El domingo 20 de mayo de 2025, durante tareas de demolición y excavación en un predio de la avenida Congreso 3742, en el barrio porteño de Coghlan, obreros descubrieron restos óseos humanos enterrados a escasos 60 centímetros de profundidad.

El Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó que los huesos hallados en una excavación en Coghlan pertenecen a Diego, un adolescente de 16 años desaparecido en julio de 1984. El hallazgo reaviva una causa archivada y pone en evidencia la negligencia policial de la época.

El domingo 20 de mayo de 2025, durante tareas de demolición y excavación en un predio de la avenida Congreso 3742, en el barrio porteño de Coghlan, obreros descubrieron restos óseos humanos enterrados a escasos 60 centímetros de profundidad.
La excavación se realizaba en la medianera que separaba dos propiedades, una de ellas lindera a la casa que perteneció a Marina Olmi y que en 2001‑2003 fue alquilada por Gustavo Cerati
El hallazgo generó conmoción inmediata, sobre todo cuando se supo que los restos fueron hallados junto a objetos personales de los años 80: un reloj Casio de calculadora, un corbatín escolar azul, un llavero con llave y una moneda japonesa utilizada como amuleto
La investigación fue asumida por la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 61, bajo la conducción del fiscal Martín López Perrando, y trabajó de la mano con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para analizar los fragmentos encontrados

Luego de casi tres meses de trabajo, el EAAF confirmó que los 150 fragmentos óseos extraídos pertenecen a un adolescente de 16 años desaparecido el 26 de julio de 1984.
El joven, identificado como Diego, era estudiante de la ENET Nº 36 y jugador del club Excursionistas, según coincidencias en edad, complexión física, vestimenta y objetos hallados, reconocidos por un familiar
La confirmación definitiva llegó mediante una prueba de ADN obtenida a partir de una muestra de la madre de Diego, con resultado positivo
Según fuentes oficiales, el hallazgo cerró una desaparición que permaneció sin respuesta durante más de cuatro décadas.
El análisis forense detectó señales claras de violencia: una puñalada en la cuarta costilla derecha y cortes en los huesos de brazos y piernas compatibles con intentos de desmembramiento, presumiblemente con un objeto semejante a un serrucho
La precariedad del entierro —realizado de modo apresurado y sin cavar una fosa profunda— sugiere un encubrimiento improvisado con prisa
Diego salió de su casa con uniforme escolar y nunca regresó, mientras su familia enfrentó desde el inicio el desinterés institucional: la Policía de la época caratuló el caso como “fuga de hogar” y resistió tomar medidas efectivas
Sus padres dedicaron años a buscarlo, repartir volantes, presentar denuncias y hacer entrevistas públicas, incluso ante publicaciones de prensa como la revista ¡Esto! en 1986
Aunque el crimen podría estar prescripto, la fiscalía ya avanzó con diligencias: planea interrogar a antiguos ocupantes del inmueble lindante en 1984 —una mujer mayor y sus dos hijos, apellidados Graf— para reconstruir la dinámica del encubrimiento y determinar responsabilidades penales, si todavía corresponden
La propiedad donde se encontraron los restos fue, entre 2001 y 2003, el chalet alquilado por Gustavo Cerati mientras su dueña, Marina Olmi, residía en España. Aunque el músico no tuvo ninguna relación con el hecho, su conexión llamó la atención pública hacia el hallazgo
El terreno también tiene una historia más antigua: funcionó como geriátrico, capilla e incluso establo en distintas épocas, según registros que datan varios decenios atrás
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