A las cuatro de la mañana, cuando la ciudad se repliega y el silencio parece absoluto, un delincuente decidió probar suerte en un edificio de calle Francia al 2200,en plena zona céntrica de Santa Fe. No fue al azar. Sabía qué buscar y cómo hacerlo.

El hecho ocurrió a las 4 de la mañana y quedó registrado en video. Vecinos aseguran que ya es la tercera vez que ingresan al garaje del edificio ubicado en plena zona céntrica.

A las cuatro de la mañana, cuando la ciudad se repliega y el silencio parece absoluto, un delincuente decidió probar suerte en un edificio de calle Francia al 2200,en plena zona céntrica de Santa Fe. No fue al azar. Sabía qué buscar y cómo hacerlo.
Las cámaras de seguridad lo muestran con claridad: el joven llega caminando, deja algunas pertenencias en el ingreso de la cochera y se detiene unos segundos. Observa. Calcula. Luego va directo al portón metálico. Lo fuerza sin apuro. El acceso cede. Entra. Y apenas quince segundos después vuelve a salir, esta vez con una bicicleta en sus manos.
Todo ocurrió en la madrugada del martes, en el tramo de Francia comprendido entre Mendoza y Salta. Nadie intervino. Nadie preguntó. Nadie apareció.
Para los vecinos, el golpe no fue una sorpresa. Oscar, uno de los residentes, asegura que se trata del tercer robo con la misma modalidad. El portón de la cochera ya fue violentado en reiteradas ocasiones y las bicicletas parecen ser el botín preferido.

“Estamos acostumbrados. En este edificio y en el de al lado pasa lo mismo”, resumió con resignación. La sensación, más que de indignación, es de desgaste: la de convivir con una inseguridad que se repite y no encuentra respuesta.
El video deja poco margen para la duda. El ladrón actuó con rapidez, sin correr y sin esconderse. Se llevó la bicicleta caminando, a pesar de que —según relató el vecino— tenía las dos ruedas pinchadas.
“¿Cómo puede ser que alguien salga así, a esa hora, y nadie lo vea?”, se preguntó Oscar. La queja no apunta solo a la policía, sino a un entorno urbano que parece haber naturalizado escenas que, en otro contexto, habrían despertado alarma.
Las imágenes existen. El hecho quedó registrado. Sin embargo, para quienes viven allí, la presencia de cámaras ya no alcanza como disuasión. El portón vuelve a cerrarse, la cochera queda vacía y la pregunta persiste: cuánto más puede resistir un edificio cuando los robos se vuelven rutina.

Todo lo acontecido fue denunciado en sede policial e informado al fiscal en turno.
El episodio volvió a encender el reclamo de los vecinos por una mayor presencia preventiva en la zona durante la madrugada, especialmente en un sector donde predominan edificios y cocheras de fácil acceso.
La reiteración de robos, aun con sistemas de videovigilancia funcionando, refuerza la sensación de desprotección y deja al descubierto una rutina delictiva que aprovecha la escasa circulación y la falta de controles en horarios nocturnos.