la palabra "zombie" utilizada para describir el desempeño del Ministerio de Salud reverberó con particular fuerza en la opinión pública.
Con tantos años en un área específica, que requiere capacitación y actualización constantes, un diálogo con el periodista resulta una buena ocasión para repasar qué está pasando en este campo en estos primeros meses de la actual gestión, y a pocos años de la pandemia por Covid-19, cuando la ciencia y todas sus respuestas formaban parte de los contenidos diarios de los medios y habían logrado un lugar destacado en las primeras planas.
"Así como en la pandemia los periodistas estábamos dedicados a temas de salud, con el cambio climático todos vmaos a ser periodistas de clima porque está afectando a cada una de nuestras actividades cotidianas", reflexiona Martín De Ambrosio.
- El artículo publicado en The BMJ tuvo impacto en los medios locales.
- No es información que saqué de fuentes reservadas: la epidemia de dengue está a la vista y notas sobre la Dadse y la interrupción de tratamientos oncológicos he visto a montones. Quizás no forman parte de la agenda y que lo haya tomado el Journals británico hace que tenga un impacto especial.
- Desde tu campo de trabajo, ¿cómo evaluás la situación actual y cómo la comparás con la pandemia por Covid-19?
- Es lo que cuenta la nota: una situación bastante complicada por el desfinanciamiento y el retiro del Estado de aquellos servicios que daba mal o bien. Eso es lo que hay que tener claro: no veníamos de un Estado sueco para pasar a un Estado tercermundista. Teníamos problemas, pero dentro de eso había ciertas cosas que se mantenían. Uno de los familiares de un paciente oncológico decía que con la Dadse tenía algunos problemas y los trámites a veces se estancaban, pero lo que les pasó en estos meses no les había pasado nunca, porque ni siquiera encontraba a una persona que le recibiera el trámite en el mostrador: simplemente no había gente. Eso es angustiante y cuando entregué la nota para su publicación, me enteré de que habían fallecido varios pacientes que estaban pidiendo los medicamentos.
- Debe ser difícil ejercer esta especialidad cuando de la difusión de avances, desarrollos e inversiones, se pasa a un escenario donde todo está "achatado", suspendido.
- Es así, estoy haciendo otras notas para otros medios sobre la situación en el área nuclear y lo que ocurre es que no hay ningún tipo de respuestas del gobierno. En todas las notas buscamos una voz oficial para que responda, por ejemplo sobre cuestiones de salud, y no lo hacen. Hay una falta de horizonte en ese sentido. Con respecto a los proyectos que se caen y la gente que se empieza a ir al extranjero, es una situación de desmantelamiento de capacidades construidas a lo largo de los años en el país. La ciencia es un esfuerzo colectivo: muchas veces como periodistas personificamos y hablamos de un jefe de investigación más que de un equipo porque es más sencillo en términos narrativos. Pero lo cierto es que hace falta un montón de gente para llegar a un resultado y eso se está desgranando desde las bases.
- El contraste parece enorme si se tiene en cuenta que durante la pandemia la ciencia pasó a ocupar las primeras planas cuando estábamos pendientes de la respuesta que podía aportar en medio de la incertidumbre de un virus nuevo.
- Cuando sucedió la epidemia de Gripe A en 2009 yo estaba trabajando en la sección de Ciencia de diario Perfil. Llevábamos algunos años "peleando" porque nuestros temas tuvieran más espacio y, en general, quedaban oscurecidos ante cuestiones de política y deportes. En ese verano habíamos tenido un brote de dengue bastante importante y ahí los jefes empezaron a decir que sería buena idea tener un sección con periodistas formados que den cuenta de manera correcta de la situación.
Cuando pasó la epidemia de Gripe A fueron nuestros temas a tapa y se nos dio la importancia necesaria.
Es una moraleja que sirve para reivindicar todo el trabajo del periodismo científico. Pertenezco a la Red Argentina de Periodismo Científico que, lo que busca es tener una participación en todos los medios del país y que haya gente preparada ante la eventualidad y para dar a conocer las cuestiones vinculadas con esas temáticas.
Vivimos en un mundo donde la ciencia y la tecnología están en el día a día, casi como el aire que respiramos: conocer los procesos que llevan a eso, cuáles son los intereses que hacen que algunos desarrollos tengan más importancia que otros es vital para entender nuestro mundo y tomar decisiones informadas y democráticas.
- En la pandemia todo era ciencia y muchos nos capacitamos con colegas más experimentados para informar sobe lo que estaba ocurriendo. ¿Es más difícil hacer periodismo científico cuando, además de un contexto de editores que tal vez no le dan cabida a estas temáticas, está este contexto nacional donde la ciencia aparece relegada?
- Si, de hecho cuando en 2007 se creó el Ministerio de Ciencia empezó nuevamente a tener importancia, se generaron canales de comunicación en el sentido amplio, secciones que volvieron a tener importancia. Hay una cuestión que baja de los discursos y luego capilariza: si en la cúpula del poder tenemos a alguien a quien le interesa la ciencia y le da importancia y presupuesto es una cosa; y si tenemos a alguien cuya preferencia va más por las pseudociencias y cuestiones que no se corroboran con lo que bien o mal podemos llamar realidad, estamos en un problema y la tentación es sentir que estamos, y no lo inventé yo, en una especie de Edad Media tecnologizada, un oscurantismo lleno de teléfonos celulares y redes sociales.
Entonces el miedo va por ese lado, de lo que eso puede tener como consecuencia.
- Volviendo al tema de la pandemia, ¿crees que la gente tiene tan poca memoria? Es cierto que muchas personas aún están haciendo un duelo porque perdieron a seres queridos o porque resultaron muy afectadas por la cuarentena. ¿Pero no se comprendió el valor de la ciencia y de los desarrollos científicos en ese tiempo como para que estos temas estén ajenos de la agenda de la gente?
- Es difícil decir en qué porcentaje funciona así. Está claro y ha pasado en otras epidemias históricas, como la famosa y mal llamada "gripe española" de la década de 1910 es que la sociedad eligió olvidar para poder sobrevivir; de acuerdo a esta tendencia, cuando se pasa por un hecho traumático, lo mejor es olvidarlo y seguir adelante porque lo contrario paralizaría. Se da una mezcla de cuestiones que tienen que ver con el olvido selectivo, la manipulación de lo que efectivamente sucedió en la pandemia: en algunos discursos parece que el único lugar en el mundo donde hubo cuarentena fue Argentina, cuando en realidad se dio en todos los gobiernos. Eso también es algo para estudiar: cómo fue que contagió la decisión de los gobiernos de ir cerrando. Argentina cerró cuando no había ningún caso y luego, cuando era el momento más complicado, que fue la Semana Santa de 2021 y ameritaba un cierre, se decidió abrir por cuestiones económicas y la presión pública. Eso es, quizás, para un capítulo de la sociología de los gobiernos.
La cuestión es que es rarísimo y muy singular lo que pasa con la memoria selectiva de la pandemia y la manera en que se esperaba la vacuna, y lo que pasa ahora con la vacuna contra el dengue que está a disposición y en provincias donde se aplica muchos no quieren vacunarse por un prejuicio. Pero son cuestiones que exceden a un periodista y son para un análisis sociológico profundo.
- En un contexto tan adverso para la investigación, ¿hay científicos que están pensando en irse de país para investigar en otros lados?
- Cuando pregunto por números, encuentro que no está demasiado claro todavía. Pero el temor es que la gente se empiece a ir. Si no tenés becas para doctorados y posdoctorados, si se "frizaron" la mitad de los ingresos al Conicet y hay complicaciones, es lógico que eso suceda. Pero si está efectivamente sucediendo, las fuentes con las que hablo no me lo pueden cuantificar.
- ¿Tuviste alguna respuesta del Ministerio a partir de esta nota publicada en el medio británico?
- No, ni antes cuando estaba buscándolos ni ahora tuve ninguna respuesta. Y esto va de la mano de esa sensación de que la idea es que el gobierno no responda a las requisitorias periodísticas.
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