Durante la madrugada del domingo, delincuentes ingresaron nuevamente a la Escuela Particular Incorporada N.º 1304 "Paz, Pan y Trabajo", ubicada en San Jerónimo 1352, a escasos 150 metros de Casa de Gobierno. El ataque —el quinto en lo que va del año— dejó un saldo de destrozos cuantiosos, robos y una profunda sensación de desamparo en toda la comunidad educativa.
La gravedad de este nuevo episodio obligó a suspender las clases y generó un reclamo urgente a las autoridades provinciales, ya que —pese a los múltiples pedidos y gestiones— no hubo respuestas concretas para frenar la ola de vandalismo que sufre el establecimiento.
Es el quinto ataque en lo que va del año.
"Nos sentimos solas, muy solas"
Valeria Roskopf, una de las autoridades de la institución, expresó con visible tristeza:
"Gracias por preguntar cómo estamos, pero es una pregunta de rigor, ¿no? Porque la verdad es que no hay una respuesta posible. Ayer pasamos un día muy complicado y muy triste. Volvimos a revivir todo esto que pensábamos que a esta altura del año ya estaría resuelto."
Desde enero, padres, docentes y directivos realizaron numerosos esfuerzos para reforzar la seguridad del edificio: instalaron rejas, gestionaron fondos a través del FANI y hasta realizaron beneficios para recaudar dinero. Sin embargo, la violencia volvió a irrumpir.
"No tenemos más dónde poner rejas ni dónde guardar lo poco que nos queda de valor. Aún con todo lo que hicimos, nos volvieron a atacar", lamentó Roskopf.
Delincuentes ingresaron por un estacionamiento de Casa de Gobierno.
Entraron por un estacionamiento de Casa de Gobierno
Uno de los puntos más alarmantes es que los delincuentes accedieron al edificio por un estacionamiento que pertenece a Casa de Gobierno.
"Estamos a una cuadra del Ministerio, rodeados de organismos del Estado. Si esto pasa acá, ¿qué queda para los barrios donde viven nuestros alumnos?", se preguntó con indignación Marina Naigelen, otra de las responsables del colegio.
Ambas docentes remarcaron que la escuela no busca politizar el reclamo. "No hacemos política, hacemos educación", enfatizaron. Sin embargo, la reiteración de hechos violentos las lleva a cuestionar la falta de respuestas efectivas.
Hubo destrozos y se suspendieron las clases.
Clases suspendidas y aulas destruidas
La magnitud del daño obligó a suspender nuevamente las actividades escolares. Los ladrones forzaron puertas, destrozaron armarios y causaron desorden en varios sectores del edificio.
"Nuestros docentes miran sus aulas con impotencia. Objetos de valor que todavía teníamos, ya los tuvimos que sacar. Pero tampoco tenemos luz para instalar cámaras o sensores. La burocracia nos ahoga y estamos muy cansadas", dijeron.
Desde la dirección también señalaron que el proyecto de iluminación externa fue presentado hace meses, pero las demoras administrativas impidieron su concreción. "Pasaron cinco meses. Fuimos pacientes y respetuosas, pero llegó el momento de exigir respuestas", reclamaron.
Este nuevo hecho de inseguridad impacta de lleno en la educación de niñas y niños que asisten al establecimiento. Cada robo no solo causa pérdidas materiales, sino también afecta la continuidad pedagógica y el ánimo del personal.
"Revivir esto una y otra vez desgasta. Pensamos que ya había pasado lo peor. Pero lo de ahora fue aún más grave. El manoseo, el daño, fue mayor que en otras ocasiones", concluyeron las autoridades.
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