"Mientras camino, me imagino cosas. Se me aparecen imágenes que me divierten más que las que me proponen los libros y la gente".

Se formó como arquitecto junto a Le Corbusier. Su amistad con Dalí y Duchamp lo llevó a otros terrenos, al punto que influyó a los expresionistas abstractos. A través de sus obras hizo de la angustia del siglo XX una “geometría” del alma.

"Mientras camino, me imagino cosas. Se me aparecen imágenes que me divierten más que las que me proponen los libros y la gente".
Arquitecto del inconsciente o pintor de lo invisible, Roberto Matta nació el 11 de noviembre de 1911 en Santiago de Chile. Fue el artista que amplió los límites del surrealismo y, a la vez, engendró una poética visual que cambió el arte del siglo XX.
Primero estudió arquitectura. "En su formación fue fundamental Sergio Larraín García-Moreno, uno de los introductores del modernismo arquitectónico en Chile y de las ideas orgánicas de la Bauhaus", afirma María Luisa Bellido Gant en el artículo "El creador de mundos personales".

Matta se recibió en 1935. Ese mismo año partió rumbo a Europa para trabajar con Le Corbusier en París y Walter Gropius en Londres. Pero pronto se dio cuenta que su arquitectura iba por otro lado, por las formas del pensamiento.
En 1937 conoció a Salvador Dalí, quien lo introdujo al círculo surrealista. Desde entonces, su vida fue una fuga hacia lo desconocido: amistad con Marcel Duchamp y una influencia decisiva sobre los artistas de la Escuela de Nueva York, entre ellos Jackson Pollock y Robert Motherwell.
Según Josefina Alix, citada por Bellido Gant, en la transformación que condujo a Matta de arquitecto a pintor de lo maravilloso "influyó la fascinación por el misterioso mundo de Yves Tanguy y la interacción entre ciencia, naturaleza y arte".

También "las Teorías de la Relatividad de Einstein, el descubrimiento del espacio-tiempo, la Cuarta Dimensión y las geometrías noeuclidianas, junto con su amistad con Gordon Onslow Ford y la fascinación que le produjo Marcel Duchamp".
Según el Museo Thyssen-Bornemisza, "sus dibujos evocan paisajes de calidades subjetivas y fantásticas". Y fue esa cualidad, ese intento de "espacializar la conciencia", lo que originó su concepto de morfologías psicológicas, paisajes interiores donde la mente se expande en múltiples direcciones.
Según el sitio historiaarte.com, "elimina el punto de fuga, la línea de horizonte y los esquemas que dan cuenta de la ficción de espacialidad. Con esto, sus pinturas se vuelven un espacio sin fin".

En el mismo sentido, inventó "el neologismo sersaje, que significa 'paisaje del ser', una cartografía de la realidad humana que contempla sus anhelos y contradicciones".
En la década de 1940, su obra se impregnó de los conflictos. El Metropolitan Museum of Art observa que "expresó su angustia ante el estado del mundo devastado por la Segunda Guerra Mundial. Sus pinturas y dibujos de mediados y finales de los 40 abordan la crisis social en la que se sentía inmerso".
Esta preocupación se extiende incluso en la década siguiente, cuando realiza "Les roses sont belles", referida al proceso Rosenberg que conmocionó a la opinión pública.

"Se trató -recuerda Bellido Gant- de un proceso político llevado a cabo en Estados Unidos contra un matrimonio de físicos, acusados de espionaje a favor de la URSS. A pesar de que su culpabilidad no fue demostrada, fueron condenados y ejecutados en 1953".
Ese tránsito lo acercó al expresionismo abstracto, movimiento que ayudó a gestar desde Nueva York. Pero su mirada nunca se desprendió de lo político. Desde el triunfo de la Revolución Cubana hasta el gobierno de Salvador Allende, su pintura se convirtió en una forma de resistencia visual.
En 1971, junto a la Brigada Ramona Parra, pintó el mural "El primer gol del pueblo chileno", dentro del cual se conjugan arte, utopía y esperanza. "Los murales de las brigadas no son un fenómeno de minorías sino un patrimonio engendrado por las mayorías”, dice uno de los textos de la Brigada Ramona Parra.

Años después, tras el golpe militar, el régimen le negó el pasaporte, pero Matta usó su prestigio internacional para denunciar violaciones a los derechos humanos en Chile. Matta murió el 23 de noviembre de 2002 en Italia, pero su obra sigue en vigencia y continúa expansión, como un mundo que se reinventa con cada mirada.
En noviembre de 2011, el Senado de la República de Chile rindió un homenaje al cumplirse el centenario de su nacimiento. La sesión contó con la presencia de su viuda, Germana Ferrari de Matta.
"Matta fue un adelantado en su tiempo, uno de los primeros ecologistas del país y del mundo. En su obra La Tierra es un Hombre ya anticipaba la idea de que el planeta puede enfermarse como el ser humano", señalaron en el encuentro.

Durante la ceremonia, también se recordó que Matta "fue el último surrealista, y no puede ser casualidad que haya nacido en una fecha tan singular: 11-11-1911". Mientras que se evocó su generosidad. "Decía que la gente debía aprender a abrir los ojos y no solo mirar sus cuadros".
En julio de 2025, el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile reabrió la Sala Chile con una muestra permanente titulada Abrir la mirada, dedicada íntegramente a su obra. Ocho piezas esenciales, entre ellas "El día es un atentado" (1942), integran este recorrido que celebra los 145 años del museo.
"Con esta exposición reafirmamos nuestro compromiso con el acceso a la cultura y el patrimonio, reconociendo en Matta a un artista visionario que puso el pensamiento crítico en el centro de su creación", señaló la ministra Carolina Arredondo.

La directora del MNBA, Varinia Brodsky, agregó que "fue un defensor de la libertad de expresión y del arte como motor de transformación social. Su pensamiento influyó en generaciones de artistas y en la comprensión del rol del arte en Chile".
El propio Matta creía que el papel del pintor era el de buscar no la otra realidad sino la auténtica realidad. "Es con el ojo mental, creando un gesto poético, como puede reconstruirse la verdad". En tal sentido, su obra todavía abre nuevas miradas.