Hay un grito de victoria en el Monumental de Atlético Tucumán que es cercano en el tiempo y seguramente se recuerda hasta en los detalles. En plena pandemia, Colón le ganó 2 a 0 a Atlético por la Copa Diego Maradona. Fue a principios del año pasado, con un notable gol del Pulga Rodríguez para abrir el marcador y el de Farías para rubricar el resultado luego de un contragolpe en el que también participó Chancalay. Era el equipo de Eduardo Domínguez contra el de Ricardo Zielinski, en tiempos de tribunas vacías y en la antesala del inicio del siguiente torneo, que fue el que le dio a Colón el título de campeón.
Ese, el del año pasado, fue el único éxito de visitante en Tucumán en Primera División, en esta historia que arrancó allá por finales de la década del 70, cuando los antiguos, y entrañables, torneos nacionales acaparaban la atención en todo el país, con algunos equipos (como era el caso de Atlético Tucumán) que lograban consideración y se ponían a la altura de cualquiera de los que venían del Metropolitano, con participación exclusiva en ese entonces de los equipos de Buenos Aires, La Plata, Rosario y Santa Fe.
Pero hay dos triunfos sabaleros muy recordados. Uno de ellos fue el del golazo del Chino Wolheim, recientemente fallecido, en el partido que se jugó a estadio lleno en 1989; el otro, fue un 3 a 1 en marzo del 92, con el equipo que dirigía Osvaldo Piazza, quien luego regresó, años más tarde, a Colón para dirigirlo en Primera y concretar una brillante campaña en el Clausura 2000 (fue tercero por diferencia de goles).
En la temporada 88-89, todavía se retiene en la memoria el “bombazo” desde afuera del área de Wolheim para clavar la pelota en el ángulo superior izquierdo de Ricardo Salomón, logrando el único gol del partido.
A Colón ya lo dirigía Orlando Medina (había arrancado Horacio Harguindeguy en esa temporada) y el equipo formó con Wirzt; Escobedo, Monti, Godano y Míguez; Wolheim, Toledo y Chaparro; Héctor López, Javier López y Verdirame. Un equipo que tranquilamente podría haber desempeñado una buena campaña en Primera División, algo redundante en el Colón de esos tiempos, donde indudablemente el ascenso se le hacía complicado y mucho tenía que ver el nivel superlativo que tenían los equipos que militaban en el ascenso.
Mirá tambiénColón y uno de los últimos bailes con los 3 mosqueteros: Aliendro, Bernardi y LértoraFue el choque del equipo de Medina contra el que dirigía Juan Carlos Montes. En el segundo tiempo, ingresó Omar Ferronato, un volante que había surgido de las inferiores sabaleras y Pedro Argota, uno de los que llegó procedente de Rosario Central.
Años después, llegó la segunda oportunidad en otro recordado partido. A Atlético Tucumán lo dirigía alguien que había estado previamente en Colón, como don Juan Manuel Guerra. El partido terminó 3 a 1 y los goles sabaleros fueron convertidos por Blasón, en dos oportunidades y Gustavo Siviero, mientras que Walter Jiménez lo hizo para Atlético.
Ese día, Piazza colocó a Herrera; el “Tato” Enrique, Martín Sánchez, Siviero y Godoy; Capocetti, Toledo, Marini y Cañete; Blasón y Cincunegui. Como puede apreciarse, hay seis jugadores nacidos futbolísticamente en el club: los cuatro del fondo, más Toledo y “Chupete” Marini.
En ese equipo de Atlético había jugadores de experiencia y con mucho recorrido, como Juan Carlos López (el arquero), Attadía, Wolheim, Capozucchi, “Coquito” Rodríguez, un goleador como Zelaya y Walter Jiménez, entre otros.
Algunos recuerdos de una plaza complicada para cualquiera y en la que Colón pudo salir airoso en estas tres oportunidades. El fútbol tucumano tiene mucha similitud con el de Santa Fe en cuanto al arraigo popular de sus clubes y esas canchas casi siempre repletas de público que han sabido colocarlo en un alto sitial de consideración en el fútbol argentino.