Kunz apeló la condena por el ataque a los cadetes del Liceo Militar y el crimen del chofer
El exliceísta solicitó que la Cámara de Apelaciones revise la sentencia que le impuso la pena máxima tras considerarlo autor del violento episodio ocurrido en agosto de 2022.
El recurso fue presentado por la Dra. Virginia Balanda, del Servicio Público Provincial de la Defensa Penal (Sppdp), quien pretende lograr la absolución de Kunz o, en su defecto, una pena menor a la aplicada.
En su escrito, la defensora pública criticó la resolución judicial firmada por los jueces Pablo Ruiz Staiger, Celeste Minniti y Lisandro Aguirre, quienes el pasado 27 de agosto decidieron de forma unánime condenar a Kunz como autor de “homicidio criminis causa”, cuatro “tentativas de homicidio” y siete “privaciones ilegítimas de la libertad".
La condena fue impuesta por los jueces Minniti, Ruiz Staiger y Aguirre. Foto: Guillermo Di Salvatore
La apelación fue presentada ante la Oficina de Gestión Judicial de segunda instancia, que sorteó la composición del tribunal que se encargará de revisar la condena. Designaron a los jueces Jorge Andrés, Marta Feijoó y Roberto Prieu Mántaras, de la Cámara de Apelaciones.
La condena
Kunz fue condenado a prisión perpetua luego de que el tribunal de juicio. Los fiscales Ana Laura Gioria y Estanislao Giavedoni, y los querellantes Daniel Recamán -por la familia del chofer- y Néstor y Mariana Oroño -por los cadetes- habían solicitado la pena máxima, coincidiendo en que la prueba "demostraba con certeza la responsabilidad del acusado en los hechos imputados".
Por el contrario, la defensa de Kunz argumentó en el debate que su asistido debía ser absuelto por "principio de la duda", basándose en el relato de Kunz, quien sostuvo que "actuó en defensa propia" y que fueron los liceístas, "enojados por su presencia", quienes mataron al chofer.
El juicio se realizó en agosto, en los tribunales de la capital provincial. Foto: Guillermo Di Salvatore
El tribunal desestimó tajantemente la versión del exliceísta, calificando su declaración como una "narrativa desordenada, plagada de inconsistencia y percepciones subjetivas que no se corresponde con lo relatado por las víctimas".
Los argumentos de legítima defensa fueron descartados, ya que no se probó que Kunz se encontrara en "peligro de vida por parte de los jóvenes cadetes y menos por Rubén, el conductor".
La prueba testimonial, calificada como "uniforme, concordante y concluyente", confirmó que Kunz abordó el vehículo portando un cuchillo y atacó al chofer de forma "intempestiva y sorpresiva".
La secuencia de los hechos, captada parcialmente por cámaras, mostró que tan solo ocho segundos después, el chofer "Bigote" Walesberg salió de la camioneta trastabillando y quedó tendido sobre la vereda, en un charco de su propia sangre.
La causa de muerte fue una herida punzocortante que "atravesó toda la faringe hasta la zona de los vasos, generando una pérdida de sangre suficiente para producir un shock hipovolémico".
“Dolo directo” de matar
El punto crucial de la condena fue la acreditación del agravante criminis causa. El tribunal concluyó que la muerte de Walesberg "constituyó el medio elegido por el imputado para asegurar el control del vehículo y de sus ocupantes", y fue "la primera condición necesaria para continuar con su ataque".
Esto evidenció la "finalidad instrumental" de asegurar la ejecución de un delito posterior. Los cadetes tenían un "vínculo de aprecio consolidado" y "profundo afecto" con Walesberg, lo que descartó cualquier "posibilidad de provocación" o "hipótesis de enfrentamiento".
En cuanto a los cadetes lesionados, los jueces determinaron que Kunz actuó con "dolo directo" de matar. Los jóvenes padecieron cortes profundos en la zona del cuello, lesiones cortopunzantes dirigidas a zonas vitales, lo cual resultó "absolutamente incompatible con un escenario de defensa" y confirmó un "obrar ofensivo, dirigido y voluntario" por parte del atacante.
Las tentativas de homicidio no se consumaron debido a las "conductas desplegadas por las víctimas".
Finalmente, el delito de privación ilegal de la libertad se configuró cuando Kunz, tras herir mortalmente al chofer, obligó a uno de los jóvenes cadetes a conducir la camioneta. Durante el trayecto de unos cinco kilómetros, Kunz mantuvo a los cadetes bajo control, ejerciendo fuerza y violencia y obligándolos a acatar sus órdenes como "rezar, dejar de llorar, guardar silencio y callar".
Este sometimiento forzado y las amenazas - como que los iba a matar a todos- confirmaron su intención de limitar la libertad de las víctimas.
El tribunal constató que Kunz se encontraba "lúcido, vigil, sin ideas delirantes" y era consciente de la criminalidad de sus actos. Por eso, resolvió condenarlo. Esa decisión fue disputada por la defensa, y por lo que él fallo será revisado por la Cámara de Apelaciones.
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