Con coberturas de vacunación que cayeron por debajo del 70 % en varios puntos del país, enfermedades casi erradicadas como el Sarampión y la Coqueluche (tos convulsa) vuelven a golpear. Este año, se confirmaron decenas de casos en distintas provincias y se multiplican las alertas de especialistas y autoridades sanitarias.
El resurgimiento se debe a la falta de cumplimiento del calendario de vacunación.
Desde comienzos de 2025, la situación epidemiológica encendió las alarmas: la reaparición del sarampión, junto con un brote sostenido de coqueluche, deja al descubierto una grieta fundamental en la inmunización colectiva: la falta de cumplimiento del calendario de vacunación.
Coqueluche
El aumento de casos de coqueluche en Argentina alcanzó niveles alarmantes este año, y la provincia de Santa Fe no fue la excepción. Según datos oficiales del “Informe Epidemiológico Provincial (SE45/2025)”, entre las semanas 1 y 45 se notificaron 207 casos de coqueluche en la provincia.
De ellos, 30 fueron confirmados y 8 clasificados como probables. Entre los confirmados, 16 correspondieron a menores de un año. Además, se registró el fallecimiento de un bebé de un mes, oriundo de Villa Gobernador Gálvez, que no había recibido vacunación y cuya madre no había sido inmunizada durante el embarazo.
La pediatra neonatóloga Cecilia Criscione (Mat. 3484), secretaria general de la filial Santa Fe de la Sociedad Argentina de Pediatría, en una entrevista con El Litoral, advirtió que este año los casos se triplicaron respecto de años anteriores: “Volvemos a hablar de algo que creíamos superado”, lamentó.
El 2025 también marcó el regreso del sarampión al país
La coqueluche, infección respiratoria aguda provocada por la bacteria Bordetella pertussis, es altamente contagiosa: se transmite por gotas cuando la persona enferma tose, estornuda o habla.
Aunque puede afectar a cualquier edad, los lactantes —especialmente menores de 6 meses— son los que corren mayor riesgo, pudiendo desarrollar complicaciones graves como neumonías, episodios de apnea o daño neurológico.
El problema, coinciden los especialistas, radica en las bajas coberturas de vacunación una vez que los controles pediátricos se espacian. El calendario nacional prevé dosis a los 2, 4 y 6 meses, con refuerzos a los 15–18 meses, 5 años y 11 años, además de la vacunación obligatoria en embarazadas a partir de la semana 20 de gestación.
Sin embargo, según Criscione, muchos niños no reciben los refuerzos: “Hasta el año las familias van seguido al pediatra y las vacunas se dan. Después, al espaciarse los controles, aparecen los faltantes”.
La cobertura nacional del primer refuerzo, por ejemplo, fue en 2024 de apenas 68 %, muy por debajo del 95 % necesario para garantizar inmunidad colectiva.
Ante este escenario, el Estado nacional anunció que en “pocas semanas” pondrá en marcha un programa estratégico para reforzar la vacunación.
La coqueluche, infección respiratoria aguda provocada por la bacteria Bordetella pertussis
Sarampión
El 2025 también marcó el regreso del sarampión al país. Según datos oficiales, entre la semana 1 y la 33 se notificaron 2.867 casos de enfermedad febril exantemática (EFE), de los cuales 35 fueron confirmados como sarampión.
Si bien la mayoría de los casos confirmados correspondieron a la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el impacto se siente en todo el país. En provincias como Santa Fe, aunque hasta la semana 32 se registraron 48 casos sospechosos, ninguno había sido confirmado. Por otra parte, la vecina provincia de Entre Ríos, también presento casos confirmados.
En noviembre, el sistema de salud se puso en alerta, porque una familia proveniente de Uruguay ingresó al país cursando sarampión y recorrió gran parte del territorio nacional, incluyendo rutas por Santa Fe, provocando el rastreo de numerosos contactos potenciales.
El sarampión es una enfermedad viral altamente contagiosa —se transmite por el aire o por contacto con superficies contaminadas—, con síntomas como fiebre alta, tos, conjuntivitis, secreción nasal y un exantema característico. Puede provocar complicaciones graves, especialmente en menores de 5 años, como neumonías, encefalitis e incluso la muerte.
Para frenar su reemergencia, el Estado nacional anunció una modificación clave en el calendario de vacunación: a partir de 2026, la segunda dosis de la vacuna antisarampionosa —actualmente aplicada al ingreso escolar (5 años)— pasará a aplicarse a los 18 meses. La medida apunta a reducir la ventana de vulnerabilidad en la primera infancia y mejorar la captación en los centros de salud.
Además, ante la nueva alerta, se intensificaron los controles, la vigilancia epidemiológica, la notificación rápida de casos y la búsqueda de contactos. Las autoridades exhortan a la población a revisar su carnet de vacunación y completar esquemas en forma urgente.
Especialistas coinciden en que la causa principal del rebrote de enfermedades prevenibles radica en la caída sostenida de la cobertura de vacunas desde al menos 2020. En ese año ya se observaba que ninguna vacuna del calendario nacional superaba el 80 % a nivel país, lo que aflojaba la inmunidad colectiva e incrementaba la población susceptible.
La pandemia por COVID-19 —y sus consecuencias en la organización sanitaria, los controles pediátricos y la percepción social sobre vacunas— aceleró esa caída. Muchos padres dejaron pasar las vacunas de refuerzo, se perdieron carnets, y hubo una merma en la confianza en las inmunizaciones.
El resultado: enfermedades que se creían controladas vuelven a circular. Y en este contexto, la inmunización ya no es solo una decisión individual, sino un compromiso colectivo. Como advirtió Criscione: “La vacuna no es una decisión individual. Si yo no vacuno a mi hijo, afecta a toda la comunidad”.
Reforzar la campaña de vacunación: completar esquemas atrasados, incluir embarazadas, dar prioridad a niños menores de dos años y escolarizados, y campañas de comunicación que recuerden la importancia de la “inmunidad de rebaño”. Este es uno de los objetivos del nuevo programa anunciado por salud nacional.
Actualizar el calendario: con el cambio de la segunda dosis de sarampión a los 18 meses, se busca cerrar la ventana de vulnerabilidad en la primera infancia.
Vigilancia epidemiológica y notificación activa: como lo exige la detección de casos sospechosos de sarampión, sobre todo luego del paso por múltiples provincias de viajeros no vacunados.
Comunicación clara y responsable: insistir en que las vacunas son seguras, gratuitas y esenciales. Desmontar mitos, combatir la desinformación, y recuperar la confianza social en la inmunización.
No hay enfermedades “erradicadas” de forma definitiva si la inmunización comunitaria se descuida. Para un país que logró eliminar la circulación endémica del sarampión hace décadas y contener con éxito a la coqueluche, lo que hoy emerge es un retroceso evitable. Recuperar la inmunización no es sólo una tarea sanitaria, sino un acto de responsabilidad colectiva.