Don Mario, el artista que vivió en Santa Fe y le supo cantar a las alegrías y pesares del paisano litoraleño
Mario Millán Medina nació en Corrientes. Vivió en el barrio María Selva: en su vieja casa proponen hacerle un mural. Falleció en 1977. Sus restos estaban en el Cementerio Municipal, y ahora fueron trasladados a su tierra natal.
Millán Medina, el “Molina Campos del folklore”. Crédito: Fundación del Chamamé
En la década del ‘40, Don Mario Millán Medina, con la grabación de su canción más conocida, ‘El rancho e’ la Cambicha’, vendió miles y miles de copias. Todo fue un éxito masivo. Pero al “Molina Cambios del folklore” sólo le importaba el chamamé, género con epicentro en la provincia de Corrientes. Nunca le importaron los lauros.
Al chamamé, cabe recordar, la Unesco le otorgó el reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 16 de diciembre de 2020. Nada menos. El Día Nacional del Chamamé se celebra en la Argentina cada 19 de septiembre, en homenaje a Tránsito Cocomarola, el “Taita”.
¿Pero qué del chamamé fue lo que más le importaba a Don Mario, si no era el éxito de sus obras?
Hijo de un inmigrante español y de una criolla, criado en los campos correntinos, sólo le interesaba cantarle al fogón y al mate cebado con la primera luz del alba; a los rigores del trabajo de la peonada rural; a los rituales etílicos en la pulpería del pueblo: al vuelo innegociablemente libre de los pájaros, al litoral: es decir, a las alegrías y pesares del hombre de campo.
La memoria de Millán Medina, fallecido en 1977, fue “desempolvada” días atrás, cuando fue noticia que por decisión de sus deudos -su familia- sus restos, que estaban en el Cementerio Municipal de la ciudad de Santa Fe, sean trasladados a su pueblo natal, Colonia El Porvenir, cerquita de Goya.
El chamamé, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (Unesco). Crédito: Archivo
El intendente Juan Pablo Poletti declaró en el acto realizado en la Necrópolis: “Más allá de que sus restos se vayan, el legado va a quedar de por vida en la ciudad. Millán Medina fue parte de nuestra historia y también de una historia federal de lo que es nuestra música y nuestra identidad”.
En barrio María Selva
Es que Millán Medina fue un muy querido “hijo adoptivo” de esta capital, ya que vivió aquí muchos años, en una casita simple y silvestre en el barrio María Selva, cerca de La Lona. En esa casa, el Concejo propuso convocar a concurso de artistas para que se pinte un mural conmemorativo al cantor chamamecero.
En una resolución sancionada, el Legislativo local le solicitó a la Municipalidad de Santa Fe que arbitre los medios necesarios para realizar un mural en conmemoración de Mario Millán Medina, en la intersección de las calles Gorostiaga y República de Siria.
Para implementar lo solicitado y posibilitar la organización y selección de las propuestas más idóneas, “el Ejecutivo convocará a un concurso de ideas. Y cumplimentada la convocatoria al concurso, el Ejecutivo lo comunicará al Concejo”, dice la norma, impulsada por la edila Silvina Cian (Interbloque “Unidos”).
Su semblanza
“Millán Medina fue un personaje maravilloso. Tenía una cultura que para el momento era mucho, porque estudió la secundaria; eran pocos los que llegaban a ese nivel educativo viniendo de Colonia El Porvenir, pleno corazón de Corrientes, donde vivían peones de campo. Luego estudió en Entre Ríos. Esto le dio muchas herramientas”, narra Silvina Cian, especialista en folklore argentino.
Cabe recordar que además de ser concejala, Cian conduce desde hace muchos años el prestigioso y premiado programa radial “Campamento Litoral”. “Campamento Litoral” comenzó en LT10 en 1971, estuvo 20 años en Radio Nacional Santa Fe y desde 2018 se emite en radio Sol 91.5.
Don Mario (izquierda) y su cuarteto, allá por la década del ‘50. Crédito: Fundación del Chamamé
Don Mario llegó a la ciudad capital como tantos otros correntinos buscando nuevos horizontes, en medio de una oleada de migración interna que derramaba desde el Chaco, Santiago del Estero, Misiones -etcétera, hacia Buenos Aires y la región Centro del litoral.
“Amante del chamamé, autodidacta musical, él se va juntando con otros colegas de la época que iban surgiendo: Cocomarola, Tarragó Ros... Todos deambulaban en bailantas, bolichitos.. No había escenarios. Pensemos en el cordón orillero de Buenos Aires, donde nació el tango. Aquí pasó algo similar con estos artistas”, explica Cian en diálogo con El Litoral.
Estos artistas chamameceros subsistían de lo que podían. Eran peones de albañiles, hacían changas pero, ¿qué pasaba? “Se juntaban un sábado o un domingo en alguna pista de baile chamamecero, que les traía esa nostalgia de su lugar de desarraigados”, agrega luego.
En Rosario
“Ocurrió que en Rosario, se creó la Ranchada de Ramón Merlo, que era el papá de Monchito Merlo, también de la misma camada de chamameceros. Ahí comenzaron las bailantas de chamamé con más público, con una suerte de auge incipiente, en todo ese cordón rosarino industrial que necesitaba mano de obra barata, no calificada”, cuenta Cian.
El intendente Poletti durante el acto de traslado de los restos. Crédito: Archivo
Así se forma también “una corriente cultural muy interesante” -apunta la especialista en folclore nacional-, y que es el chamamé que emigró de Corrientes, pero que después se fue ramificando hacia todo el litoral argentino. De esta manera se hacen muy conocidas figuras como Millán Medina o Tarragó Ros, entre muchos otros”, explica.
A los que no tenían voz
Lo que pasó con Mario Millán Medina -y que quizás marcó diferencias con el restos de sus contemporáneos chamameceros- fue que “él, de una forma simple y directa, compuso cosas reales sobre la vida del peón de campo: del mencho y del marginado”, apunta Silvina Cian.
Don Mario, con todo, le cantó al marginado en la dimensión de la expresión más amplia; al recluta (al conscripto); a la peonada curtida, al curandero, al habitante rural: a los que no tenían voz.
“En la casa de Gorostiaga y República de Siria, Millán Medina armaba toda vez que se podía guitarreadas. Y por ahí caía Tarragó Tos, por ahí caía Tránsito Cocomarola. Nada más y nada menos: todos grandes de nuestro folklore. Ahora nosotros lo vemos con la importancia del tiempo que tuvo todo aquel momento”, cierra la edila.
Algunas de la obras recordadas del cantautor, además de El rancho e’ la Cambicha, son El recluta; El burro; el Sargento Z; Caraicho; Pistola 500; Bailecito Social; La familia de Taitalo; El Rubio Monzón; La guardia de seguridad; Adiós Puesto; El alma de la cañada; La Guampada, Mi ponchillo colorado y El sobrepaso.
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