Nacido en Alcorta en 1928 y fallecido en Buenos Aires en enero de 2018, Hugo Padeletti fue poeta y artista visual. Los santafesinos contamos con el privilegio de haberlos tenido cerca: dirigió el Museo de Rosa Galisteo entre 1961 y 1965.

La muestra que abrió en octubre de 1969 en la galería El Puente, que estaba sobre 25 de Mayo, poseía una estética equilibrada entre los colores del litoral y la sabiduría oriental.

Nacido en Alcorta en 1928 y fallecido en Buenos Aires en enero de 2018, Hugo Padeletti fue poeta y artista visual. Los santafesinos contamos con el privilegio de haberlos tenido cerca: dirigió el Museo de Rosa Galisteo entre 1961 y 1965.
Dejaremos de lado aquí su producción literaria para detenernos en su vertiente plástica, y recordar el vínculo que mantuvo con el Grupo Litoral, colectivo que propuso un marcado compromiso con el contexto propio.
Influyeron fuertemente sobre su trabajo el planismo (al que mencionamos hace pocos días al evocar a la uruguaya Petrona Viera) y la síntesis. También Fernando Espino, a quien conoció en su juventud.

En 1966 viajó a Suiza para estudiar la obra de Paul Klee y luego se dirigió al continente asiático. Al indagar la mirada de los yoguis y la pintura taoísta y zen dio, según los críticos, un "nuevo vuelco conceptual en la razón expresiva de su pintura".
Pocos años después, en 1969, los santafesinos pudieron ver en directo parte del resultado de ese viaje de Padeletti, que fue tanto externo como interno. Fue en una muestra que la galería El Puente propuso en octubre de ese año.
La misma, conformada por témperas, implicó según la reseña publicada por El Litoral el 8 de octubre, "una singular atmósfera de recogimiento" para los visitantes.

"Aunque la auténtica obra de arte, la que exige una lenta penetración perceptiva siempre es acompañada de ese especial estado de 'reposo interior', en el caso de Padeletti el ritual adquiere proyecciones de tipo filosófico-religioso", escribió Jorge Taverna Irigoyen en el mentado texto.
"Comportamientos humanos, milenarios credos, idiosincrasias de muy disímiles ascendencias pulsadas a lo largo de sus andanzas de observador sutil, readaptaron su óptica a otras proposiciones. Así nacieron estas 'mandalas'", agregó.
"Figuras simétricas, rituales, que construidas en torno a un punto central, dan una enigmática imagen de la totalidad psíquica. El budismo tibetano observa imágenes similares a éstas, que ha recreado Padeletti con depurado oficio e indiscutible finura cromática", afirma.

"En entera disposición creadora, como a través de una mística confesión con su dios interior, Hugo Padeletti deja que sus pinceles recorran el plano con infinitos puntos cromáticos", señala después.
"Figuras búdicas, mandalas, eslabonan con sus ritmos de refinada simetría los hilos hipotéticos que -partiendo tal vez de los imponderables de la filosofía Zen- llegan al interior del contemplador, conmoviéndolo", apunta.
"Las obras presentadas observan un idéntico, riguroso sentimiento de identificación entre fondo y forma. Así es la serie '¿Quién soy?', en la que la síntesis metafísica de las figuras, 'solemnizada' con el aparente quietismo morfológico, es representativa de un dogma interior superior a las palabras, compatible sólo con la luz", explica más adelante Taverna.

"Luz que profundiza inmanentemente sus 'Mandala ojos', 'Figura búdica 8', 'Mandala en caras' y que a través de un pensamiento de inasibles raíces, torna a identificar el milagro de la pintura con el cotidiano de la fe”, cierra.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.